15 de junio de 2007

LA MUJER, EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

El siguiente texto, que consulto para un trabajo más amplio y serio sobre la carcundia matrimonial, lo reproduzco para ignaros que creen que hoy estamos en la cresta de la ola de lo moderno y en un progresismo total. La realidad es que estamos en una época negra, represiva, en donde la cárcel es tan segura que no hace falta ni guardias, ni rejas ni na de na. Se confunde comercio con libertad.
En algún artículo ridiculicé el asunto de los matrimonios gays como algo antiguo, carca y retro, y me burlaba pidiendo el matrimonio de los pajilleros con su propia mano, a fin de beneficiarse del estado de casado, de matrimoniado, en los asuntos referentes a ventajas fiscales y de impuestos, amén de otras, con que el poder retrógrado premia a quienes usan del matrimonio, ya que eso crece al poder y a su dominio carcundio. Lean, sino, A Mijail Bakunin en sus claras críticas y sus explicaciones. Hechas sobre finales del siglo XIX, son un alegato razonado, de una seriedad extrema y de difícil rebate. Pero hoy no vale lo racional ante los hechos consumados de los que imponen cómo ha de ser la vida, cómo ha de ser todo. Si yo, que peco de ácrata, lector de Bakunin, era congruente en mi oposición al matrimonio, no veo qué razones, presuntamente progresistas, habría de tener a favor de los casorios de gente que tiene determinadas costumbres sexuales, sean gays, lésbicas, pajilleros, zoofilos o jugadores de cartas... Todo es lo mismo de retro. Pero lean, lean a Bakunin. Racional, sensato y antiutópico, porque para cargárselo dicen aquello de, es utópico...

Derechos iguales para la mujer. Soy partidario, como el que más, de la completa emancipación de la mujer y de su igualdad social con el hombre. La expresión "igualdad social con el hombre" implica que, junto con la libertad, pedimos iguales derechos y deberes para el hombre y la mujer; es decir, la nivelación de los derechos de la mujer, tanto políticos como sociales y económicos, con los del hombre; en consecuencia, deseamos la abolición de la ley familiar y matrimonial, y de la ley eclesiástica tanto como civil, indisolublemente ligadas al derecho de herencia. Abolición de la familia jurídica. Al aceptar el programa revolucionario anarquista - único que ofrece, a nuestro entender, condiciones para una emancipación real y completa del pueblo común - y convencidos de que la existencia del Estado en cualquiera de sus formas es incompatible con la libertad del proletariado e impide la unión internacional fraterna de las naciones, expresamos la exigencia de abolición de todos los Estados.
La abolición de los Estados y del derecho jurídico implicará necesariamente la abolición de la propiedad personal hereditaria y de la familia jurídica basada sobre esta propiedad, porque ninguna de estas instituciones es compatible con la justicia humana.
Libre unión matrimonial. [Contra el matrimonio por compulsión hemos levantado la bandera de la unión libre.] Estamos convencidos de que al abolir el matrimonio religioso, civil y jurídico, restauramos la vida, la realidad y la moralidad del matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de dos personas: un hombre y una mujer que se aman. Estamos convencidos de que al reconocer la libertad de ambos cónyuges a separarse cuando lo deseen, sin necesidad de pedir el permiso de nadie para ello - y al negar de la misma forma la necesidad de cualquier permiso para unirse en matrimonio, y rechazar en general la interferencia de cualquier autoridad en esta unión - los unimos más el uno al otro. Y estamos convencidos también, de que cuando ya no exista entre nosotros el poder coercitivo del Estado para forzar a los individuos, asociaciones, comunas, provincias y regiones a convivir en contra de su voluntad, habrá entre todos una unión mucho más estrecha, una unidad más viva, real y poderosa que la impuesta por el aplastante poder estatal.
La educación de los niños. Con la abolición del matrimonio se plantea la cuestión de la educación de los niños. Su crianza, desde el embarazo de la madre hasta su madurez, y su formación y educación, igual para todos -una formación industrial e intelectual donde se combinen la capacitación para el trabajo manual y mental- deben corresponder fundamentalmente a la sociedad libre.
La sociedad y los niños. Los niños no son propiedad de nadie: ni de sus padres ni de la sociedad. Sólo pertenecen a su propia libertad futura. Pero en los niños esta libertad no es todavía real; es sólo una libertad en potencia. Porque una libertad real -es decir, la conciencia plena y su realización en cada individuo, basada fundamentalmente en el sentimiento de la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la dignidad de los otros, o sea basada en la justicia - sólo puede desarrollarse en los niños mediante un desarrollo racional de su inteligencia, carácter y voluntad.
De aquí se deduce que la sociedad, cuyo futuro depende por completo de la adecuada educación e instrucción de los niños y que, por tanto, no sólo tiene el derecho sino también la obligación de velar por ellos, es el único guardián de los niños de ambos sexos. Y como la futura abolición del derecho a la herencia convertirá a la sociedad en el único heredero, ésta tendrá que considerar como una de sus primeras obligaciones el suministro de todos los medios necesarios para el mantenimiento, la formación y la educación de los niños de ambos sexos, con independencia de su origen o de sus padres.
Los derechos de los padres se limitarán a amar a sus hijos y ejercer sobre ellos la única autoridad compatible con ese amor, en la medida en que esta autoridad no atente contra su moralidad, su desarrollo mental o su libertad futura.
El matrimonio como acto civil y político, al igual que cualquier otra intervención de la sociedad en
cuestiones amorosas, está llamado a desaparecer. Los niños serán confiados - por naturaleza, y no por derecho - a sus madres, quedando la prerrogativa de éstas bajo la supervisión racional de la sociedad.

MIJAIL BAKUNIN
En la foto: Antonia Kwiatkowska y Mijail Bakunin (1861)

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.