8 de junio de 2007

RECUERDO DE GERSHOM SCHOLEM

LA CONFRONTACIÓN ENTRE EL DIOS BÍBLICO Y EL DIOS DE PLOTINO EN LA ANTIGUA CÁBALA

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El desarrollo medieval de las grandes religiones monoteístas oscila entre dos polos y, sean cuales fueren las diferencias entre ellas, es precisamente en esta tensión y en las controversias que genera donde más se acercan. Se trata de la tensión entre las fuentes originarias de su mundo religioso en los escritos canónicos, recibidos como revelación, y el mundo del pensamiento especulativo, que desde la herencia de la filosofía griega penetra en el ámbito de la representaciones originariamente religiosas, pretende dominarlas, compite con ellas y las transforma. De esta tensión nace el mundo de la teología, que a su vez constituye una herencia, un tesoro de ideas, representaciones e imágenes, que ejerce un influjo constitutivo sobre la experiencia religiosa que nunca ha cesado de ser vivida. El mundo de los místicos, en el que esa experiencia viva se hace más patente que en los otros, participa también en mayor medida en la tensión derivada de esa doble herencia.

No se puede decir más claro ni más corto. Es Gershom Scholem, en sus Conceptos básicos del judaísmo (Dios, Creación, Revelación, Salvación), editado en castellano por Trotta, 1998, en la colección Paradigmas-biblioteca de ciencias de las religiones. Que releo tras encontrarlo en las labores de ordenación del lugar nuevo de mi biblioteca.
Scholem fue fundamental para mi trabajo de tesis sobre el poeta medieval, en castellano, Dom Sem Tob de Carrión, y su lectura insólita, que realicé como trabajo central sobre toda la obra en poesía del rabino peninsular y judío. Y tanto alumbré que a partir de mi trabajo hay que entender de otra manera esa obra. Radicalmente otra desde esa lectura mía desde el pensamiento cabalístico en el que, de seguro, se desenvolvió una persona como Sem Tob, profundamente religiosa, intelectual y al que habría de seducir el pensamiento, el ámbito, el hálito y finalmente la forma de ver el mundo, de verse uno mismo y a los demás, que comporta la cábala, la tradición genuina del pueblo judío. Tradición que es considerada la forma como ha de leerse y entenderse la otra tradición expresa y escrita, que es el corpus bíblico canónico para el mundo judío a lo largo del tiempo.
Reconozco que mi trabajo fue un acuerdo semisuicida en el ambiente universitario zopenco en España, en el que los trabajos rigurosos, científicos, serios, de tesis e investigación de verdad, y no en función de manías, modas o cuestiones académicas están más que prohibidos perseguidos y denigrados.
Mi tesis era sobre todo eso, tesis. Que la obra de Sem Tob es imposible entenderse sin tener en cuenta la aportación de la cábala judía en el ámbito cultural del siglo XIV en el que el judío se desenvuelve, vive y crea una poesía que resulta muy rara y llamativa, demasiado moderna y extraña según algunos (Machado, Agustín García Calvo o Unamuno). El simbolismo, las metáforas y las ideas que expresa Sem Tob son nada sin la luz de la cábala judía medieval española.
Y mientras trabajaba esa tesis, desde el año 1981 hasta el 2001, unos veinte años, no podía dar crédito como los estudiosos españoles habían podido estar, ¿y están?, tan a la espalda de la realidad medieval peninsular, tan ciegos para ignorar la recopilación y difusión del Sefer ha Zohar, (El Libro del Esplendor), hecho por Moisés de León. Y tan ciegos ignorantes que desconocen todavía hoy el significado general de ese saber, su influencia y peripecias medievales y su difusión, valor e influencias actuales.
El que la cultura española permita vivir en ella elementos extraños, o aparentemente extraños, es casi un milagro. Y me da lo mismo que sea Cataluña, Euzkadi o Cochabamba. En eso los peninsulares están muy unidos y nacionalizados.
En fin que Gershom Scholem me ha traído mis reflexiones y trabajos de tesis, durante lecturas de años. Pero qué puedo escribir más si hablo de los recuerdos que me acompañan mientras leo las certezas de un profesor de mística judía y cábala en la Universidad Hebrea de Jerusalén, además de presidente de la Academia Nacional de Ciencias y Humanidades de Israel. Sabio matemático asimismo y hombre de ciencia.
Tuve la dicha de conocerlo personalmente y tratarlo.
Pero todavía hay más. Como es imposible entender la cultura de Sem Tob, y por supuesto su obra, tampoco se pueden entender las obras de unos Kafka, Walter Benjamín, Borges, Elías Canetti o Cañete, y otros muchos autores de nuestra contemporaneidad, que los listos de siempre creen saber que entienden, dominan, usan e interpretan certeramente.
Sin Gershom Scholem poco se puede alumbrar sobre la literatura contemporánea y sus intríngulis cabalísticos, esto es, tradicionales, en su sentido religioso profundo. Y lamento el asco de algunos, en sus entendederas, de lo religioso, reducido a manías y poquedades propias.

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