Yendo cierta vez por la calle, y siendo día futbolero, como era, vi la siguiente escena: Un padre, que llegaba apresurado, se encuentra al hijo pequeño, como de doce año, jugando, dando patadas a una pelota con otros chaveas. El buen hombre, ajetreado como venía, le suelta al niño que le saluda:
-¡Pero a ti no te gusta el fútbol! ¡Qué juega la selección!
Y el hombre apresura más el paso, y el chiquillo le sigue, recogiendo su balón y dejando a los otros… Luego me entero que había por la tele un partido de lo que llama selección española la mentira espectacular del periodismo como manipulación y educación o asilvestramiento del personal alienado.…
Y reflexiono, lo vuelvo a reflexionar. ¿Qué es gustar el fútbol? ¿Todo eso de ver jugarlo a 22 millonarios? Porque si el chico estaba jugando, si tenía pelota, si disfrutaba, como pude ver…, ¿no es eso gustar el fútbol, y no lo del padre que sólo es adicto a un espectáculo absurdo y mas alienador que la religion o cualquier opio? ¿No es el fútbol la panacea del espectáculo en que se ha convertido la vida alienada de mucha gente?, ¿no es el fútbol portador de valores eternos como violencia, competencia, leal y desleal, formador del prototipo humano del capitalismo en estos trances?
Porque sigo pensando eso luego de su uso por el franquismo para lavar la cara, o lavarse y manipular con circo programado y pan racionado. Como ahora esa triste herencia. Porque hace unos días vi al Iñaki Gabilondo, o Ñaki Cavilondo, como gusto llamarlo (tan o más perverso que el otro perrillo ladrador raditelevisivo, o sea, Jiménez Losantos), vi a ese tipo –digo- darle vaselina y paripé al representante bipartidario en mando supremo, o sea el Zapatero, a propósito de no sé que éxito supremo de España (sic), respecto a no sé qué campeonato de balompié que se celebra ahora por todo lo alto. Y allá que me estaba mi Zapatero preguntando y saludando a futbolistas y entrenador, con no poca teatralidad y devoto seguidismo de esas glorias patrias. La cosa era de una altura rayana en lo grosero; pero de mucha altura y mucha grosería. O sea, el fútbol en su más pristino uso político y social como portador de valores retrogrados, burdos, zafios y falsamente poseedor de valores nobles, como remata esa noticia del diario afín al Cavilondo y al Zapatero, referido a machacar a Rusia y otras lindeces que no son meras metáforas o formas de hablar, sino formas de sentir en el profundo grosero, torpe y portador (repito) de esos mostrencos valores de todos los autoritarios que en mundo son.
A estas alturas digo, es un decir, que no me gusta nada el fútbol, concebido como espectáculo, sino como a aquel niño al que recriminaba el padre que no le gustaba el fútbol, y estaba dando patadas a un balón, viviendo y disfrutando por sí mismo y para sí, como algo lúdico, inocente y nada más y nada menos… Ni me gusta el fútbol ni España, vamos esa España aglomerada en torno a once millonarios que machacan, si a todos mejor, por no decir otras lindeces de la jerga troglotidística de esos periodistas que se autodenominan deportivos, por decirse algo.
Somos mayoría los que pasamos de fútbol, y no hace falta que lo votemos, lo mostramos, como somos mayoría los que ni votamos, y ni votamos al pp o al psoe. Por lo tanto cúmplase esa democracia patente y váyanse los futboleros y los bipartiarios por algún desparrame y no copen todo con esa fuerza y atropellando a los demás. Machacándonos con sus tristes tonterías tan costosas.
Y el hombre apresura más el paso, y el chiquillo le sigue, recogiendo su balón y dejando a los otros… Luego me entero que había por la tele un partido de lo que llama selección española la mentira espectacular del periodismo como manipulación y educación o asilvestramiento del personal alienado.…
Y reflexiono, lo vuelvo a reflexionar. ¿Qué es gustar el fútbol? ¿Todo eso de ver jugarlo a 22 millonarios? Porque si el chico estaba jugando, si tenía pelota, si disfrutaba, como pude ver…, ¿no es eso gustar el fútbol, y no lo del padre que sólo es adicto a un espectáculo absurdo y mas alienador que la religion o cualquier opio? ¿No es el fútbol la panacea del espectáculo en que se ha convertido la vida alienada de mucha gente?, ¿no es el fútbol portador de valores eternos como violencia, competencia, leal y desleal, formador del prototipo humano del capitalismo en estos trances?
Porque sigo pensando eso luego de su uso por el franquismo para lavar la cara, o lavarse y manipular con circo programado y pan racionado. Como ahora esa triste herencia. Porque hace unos días vi al Iñaki Gabilondo, o Ñaki Cavilondo, como gusto llamarlo (tan o más perverso que el otro perrillo ladrador raditelevisivo, o sea, Jiménez Losantos), vi a ese tipo –digo- darle vaselina y paripé al representante bipartidario en mando supremo, o sea el Zapatero, a propósito de no sé que éxito supremo de España (sic), respecto a no sé qué campeonato de balompié que se celebra ahora por todo lo alto. Y allá que me estaba mi Zapatero preguntando y saludando a futbolistas y entrenador, con no poca teatralidad y devoto seguidismo de esas glorias patrias. La cosa era de una altura rayana en lo grosero; pero de mucha altura y mucha grosería. O sea, el fútbol en su más pristino uso político y social como portador de valores retrogrados, burdos, zafios y falsamente poseedor de valores nobles, como remata esa noticia del diario afín al Cavilondo y al Zapatero, referido a machacar a Rusia y otras lindeces que no son meras metáforas o formas de hablar, sino formas de sentir en el profundo grosero, torpe y portador (repito) de esos mostrencos valores de todos los autoritarios que en mundo son.
A estas alturas digo, es un decir, que no me gusta nada el fútbol, concebido como espectáculo, sino como a aquel niño al que recriminaba el padre que no le gustaba el fútbol, y estaba dando patadas a un balón, viviendo y disfrutando por sí mismo y para sí, como algo lúdico, inocente y nada más y nada menos… Ni me gusta el fútbol ni España, vamos esa España aglomerada en torno a once millonarios que machacan, si a todos mejor, por no decir otras lindeces de la jerga troglotidística de esos periodistas que se autodenominan deportivos, por decirse algo.
Somos mayoría los que pasamos de fútbol, y no hace falta que lo votemos, lo mostramos, como somos mayoría los que ni votamos, y ni votamos al pp o al psoe. Por lo tanto cúmplase esa democracia patente y váyanse los futboleros y los bipartiarios por algún desparrame y no copen todo con esa fuerza y atropellando a los demás. Machacándonos con sus tristes tonterías tan costosas.
Casi seguro estoy de que te estás tragando toda la Eurocopa, a pesar de tus palabras.
ResponderEliminarBueno, amigo anónimo, mucha seguridad es esa, mucha y sospechosa...
ResponderEliminarPiensa el ladrón que son todos de su condición, que dice el dicho de la gente. Que estaría bueno tener que decirte que NO trago nada, y menos eso que dices, ni voy a caer en la estupidez de contestarte que ni mucho menos.
Sólo te digo que suelo ser coherente, firme y seguro en mis principios y fines. Lo bastante sabio como para no dar un duro por un espectáculo vanal y huero, aburrido y cicatero, violento y tonto, sin repetos ningunos.
Es todo, y creo que he sido demasiado deferente con tu falta de respeto, tal vez involuntaria, hacia mí. Como lo son los futboleros en el despliegue del negocio, vocinglería, ruidos, patriotismos de cartón piedra, y toda la parafernalia inaguantable.
Atento.