LA LÍNEA CURVA EN LA MÍSTICA Y LA ERÓTICA (Apuntes)
Por Nerdo
Bien es cierto que una línea recta vertical nos simbolizaría el anhelo de la unión del místico, y una línea recta horizontal el deseo erótico: pero, ¿podrían ser sustituidas por líneas curvas? ¿Indicarían lo mismo? Tal vez sí.
El místico y el libertino se conectan. Al espíritu humano le aterrorizan los movimientos eróticos. La santa se aparta con horror del voluptuoso: ignora la unidad de pasiones inconfesables de éste último y las suyas propias. Las posibilidades se señalan con una curva que se cierra en elipse o en circunferencia que los encierra. Se refiere con esto a las posibilidades de la santa y el voluptuoso en un único universo. Tanto el uno como el otro quieren superar su separación y quieren continuarse, afirmarse en la vida, transfigurarse en otra vida, aspiran a la Unidad.
La línea curva nos asegura en su recorrido una meta, que puede ser exactamente la misma que la que nos indica la línea recta, sólo que ésta última nos lleva más rápidos. Pero ni en el camino místico a la Unidad, ni en el recorrido del deseo erótico hasta su cumbre, interesa llegar lo más rápido posible; dar un gran rodeo, mientras más grandioso y enorme, tanto mejor, mayor conocimiento y goce en la meta se tendrá. Así, pues, la línea curva, como simbolismo del camino, interesa en la mística tanto como en la erótica, en sus metas aparentemente distintas y distantes, y en el fondo una y la misma: superar la escisión que nos corroe la conciencia y todo lo que está a su otro lado también.
Pero el logro supremo de esa curvatura es el maravilloso círculo, que sin afán peyorativo llamaría vicioso, o mejor, eterno. No es este lugar para analizar el simbolismo circular, tanto en la mística como en el erotismo: el aura de los santos y su representación, o los círculos unidos representando la unión de los sexos, o los propios sexos, podrían ser breves ejemplos.
El círculo representa lo cósmico, la inteligencia infinita de la que emanan todas las cosas y con la que la mente, o el ser del hombre, puede estar armonizada. No en vano la representación mental más inmediata del cosmos es el círculo. No hablaré de las dos serpientes que se muerden las colas, formando un redondel, ni del sentido redondo de una plaza de toros, donde se juegan las vidas toro y torero. Círculo mágico.
Por supuesto que el círculo es el sol, y lo que es más importante, el cielo y la perfección o también la eternidad. Existe una implicación profunda, sicológica, en este significado del círculo como perfección.
El círculo está también referido al tiempo, ya que desde tiempo antiguo la representación del año afecta forma circular. El círculo puro, la circunferencia pura remiten a la idea del eterno retorno de las cosas, la suprema mística del cosmos circular y de la erótica.
Tanto el círculo, la circunferencia como esfera nos dan agrado y tranquilidad, nos retrotraen al seno materno, a esa unidad perdida que quieren conquistar los místicos y los voluptuosos de otra manera y por curvados derroteros y recorridos. Unidad y rotundo, es todo uno y lo mismo.
La esfera, lo único uno, el infinito, e igual a sí mismo, con los atributos de la homogeneidad y la univocidad. Emblemáticamente, la esfera se identifica con el globo, que, por similitud con los cuerpos celestes, se considera alegoría del mundo. Pero existe aún otro significado en la esfera, más profundo si cabe, equivalente a infinito, referido al hombre en el estado paradisiaco (pues tanto ese estado lo buscan el místico como el erotizado). Ahí se le juzga andrógino y esférico, por ser imagen la esfera de la totalidad y de la perfección. Cierta vez, mirando El Jardín de las Delicias, de El Bosco, interpreté que es posible que tengan ese sentido las esferas transparentes que alojan a las parejas de amantes. Es algo que traigo a ejemplo por serme muy vivo su recuerdo.
Quedarían incompletas estas notas si se incorporara lo que significa girar y sus prácticas por la mística. Un giro siempre es un movimiento curvo. Todo movimiento en el espacio real es curvo y lo ideal recto. Y, así, son también giros los ritos de los amantes o de los erotizados, tal como un rito de trance sufí, en el que los danzarines tratan de imitar y ponerse en contacto espiritual con el circular recorrido de los astros.
Son curvados los cuerpos de los amantes y se estremece con pliegues curvados el cuerpo del santo que entra en éxtasis.
Si representásemos en un papel, gráficamente, el recorrido, desde su inicio a su fin, un acto erótico y un acto místico, sería una curva que tendría en su parte más alta un orgasmo y la unión suprema, la contemplación. La línea partiría de abajo, iría en alza hasta una cumbre, y desde allí comenzaría el declive.
Sé que ahora me simboliza un cuadrado, y que, por lo tanto, mi camino en este mundo, hasta alcanzar la perfección, es largo. La perfección es el círculo, o la circunferencia, o la esfera, según se prefiera. Algo siempre curvo. No se trata aquí de aquilatar exactamente. Todos me entenderán. Joven todavía, tengo posibilidades de lograrlo y que me salga redondo. No conozco a nadie a quien pudiera significar el círculo. Tal vez Camarga esté redondeándose en esa línea, aunque no me da la impronta total, todavía.
Me busco en el círculo; pero no me encuentro. Seguiré en ese camino que no es recto. Quizá algún día me lleve una sorpresa. De momento, cuando siento que estoy en estado o en trance de alcanzar lo curvo, doy la vuelta, doy vueltas en una especie de danza, tanto si es en el amor apetecible con hembra placentera, como si entro en el proceso místico. Cada vez más difíciles por ajetreos que me aquejan.
Esta persecución, este estar perenne en vilo. Siempre propuse huir en línea curva, a imitación de los procesos y usos de los místicos y de los voluptuosos. Poco caso se me ha hecho. Así nos va, de momento. Aún no ha llegado la derrota. Por si acaso, en el último trance trazaré un círculo de tiza a mi alrededor, para ganar el paraíso, blanco e inmaculado, de esa extraña manera conjurado por mí.
Cuando se acaricia un cuerpo, en el desorden de la orgía, se camina por la curva y por la línea curvada. Al igual que el místico en esas noches en vela, sin sueño, su mente fragua líneas mentales que le llevan al círculo, que le eleva por los cielos, por las moradas. Esas moradas son redondas, ya que el Diablo reside en los rincones, esquinado como es, esas habitaciones místicas.
Se considere como se considere, hay que asociar a la línea curva, hacer pasar por el aro, tanto a la mística como al erotismo. Otra línea no se puede aplicar. Y siguiendo las teorías que siempre he defendido de asignar a las personas, animales y cosas, ideas, costumbres y pensamientos, alguna simbolización geométrica. Y si Dios, lo sumo abstracto y concreto, desconocido y transcendente, se simboliza por un triángulo equilátero en su secreto total, ideas, teorías y prácticas como la mística y la erótica, han de definirse, en su representación, por algún elemento ideal de la geometría. Porque esta ciencia excelsa y terriblemente difícil de la geometría, como la simbólica, con la que trato de hallar una tercera vía de dificilísimo acceso, son ciencias absolutamente especulativas, en las que busco, año tras año, día tras día, hora tras hora, segundo a segundo y no me hallo, en las que me pierdo y no me encuentro, mientras el tiempo pasa, no sabiendo, ciertamente si lo pierdo o lo gano, esperando que a la vuelta de algún recodo o tras recorrer, no se sabe bien, una mística circunferencia, dar con mi verdad. En eso estaré lo que me queda de vida, sin desmayo. Y no es que vea pronta la calavera, como decían los antiguos en castiza y rotunda expresión.
En el siguiente capítulo he de pergeñar, a vuelapluma, el valor de las esferas y los cuerpos de la mujer y del hombre, y dejar de tanto especular conmigo.
Por Nerdo
Bien es cierto que una línea recta vertical nos simbolizaría el anhelo de la unión del místico, y una línea recta horizontal el deseo erótico: pero, ¿podrían ser sustituidas por líneas curvas? ¿Indicarían lo mismo? Tal vez sí.
El místico y el libertino se conectan. Al espíritu humano le aterrorizan los movimientos eróticos. La santa se aparta con horror del voluptuoso: ignora la unidad de pasiones inconfesables de éste último y las suyas propias. Las posibilidades se señalan con una curva que se cierra en elipse o en circunferencia que los encierra. Se refiere con esto a las posibilidades de la santa y el voluptuoso en un único universo. Tanto el uno como el otro quieren superar su separación y quieren continuarse, afirmarse en la vida, transfigurarse en otra vida, aspiran a la Unidad.
La línea curva nos asegura en su recorrido una meta, que puede ser exactamente la misma que la que nos indica la línea recta, sólo que ésta última nos lleva más rápidos. Pero ni en el camino místico a la Unidad, ni en el recorrido del deseo erótico hasta su cumbre, interesa llegar lo más rápido posible; dar un gran rodeo, mientras más grandioso y enorme, tanto mejor, mayor conocimiento y goce en la meta se tendrá. Así, pues, la línea curva, como simbolismo del camino, interesa en la mística tanto como en la erótica, en sus metas aparentemente distintas y distantes, y en el fondo una y la misma: superar la escisión que nos corroe la conciencia y todo lo que está a su otro lado también.
Pero el logro supremo de esa curvatura es el maravilloso círculo, que sin afán peyorativo llamaría vicioso, o mejor, eterno. No es este lugar para analizar el simbolismo circular, tanto en la mística como en el erotismo: el aura de los santos y su representación, o los círculos unidos representando la unión de los sexos, o los propios sexos, podrían ser breves ejemplos.
El círculo representa lo cósmico, la inteligencia infinita de la que emanan todas las cosas y con la que la mente, o el ser del hombre, puede estar armonizada. No en vano la representación mental más inmediata del cosmos es el círculo. No hablaré de las dos serpientes que se muerden las colas, formando un redondel, ni del sentido redondo de una plaza de toros, donde se juegan las vidas toro y torero. Círculo mágico.
Por supuesto que el círculo es el sol, y lo que es más importante, el cielo y la perfección o también la eternidad. Existe una implicación profunda, sicológica, en este significado del círculo como perfección.
El círculo está también referido al tiempo, ya que desde tiempo antiguo la representación del año afecta forma circular. El círculo puro, la circunferencia pura remiten a la idea del eterno retorno de las cosas, la suprema mística del cosmos circular y de la erótica.
Tanto el círculo, la circunferencia como esfera nos dan agrado y tranquilidad, nos retrotraen al seno materno, a esa unidad perdida que quieren conquistar los místicos y los voluptuosos de otra manera y por curvados derroteros y recorridos. Unidad y rotundo, es todo uno y lo mismo.
La esfera, lo único uno, el infinito, e igual a sí mismo, con los atributos de la homogeneidad y la univocidad. Emblemáticamente, la esfera se identifica con el globo, que, por similitud con los cuerpos celestes, se considera alegoría del mundo. Pero existe aún otro significado en la esfera, más profundo si cabe, equivalente a infinito, referido al hombre en el estado paradisiaco (pues tanto ese estado lo buscan el místico como el erotizado). Ahí se le juzga andrógino y esférico, por ser imagen la esfera de la totalidad y de la perfección. Cierta vez, mirando El Jardín de las Delicias, de El Bosco, interpreté que es posible que tengan ese sentido las esferas transparentes que alojan a las parejas de amantes. Es algo que traigo a ejemplo por serme muy vivo su recuerdo.
Quedarían incompletas estas notas si se incorporara lo que significa girar y sus prácticas por la mística. Un giro siempre es un movimiento curvo. Todo movimiento en el espacio real es curvo y lo ideal recto. Y, así, son también giros los ritos de los amantes o de los erotizados, tal como un rito de trance sufí, en el que los danzarines tratan de imitar y ponerse en contacto espiritual con el circular recorrido de los astros.
Son curvados los cuerpos de los amantes y se estremece con pliegues curvados el cuerpo del santo que entra en éxtasis.
Si representásemos en un papel, gráficamente, el recorrido, desde su inicio a su fin, un acto erótico y un acto místico, sería una curva que tendría en su parte más alta un orgasmo y la unión suprema, la contemplación. La línea partiría de abajo, iría en alza hasta una cumbre, y desde allí comenzaría el declive.
Sé que ahora me simboliza un cuadrado, y que, por lo tanto, mi camino en este mundo, hasta alcanzar la perfección, es largo. La perfección es el círculo, o la circunferencia, o la esfera, según se prefiera. Algo siempre curvo. No se trata aquí de aquilatar exactamente. Todos me entenderán. Joven todavía, tengo posibilidades de lograrlo y que me salga redondo. No conozco a nadie a quien pudiera significar el círculo. Tal vez Camarga esté redondeándose en esa línea, aunque no me da la impronta total, todavía.
Me busco en el círculo; pero no me encuentro. Seguiré en ese camino que no es recto. Quizá algún día me lleve una sorpresa. De momento, cuando siento que estoy en estado o en trance de alcanzar lo curvo, doy la vuelta, doy vueltas en una especie de danza, tanto si es en el amor apetecible con hembra placentera, como si entro en el proceso místico. Cada vez más difíciles por ajetreos que me aquejan.
Esta persecución, este estar perenne en vilo. Siempre propuse huir en línea curva, a imitación de los procesos y usos de los místicos y de los voluptuosos. Poco caso se me ha hecho. Así nos va, de momento. Aún no ha llegado la derrota. Por si acaso, en el último trance trazaré un círculo de tiza a mi alrededor, para ganar el paraíso, blanco e inmaculado, de esa extraña manera conjurado por mí.
Cuando se acaricia un cuerpo, en el desorden de la orgía, se camina por la curva y por la línea curvada. Al igual que el místico en esas noches en vela, sin sueño, su mente fragua líneas mentales que le llevan al círculo, que le eleva por los cielos, por las moradas. Esas moradas son redondas, ya que el Diablo reside en los rincones, esquinado como es, esas habitaciones místicas.
Se considere como se considere, hay que asociar a la línea curva, hacer pasar por el aro, tanto a la mística como al erotismo. Otra línea no se puede aplicar. Y siguiendo las teorías que siempre he defendido de asignar a las personas, animales y cosas, ideas, costumbres y pensamientos, alguna simbolización geométrica. Y si Dios, lo sumo abstracto y concreto, desconocido y transcendente, se simboliza por un triángulo equilátero en su secreto total, ideas, teorías y prácticas como la mística y la erótica, han de definirse, en su representación, por algún elemento ideal de la geometría. Porque esta ciencia excelsa y terriblemente difícil de la geometría, como la simbólica, con la que trato de hallar una tercera vía de dificilísimo acceso, son ciencias absolutamente especulativas, en las que busco, año tras año, día tras día, hora tras hora, segundo a segundo y no me hallo, en las que me pierdo y no me encuentro, mientras el tiempo pasa, no sabiendo, ciertamente si lo pierdo o lo gano, esperando que a la vuelta de algún recodo o tras recorrer, no se sabe bien, una mística circunferencia, dar con mi verdad. En eso estaré lo que me queda de vida, sin desmayo. Y no es que vea pronta la calavera, como decían los antiguos en castiza y rotunda expresión.
En el siguiente capítulo he de pergeñar, a vuelapluma, el valor de las esferas y los cuerpos de la mujer y del hombre, y dejar de tanto especular conmigo.
De Los héroes huyen del enemigo, Agustín Romero Barroso, 2000
Hola Agustín, lo he leído rápidamente, cosa que no suelo hacer, mañana lo leeré con mas tranquilidad, a vos hay que leerte con atención y dejándose llevar, pero me recuerda a Bataille.
ResponderEliminarTe mando un beso fuerte.
Es un parafraseo sobre Bataille, unas notas de este personaje, Nerdo, que escribe sobre la mística y la erótica. Un homenaje de mi primera lectura de "El Erotismo". La aportación del personaje que todo lo reduce a geometría, a forma geométrica ideal (recta, curva, punto, triángulo...), porque la geometría no es real, es una suerte de filosofía, visión y encasillamiento de la realidad, una idealidad de lo real, porque en la realidad el punto, la línea y los demás cuerpos geométricos no existen, de ahí la suprema ironía del personaje que escribe sobre las líneas de la mística (curva, recta), y del erotismo... Por supuesto eso no lo dice Bataille, lo de lo curvo y recto como determinantes y imbricaciones en mística y erotismo... Además adapto lo batailliano al personaje. Por datos escuetos el personaje está haciendo una especie de tratado..., que parodia los tratados también... Por esa novela se mueven un buen puñado de personajes enajenados, con extrañas teorías sobre las cosas, el arte, la sociedad, la vida, la muerte, el amor, la locura, la leche y el pan de los pobres, todo lo humano y divino pasa por ella... Y todos huyen de no se sabe qué enemigo y a qué parte... Es una novela inquietante para mí, y a veces -y hacía bastante tiempo que no la veía- como un texto extraño, como si no lo hubiese escrito yo mismo... Que desde luego interesaría a más gente si pudieran acceder a él. Se hizo una edición corta que está agotada, me parece que tengo unas decenas de ejemplares, que no llegarán a cien o por ahí...
ResponderEliminarGracias, y besos