Aceptar algunos discursos, o sea, admitir algunas formas de discurrir, de pensar, es estar ya entregado al enemigo, al otro, al que te quiere engullir y ningunear y mentir. Por eso para poner en claro quien es quien, y quien es el poder, los de Arriba, conviene delimitar discursos, y sus características. Los de la publicidad lo saben, por eso abunda en ellos la novelería de expresiones, marcas, títulos rumbosos, cantiñas de significantes... También lo saben los de la propaganda política y social, y lo mismo. Son lo que los marxianos llamaban la superestructura que justifica y sostiene los movimientos en el inframundo o subterráneos en donde están los sustentos e intereses de la cosa de mando y poder, como botín de la guerra del Capital contra todos.
Todo discurso, todo pensamiento, todo discurrimiento se expresa, impepinablemente, en la lengua, en el lenguaje que usamos, en este caso el español. Y por lo tanto si este español está trufado de expresiones anglófilas, como lo está cierto uso del mismo, el pensamiento, el discurso, el discurrir se atrofia y se entrega al de esa lengua y sus visiones, convicciones y pasiones. Es algo, para lo que se llama sociología del lenguaje, casi matemático. Uno no puede vehicular con elementos de otro su propio discurrir. Por eso noto esa enorme distancia entre las generaciones que estudiaron en su formación básica inglés y uno mismo, más allá de edades, vivencias, épocas… Uno estudió francés y eso cuenta y late, de alguna manera de ser.
Pero vengo a lo cotidiano, a la lucha en la propia lengua. Aceptar una sóla palabra o expresión del adversario político es estar ya perdido en el debate de ideas. Por ejemplo, y escojo una palabra contundente y santa, que apenas uso, como no fuere para la contra, esto es, para echar en cara su uso y su vacío. Es la palabra democracia. No leerán en mí tonterías del uso mediático y propagandístico de la mentira democrática, como es un blog muy democrático, es una costumbres democrática…, un hombre democrático, o una champaña o campaña democráticas..., o similares asertos. Porque los que mandan y sus medios han impostado libertad por democracia, han adulterado el significado de las dos para confundirlas e invalidarlas, vaciarlas, aburrirlas, hacerlas, incluso, cosa de expertos, cuando no propiedad exclusiva de ellos, que se erigen en sus defensores, intérpretes, usuarios, teólogos únicos de las endiosadas palabras que sustentan el tinglado que bendice los sótanos de sus intereses frente al común o la gente. De manera que democracia, que es una forma más de organizarse para gobernarse las sociedades, significa, para los que mandan, algo así como la patente de corso y bendición de sus actos, personas, hechos y todo lo que ejerzan y hagan con esa bendición mediante. Y así ejecutan el santo terrorismo democrático de sus urnas sobre la libertad. De manera que ya hemos tenido casos de dictadura democrática, como hemos tenido tigres vegetarianos, que los transgénicos, la ciencia, dicen, está ahí para hacer posible todo lo que interese a los de Arriba siempre. Bueno, la ciencia y todo aquello que se deje utilizar por el discurso, y sobre todo la conciencia. Que la primera batalla es la de la lengua, la del discurso, la de las palabras.
Pero no es por eso por lo que soy poeta, escritor atento al uso adecuado de la lengua, y a no dejarme permeabilizar por palabras como balas de muerte, como bombas, como morteros que me destrozarían en mi ser, como solapadas minas o lapas explotadoras, haciéndome un vulgar más, un vencido y ejecutado por los enemigos de la libertad. Me encanta, disfruto mucho, es un jolgorio para mí, es algo que me revitaliza, me alegra, hace que me corra (con perdón) en la fiesta y el festín. Cuando participo en algunos blogs de índole y prédica claramente sociatas, o pperospsoeciatas, con comentarios, intervenciones, etc., ya menos, y alguien de aventajada fe (en ellos) dice que si mi escritura es rara, que no sé escribir, que no se me entiende, o, por lo general, con expresiones de cabreo e insulto personal, contra mis expresiones que los descolocan, mis palabras que les quitan la silla bajo el culo..., entonces compruebo mi verdad, mi discurso, mi palabras, lo que en académico se llama estilo, y en macarra estilete, en clasicoburgués estilográfica...
Estilar es verbo de poco uso, que no es una palabra inventada o una jitanjáfora, como me dice mi amiga, la sin par gloria del mastuerzo en flor Marta-R. Domínguez Senra, a la que agradezco el gesto de situarme al lado del grande García Calvo, tocayo. Se hace lo que se puede. Digo que estilar es sinónimo de usarse, de acostumbrar, de hacer estilo también, y que me perdone María Moliner por este uso que no define. Creo que la revolución de la que hablo es la que pasa por estilar. Pero cuidado, no se trata de reducir el idioma, la patria única de palabras (eso de la patria como la lengua lo leí en primacía en Lope de Vega, en su La Dorotea, a instancia de mi maestro Juan Manuel Rozas…, que Fernando, el personaje principal, alter ego de Lope, al decirle a la amada le suelta: Porque tengo en la lengua y en ti mi patria: o sea el cuerpo de ella y la lengua es su patria, lo que resultó propuesta más que ventajosa y de bandera para mi joven ser, entonces: propuesta que no he abandonado y en la que milito, mi patria: la mujer que amo, o a quien ame en sus cuerpos concretos, vitales, y la lengua. Todo por ellos. Se trata de crear manteniendo las fuerzas esenciales del idioma. En mi formación de filólogo esto se llama ideolecto, y se dice que prácticamente todo escritor lo hace, lo construye, lo ejecuta. Me digo que depende, los escritores ruinas, los poetas estrellas y ministros, o los arracimados al poder, o a sus sectas y democráticas banderías, o democráticas huestes, cuando no democráticos botines, asumirán el discurso oficial de los de mando… Recuerdo el genial dircurso de Valle-Inclán, no sólo en determinadas obras, sino la asunción de todo un estilo en la parla, que de eso se trata, sin ser chabacano y teniendo la intención subversiva, que eso es la cosa. Por ejemplo un Eduardo Galeano pierde por esa parte, pierde mucho, pues no eleva su discurso y recrea la lengua, que es recrear el mundo, nombrarlo de nuevo, pues el mundo es la lengua en que se nombra, y se nombra en muchas lenguas y es uno.
Este debate o clarificación de la libertad frente al poder, de la libertad frente a lo impuesto como verdad, bueno esa triste verdad, que el poder siempre impone, por eso es triste y no tiene remedio, porque es mentira, aflora en determinadas situaciones y su expresión es grosera, antiestética, antipoética, cutre, perversa, fea, que no cuadra a las entrañas de la fuerza de la lengua, y menos en sus subterráneos vitales, y me refiero a las jergas de la calle o de la marginalidades varias, en las que estaría don Ramón del Valle también…, suelen ser inventos fatuos y coyunturales del academicismo diverso. Por ejemplo un caso flagrante es la expresión memoria histórica y los devaneos democráticos por cascar y endosar esa terrible y fea invención al riquísimo acerbo linguístico, que para mí va mucho más allá que para los diccionarios de la Academia, o de los estudios de lingüistas emperifollados. ¿Imaginamos usando la atroz expresión sinsentido, de nulidad absoluta a un Valle-Inclán o a un macarra drogadicto? Pues no, la sabiduría o competencia lingüística de ambos repelería el tecnicismo absurdo de la expresión, tanto en sus sentidos formales como de fondo. Y traigo esa expresión como podría traer otra, y la traigo porque lo usuarios e inventores de la misma han casado su uso con la intención y la militancia, su uso con el apoyo o no a una postura determinada sobre el pasado y los sucesos en la llamada guerra social abierta de 1936-39, que ellos, asumiendo el discurrir del poder ganador, llaman todavía Guerra civil de 1936-39. Lo cual no deja de ser lamentable y clarificador. Como eso de la condena de ETA, en expresión ad hoc, para determinar que no eres etarra, que odias la violencia, que no apoyas actos terroristas, que no usas ni admites que otros usen violencia para logros políticos, y si no la expresas como ellos imponen, mandan, obligan, pues eres etarra, o los apoyas. Porque ese es el estilo del poder, y si no lo dices como el poder pues estás contra el poder. Ahora si dices que condenas el poder, que condenas al psoe, o al pp, o la monarquía, o a la biblia en pasta no dices nada, porque para el estilo imperante, para el estilete y los fusiles y bombas, las guerras, terrorismos, uso de la droga y sus prohibiciones y consecuencias de tanta muerte y terror por parte de los que mandan, eso, esa condena no dice nada, aunque lo diga todo, y diga la verdad, la dolorosa y gozosa verdad que hace libres, una vez más, y sé que esa expresión la tomó alguien que sabía de su fuerza, y la tomó de un libertario, por eso la libero, y me digo que mi verdad me nace libre. Porque le doy a la expresión mi estilo, la estilo así, de esa manera.
Por eso el poder, últimamente, potencia las visualidades, la poesía llamada visual, y otras fotos de familia, como alternativa y condena a la escrita, cantada, expresada por la lengua, ya que la lengua es lo primero que cortan los que dominan, sobre todo la lengua diversa y biperina para ellos, sabedores de que en ella está todo, que pensamiento es lengua, que sentimiento lo mismo, que vida también..., que el uso de la lengua es síntoma de salud, de que una media palabra vale por toda las visiones, imágenes, imaginarías, cines y demás mentiras visuales que haber puedan haber. Que la lengua no engaña. Pero la chusma ignara cree lo contrario, como le dicen los listillos del poder ubicados cabe ella y al servicio del todopoderoso que habita Arriba, se vista la mona como se vista...
Continuaré esta serie de trabajillos sobre la lengua y sus usos. Ya que la Asociación de Escritores Extremeños, a la que me honro en pertenecer sólo como relleno e invitado de piedra, no quiere que imparta el curso del taller de creación literaria en Llerena, pese a tener toda la titulación y habilitación, amen de formación adecuada y experiencia sobrada para el mismo, aparte de que estar aquí en Llerena viene como miel sobre hojuelas para ahorro de gastos, y que mi dedicación sería sine die…, y el curso pasado mandó uno que se retiró y acudió a otro que por lo visto carece de formación, pero que tiene buena mano, que se dice… A ver si abren los ojos y esa asociación no está sólo al servicio del régimen extremeñí, sino de la buena escritura y de profes a lo menos contrastados y capaces, y etc…
Pero vengo a lo cotidiano, a la lucha en la propia lengua. Aceptar una sóla palabra o expresión del adversario político es estar ya perdido en el debate de ideas. Por ejemplo, y escojo una palabra contundente y santa, que apenas uso, como no fuere para la contra, esto es, para echar en cara su uso y su vacío. Es la palabra democracia. No leerán en mí tonterías del uso mediático y propagandístico de la mentira democrática, como es un blog muy democrático, es una costumbres democrática…, un hombre democrático, o una champaña o campaña democráticas..., o similares asertos. Porque los que mandan y sus medios han impostado libertad por democracia, han adulterado el significado de las dos para confundirlas e invalidarlas, vaciarlas, aburrirlas, hacerlas, incluso, cosa de expertos, cuando no propiedad exclusiva de ellos, que se erigen en sus defensores, intérpretes, usuarios, teólogos únicos de las endiosadas palabras que sustentan el tinglado que bendice los sótanos de sus intereses frente al común o la gente. De manera que democracia, que es una forma más de organizarse para gobernarse las sociedades, significa, para los que mandan, algo así como la patente de corso y bendición de sus actos, personas, hechos y todo lo que ejerzan y hagan con esa bendición mediante. Y así ejecutan el santo terrorismo democrático de sus urnas sobre la libertad. De manera que ya hemos tenido casos de dictadura democrática, como hemos tenido tigres vegetarianos, que los transgénicos, la ciencia, dicen, está ahí para hacer posible todo lo que interese a los de Arriba siempre. Bueno, la ciencia y todo aquello que se deje utilizar por el discurso, y sobre todo la conciencia. Que la primera batalla es la de la lengua, la del discurso, la de las palabras.
Pero no es por eso por lo que soy poeta, escritor atento al uso adecuado de la lengua, y a no dejarme permeabilizar por palabras como balas de muerte, como bombas, como morteros que me destrozarían en mi ser, como solapadas minas o lapas explotadoras, haciéndome un vulgar más, un vencido y ejecutado por los enemigos de la libertad. Me encanta, disfruto mucho, es un jolgorio para mí, es algo que me revitaliza, me alegra, hace que me corra (con perdón) en la fiesta y el festín. Cuando participo en algunos blogs de índole y prédica claramente sociatas, o pperospsoeciatas, con comentarios, intervenciones, etc., ya menos, y alguien de aventajada fe (en ellos) dice que si mi escritura es rara, que no sé escribir, que no se me entiende, o, por lo general, con expresiones de cabreo e insulto personal, contra mis expresiones que los descolocan, mis palabras que les quitan la silla bajo el culo..., entonces compruebo mi verdad, mi discurso, mi palabras, lo que en académico se llama estilo, y en macarra estilete, en clasicoburgués estilográfica...
Estilar es verbo de poco uso, que no es una palabra inventada o una jitanjáfora, como me dice mi amiga, la sin par gloria del mastuerzo en flor Marta-R. Domínguez Senra, a la que agradezco el gesto de situarme al lado del grande García Calvo, tocayo. Se hace lo que se puede. Digo que estilar es sinónimo de usarse, de acostumbrar, de hacer estilo también, y que me perdone María Moliner por este uso que no define. Creo que la revolución de la que hablo es la que pasa por estilar. Pero cuidado, no se trata de reducir el idioma, la patria única de palabras (eso de la patria como la lengua lo leí en primacía en Lope de Vega, en su La Dorotea, a instancia de mi maestro Juan Manuel Rozas…, que Fernando, el personaje principal, alter ego de Lope, al decirle a la amada le suelta: Porque tengo en la lengua y en ti mi patria: o sea el cuerpo de ella y la lengua es su patria, lo que resultó propuesta más que ventajosa y de bandera para mi joven ser, entonces: propuesta que no he abandonado y en la que milito, mi patria: la mujer que amo, o a quien ame en sus cuerpos concretos, vitales, y la lengua. Todo por ellos. Se trata de crear manteniendo las fuerzas esenciales del idioma. En mi formación de filólogo esto se llama ideolecto, y se dice que prácticamente todo escritor lo hace, lo construye, lo ejecuta. Me digo que depende, los escritores ruinas, los poetas estrellas y ministros, o los arracimados al poder, o a sus sectas y democráticas banderías, o democráticas huestes, cuando no democráticos botines, asumirán el discurso oficial de los de mando… Recuerdo el genial dircurso de Valle-Inclán, no sólo en determinadas obras, sino la asunción de todo un estilo en la parla, que de eso se trata, sin ser chabacano y teniendo la intención subversiva, que eso es la cosa. Por ejemplo un Eduardo Galeano pierde por esa parte, pierde mucho, pues no eleva su discurso y recrea la lengua, que es recrear el mundo, nombrarlo de nuevo, pues el mundo es la lengua en que se nombra, y se nombra en muchas lenguas y es uno.
Este debate o clarificación de la libertad frente al poder, de la libertad frente a lo impuesto como verdad, bueno esa triste verdad, que el poder siempre impone, por eso es triste y no tiene remedio, porque es mentira, aflora en determinadas situaciones y su expresión es grosera, antiestética, antipoética, cutre, perversa, fea, que no cuadra a las entrañas de la fuerza de la lengua, y menos en sus subterráneos vitales, y me refiero a las jergas de la calle o de la marginalidades varias, en las que estaría don Ramón del Valle también…, suelen ser inventos fatuos y coyunturales del academicismo diverso. Por ejemplo un caso flagrante es la expresión memoria histórica y los devaneos democráticos por cascar y endosar esa terrible y fea invención al riquísimo acerbo linguístico, que para mí va mucho más allá que para los diccionarios de la Academia, o de los estudios de lingüistas emperifollados. ¿Imaginamos usando la atroz expresión sinsentido, de nulidad absoluta a un Valle-Inclán o a un macarra drogadicto? Pues no, la sabiduría o competencia lingüística de ambos repelería el tecnicismo absurdo de la expresión, tanto en sus sentidos formales como de fondo. Y traigo esa expresión como podría traer otra, y la traigo porque lo usuarios e inventores de la misma han casado su uso con la intención y la militancia, su uso con el apoyo o no a una postura determinada sobre el pasado y los sucesos en la llamada guerra social abierta de 1936-39, que ellos, asumiendo el discurrir del poder ganador, llaman todavía Guerra civil de 1936-39. Lo cual no deja de ser lamentable y clarificador. Como eso de la condena de ETA, en expresión ad hoc, para determinar que no eres etarra, que odias la violencia, que no apoyas actos terroristas, que no usas ni admites que otros usen violencia para logros políticos, y si no la expresas como ellos imponen, mandan, obligan, pues eres etarra, o los apoyas. Porque ese es el estilo del poder, y si no lo dices como el poder pues estás contra el poder. Ahora si dices que condenas el poder, que condenas al psoe, o al pp, o la monarquía, o a la biblia en pasta no dices nada, porque para el estilo imperante, para el estilete y los fusiles y bombas, las guerras, terrorismos, uso de la droga y sus prohibiciones y consecuencias de tanta muerte y terror por parte de los que mandan, eso, esa condena no dice nada, aunque lo diga todo, y diga la verdad, la dolorosa y gozosa verdad que hace libres, una vez más, y sé que esa expresión la tomó alguien que sabía de su fuerza, y la tomó de un libertario, por eso la libero, y me digo que mi verdad me nace libre. Porque le doy a la expresión mi estilo, la estilo así, de esa manera.
Por eso el poder, últimamente, potencia las visualidades, la poesía llamada visual, y otras fotos de familia, como alternativa y condena a la escrita, cantada, expresada por la lengua, ya que la lengua es lo primero que cortan los que dominan, sobre todo la lengua diversa y biperina para ellos, sabedores de que en ella está todo, que pensamiento es lengua, que sentimiento lo mismo, que vida también..., que el uso de la lengua es síntoma de salud, de que una media palabra vale por toda las visiones, imágenes, imaginarías, cines y demás mentiras visuales que haber puedan haber. Que la lengua no engaña. Pero la chusma ignara cree lo contrario, como le dicen los listillos del poder ubicados cabe ella y al servicio del todopoderoso que habita Arriba, se vista la mona como se vista...
Continuaré esta serie de trabajillos sobre la lengua y sus usos. Ya que la Asociación de Escritores Extremeños, a la que me honro en pertenecer sólo como relleno e invitado de piedra, no quiere que imparta el curso del taller de creación literaria en Llerena, pese a tener toda la titulación y habilitación, amen de formación adecuada y experiencia sobrada para el mismo, aparte de que estar aquí en Llerena viene como miel sobre hojuelas para ahorro de gastos, y que mi dedicación sería sine die…, y el curso pasado mandó uno que se retiró y acudió a otro que por lo visto carece de formación, pero que tiene buena mano, que se dice… A ver si abren los ojos y esa asociación no está sólo al servicio del régimen extremeñí, sino de la buena escritura y de profes a lo menos contrastados y capaces, y etc…
Glorioso sí que es lo del "mastuerzo en flor", que es además la leche. Qué fino.
ResponderEliminarTú que sabes de palabras sabrás la razón de que mi apellido conduce en muchos casos a la confusión y se transforma de Domínguez en Rodríguez. No es por quitarle mérito a tu lapsus admitiendo que abunda, que conste. Lo que importa es ir búsqueda del berro perdido.
Pues ahora la palabra "democracia" tampoco es que se oiga tanto, al menos por aquí. Se emplean otras como "participación", "integración" y, no me hagas pensar (que duele), otras más ad hoc como la "alianza de civilizaciones". Aún no he comprendido qué tiene de malo "minusvalido" con respecto a "discapacitado". Desde mi observatorio neológico bostezo como una princesa aburrida que no sabe si peinarse las trenzas o si cortarse el pelo al cero. Esto es un páramo y quien lo probó lo sabe.
Un abrazo, gentil poeta.
¡Eres más fina que un coral!, que dicen los castizos. Y tu oportuna finura se agradece tanto... Pues corregida en lapsus, y que conste que como Domínguez no abunda, y habiendo conocido a unos, hace tiempo, por acá, pues enlacé el uno en otro para no olvidarlo, maturranga (treta en jerga llerení) aprendido de mis años docentes; pero el virus antedicho días ha hace estragos paralzheiméricos y esta mañana, poco antes de la pintanza no veía claro. Enmendado el yerro.
ResponderEliminarDesde luego que sí, que los de mando usan todas las palabras que los desenmascaran, esa de "participación", que si no participas eres malo, o la de "integración", una monada total... La que te duele he estado a punto de ponerla de ejemplo; pero es que me da como grima ponerla, usarla, no se me vaya a pegar algo malo de verdad, y mate al virus conmigo.
Por cierto estuve el jueves por Portugal, en Estremoz, y compré berros, no tenían flor aún, aunque eran hermosos y de ese verde lujuria que tanto vale.
Mis saludos
Qué suerte la tuya estar tan cerca de Portugal. La última vez que me acercé, fue por la Serra de Geres (que los orensanos llaman de Xurés y la Xunta llama algo irreconocible), y vi caballos en libertad o, mejor dicho, a su bola. En invierno los bajan a poblado. En tres palabras: Im presio nante. Del lado gallego vi zapateros, que hacía 35 años que no los había visto por este otro lado.
ResponderEliminarMientras hayan zapateros en los ríos, berros en los campos y poetas como caballos en libertad, aguantaré.
Gracias por la enmienda, aunque de todas maneras estoy convencida de que nadie repara en esas cosas.
A seguir bien.
Copión ;-)
ResponderEliminarQué bonitos son los cardos borriqueros, ¿por qué tendrán esa fama y ese nombre?
Del resto no digo nada porque me perdí, es tan largo que me quedé dormida :P
Aaoiue, me pasé por tus blogs y quedé "abraiada". Enhorabuena.
Agustin eres un genio. A la Balcells ni caso, aunque le guste el cocido. "Llerení" me lo debes, arquitecto. Y por favor, no participes.
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