Siempre pensé, a fuer de parecer simple, que fascismo y machismo son una y la misma cosa. Estamos en tiempos donde el totalitarismo nos corroe, a la chita callando, silencioso. Lo que alguno llamó, en otro idioma, la dictadura silenciosa. Esa dictadura de los machos bravíos y bien bragados, que los tienen bien puestos y ordenan y mandan, imponen sin misericordia su nuevo orden, tan arcaico, tan primate.
Pero en esa opresión del macho brutal no es ajena la mujer, aparte de parirlos. Sabido es que por hábito sicológico, por rendición incondicional o por falta de medios de defensa propia, de expresar su ser, la mujer se ha situado siempre al lado del más bestia, del más fuerte, si así lo quieren, como mera comparsa. Ya Clara Campoamor, feminista avezada y avanzada, en 1932 se oponía a que la mujer tuviera derecho al voto, así, sin concienciación y manejada por el machito, con las condiciones del machito y las reglas de juego del machito. Clara Campoamor no era de derechas precisamente, sino feminista radical, y sabía que las mujeres acabarían votando al macherío derechuzo. Así ocurrió. Sin embargo la progre Margarita Nelken defendió el derecho a voto de las mujeres, según la regla de juego del machismo, y así sucedió: que tuvo que soportar el llamado Bienio Negro de las derechas... Pero dejemos ilustraciones históricas republicanas antañonas.
El machismo hoy se potencia y reafirma porque ha incorporado a la mujer en sus proyectos, en su forma de ver el mundo, en su poder. Uno pensaba que la incorporación de las mujeres, injusta y torpemente relegadas del servicio político, iba a suponer el acabose del fascio machista. Y no es así. Antes al contrario. Hoy la mujer asume alegremente papeles machistas sin sonrojo ni vergüenza y con desparpajo: así es militar, banquera, policía, verduga, carcelera, corredora de bolsa, especuladora, empresaria... Y otras lindezas del orden machista. Hábilmente ha sabido el varón imponer ese orden como único, cerrado toda aportación que pudiera dar la mujer. Y así si una mujer asume cargos políticos lo desempeña con más puros cánones machotes, conservadores y fachas; por ejemplo doña Margarita Tatcher. Suele ser, en esto, más pundoronosa, más papista que el Papa, o más machista, en el cumplimiento de sus obligaciones, que el machito, más dura. En todos los órdenes de asunción de oficios y cargos políticos, sociales o burocráticos tradicionalmente asumidos por el machote.
En fin, breve reflexión que no hace más que iniciar un debate que parece apasionante y de interés. ¿Tiene la mujer alternativa a este mundo opresor, injusto y falto de libertades que no sean sólo formales, tristes y terribles del macho? Es la pregunta. A propósito de todo ello léase el libro de mi admirada Camille Paglia: Vamps &Tramps (más allá del feminismo): 2001, Valdemar. Que se vayan quitando telarañas y despejando los caminos de las razones. Porque un buen machista hoy puede ser quien tenga una vulva entre las piernas y unos pechos wolderbrá, por lo menos. A propósito véase también la obra clásica de Mary Elizabeth Perry: Ni espada rota ni mujer que trota. Es todo por hoy amigos y amigas.
NOTA.- Y no soy gey sino gepublicano, ¿clarito?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡efectivamente, amigo mío, andaba perdido en spam!, si es que no ando atento a los comentarios, y dicen que un blog sin ellos no existe, ¿quiénes lo dicen?, lo oígo por ahí a los malos..., ya está satisfecho todo y paso a agradecerte tu puesta en valor de lo expuesto..., como persona que me trabajo lo literario sé hacer casi todo, y por supuesto decir verdades sin acritudes ni peyorativos, pues para ganarme la vida he escrito desde discursos a reyes hasta, o para, reinan del mambo y leguleyos o artistas plásticos, alcaldes cuaresmales o escribidores el uso y fama..., etc. etc., pero de cuando en vez pierdo esa versatilidad y aparezco yo mismo desnudo, ¡¡horror!!
ResponderEliminarsalud