8 de agosto de 2009

ZURBARÁN ENTREVISTADO


Es que literatura sin humor, y si puede ser bueno (prefiero la ironía al sarcasmo u otras derivaciones…), como que no es. Me suliveiran autores como Cervantes o James Joyce por su humor amoroso, y sobre todo amo la poesía de poetas con humor, en la que los consagrados (nunca supe qué era eso de consagrados) ni la practican ni la hacen, fruto de lo que recuelga de la poesía romántica de los cataplines, que se cargó todo todo todo… Me trae al pairo la llamada verosimilitud, bueno eso que llaman verosimilitud los búhos rastrojeros que imparten talleres de literatura para tontoslabas y gente que quiere vivir del mercachifleo de esto que es la creación literaria. La creíble tiene que nacer de las propias entrañas del texto y del contexto del propio texto, y del juego literario y la propuesta del autor que guiña al lector y éste ha de estar preparado a aceptar como parte del juego vivo. Lo otro son jacarandeces de los críticos universitarios, nunca creativos y puntillosos trepas, los más, con su carrerita y boato a costa de los currantes de la imaginación que les falta y todo eso... El humor y el amor deben preñarlo todo. Así que traigo acá esta entrevista poco usual y como género literario y burla: de la historia, del arte como estudio de pelagatos y expertos más en la vida y vicisitudes personales de los artistas plásticos que en su arte, al que ni aman ni entienden, como no sea porque la iglesia o cualquiera otra institución lo usaba de ornato o similar, o sea, porque lo bendecían los poderes, y esos especialistas en artes y partes adoran al poder…, me importa un bledo eso: la historia, la historicidad, si es creíble, etc. Fue publicado en el número cero de la mítica Torre Túrdula, en 1999, que fundé con el amigo ya mencionado en vario lugar, Manolo Martín Burgueño, y que duró hasta hace dos años por estas fechas, y como eran dos números al año y no tenía fecha muy fija de salida, pues como todavía hay gente que la espera como agua de mayo en estos eriales culturales y creativos que vivimos, donde el espectáculo y la pajarería veraniega para ocio y turismo se confunde con cultura, y los artilugios comerciales con arte. He dicho.



DOCUMENTO INÉDITO
Entrevista histórica con Zurbarán

Estimados lectores, tenemos el honor de dar a conocer un documento precioso e incalificable, hallado hace unos días, tal vez de un visitante madrileño, en un doblao de aquí, de Llerena. Nada menos que una entrevista con el insigne pintor Francisco de Zurbarán. La publicamos aquí, en primicias, aprovechando el cuarto centenario del nacimiento del artista. Nuestras investigaciones no han precisado al autor de la misma, ni como llegó al conocimiento de Frasco, como le gusta que le llamen, que, por el contenido de la misma, parece que se escapó de uno de sus cuadros, adonde, al parecer, estaba pintado. Suponemos que puede haber sido hecha en Madrid, tal vez en el Museo del Prado, y transcrita, de la grabadora, en Llerena, hace poco más de un mes, con una letra lamentable que pasamos a limpio y publicamos.

PREGUNTA: ¿Es verdad que sois Zurbarán?
RESPUESTA: Y tan verdad. ¿O es que acaso no creéis que puedo haber salido de uno de mis cuadros y estar ante vos?
P: No lo dudo. Es verdad que sois pintor. ¿Dónde aprendisteis el oficio?
R: Bueno, uno hacía, o tenía que hacer, de todo para ganarse la vida en aquel tiempo de crisis. Aprendí de todos los que me enseñaron. Sí, tuve montado un taller, donde ocupé a cuatro, a veces más, oficiales y a algunos aprendices. Dirigía los trabajos y hacía lo que se terciara. En un momento dado pintaba un cuadro para un convento, luego me tallan y pinto una imagen, e incluso alcancé el arte de la arquitectura, pues en Llerena hay una fuente que diseñé, e hicieron unos canteros y albañiles con mayor mérito... De todo, hijo, uno hacía de todo en aquel tiempo.
P: A pesar de llevar siglos encerrado en ese cuadro oscuro, del que se ha dignado salir para atender mis preguntas, por no sé que sortilegios y magias, veo que está muy al tanto...
R: Pues claro, estoy ahí metido, en el lienzo, casi escondido, y es mucha la gente que pasa delante, y escucho... También hago mis escapadas.
P: ¿Qué piensa de sus centenarios y actos que se hacen en su nombre?
R: No quiero líos. Todo me huele mal. Es como un culto a los muertos que los españoles han desarrollado como nadie. Mientras que a artistas vivos los tratan con la punta del pie. Convenía que me dejaran en paz, yo no soy patrimonio de ninguna institución, y se dedicaran a valorar mi obra por sí misma, a hacer que la amaran los que aprenden en colegios y escuelas, que vieran sus valores, si los tiene, y aprendieran de lo que tenga. Y se dejaran de tanta cuchipanda de que si me casé tantas veces o usaba calzoncillos largos... Todo eso no son sino estupideces que nada aportan para conocer mi obra y valorarla. De lo que conozco, por este centenario de 1998, me ha gustado la exposición hecha en Barcelona, hacia el mes de mayo, que ha reunido pinturas de mis talleres y de mi hijo Juan lo que hasta ahora conocéis o le atribuís. También la de Valencia, por congregar pinturas de exportación a América, de mi taller en Sevilla. Hermosos cuadros que rompen la pacata visión que de mí se tiene o se enseña. ¡Ah!, como recuerdo las prisas por acabar algunos encargos, y mis oficiales en la fábrica, pintando detalles y especializaciones hasta altas horas de la madrugada. Por supuesto que quien firmaba contratos y trabajos era yo, el maestro. Lo de cobrar lo tuvimos crudo a veces, pues pirateaban los barcos que llevaban las pinturas y, si te he visto no me acuerdo. ¿Cómo se explica vos que existan tantas pinturas mías en Inglaterra?
P: Bueno, bueno. No sé si esto que me dice molestará a alguien.
R: No veo el motivo. Además yo estoy ya más allá del tiempo y, como comprenderá, me importa un comino...
P: Ahora que tengo la oportunidad, vuestra humildad...
R: ¡Jua, jua jua! Sólo un tonto puede hacer este planteamiento, con perdón de vuesa merced. Mucho y vanamente se ha hablado de ella. En esta época que vivís parece entender toda la gente de todo y hablar de todo, sin tener base ni formación alguna, sin viajes, estudios, vida... Es lamentable. Fui discreto, no lo niego, tan discreto como Miguel de Cervantes, muerto cuando yo frisaba los dieciocho. De su vida nada sabíamos ni nos interesaba. Sí escuchábamos, con deleite, la lectura de sus obras, especialmente de su Don Quijote, con interés, amor y mucho regocijo. Que eso es lo que importa del artista: su obra. Lo demás no son sino gilipolleces de gentes que viven de las rentas de nuestros cadáveres, que hacen negocios a su costa, a su costa medran y enriquecen.
P: Entonces entiendo que veis mal que se os homenajee, que las instituciones os hagan congresos, estatuas, teatros...
R: Bueno, si la estatua va a servir para que la meen los perros o sitúen ante ellas basuras, como ocurre en las que existen en Llerena... No, eso me trae al fresco. Vuelvo a decir: A mí lo que me importa es mi obra y su conocimiento por todos, su disfrute. Y todo lo que se haga debe contribuir a eso, sean congresos, estatuas, teatros, novelas, cine... A que despierte la pasión en las gentes por conocer lo que hice, lo que pinté. Sino todo es nada, por mucha buena intención que haya. Tenga presente que el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones. Desde tantos siglos de madurez comprenderá que no dejo de ver, con cierto aire de ironía, esas chiquilladas de congresos y demás, de hurgar en mi vida privada. Me hacen gracia esas gorras, bolígrafos y medallones para celebrar que nací en 1598. Si eso sirve para amar mi obra, bueno sea. Para mí, desde tanta distancia, son zarandajas, como comprenderá vos, vistas desde mi obra.
P: ¿Y las instituciones?
R: Como en mi época, para un artista las instituciones están para sacarles el pan diario y los bienes para realizar arte. Lo hice a órdenes religiosas, nobles, cabildos, cofradías, iglesias y hasta a la Corona. Pero, aparte de eso, conviene distanciarse de ellas. O apegarte lo más posible para salvar el pellejo y ganarte amigos por doquier, como yo mismo hice, como caballero de la Orden de Santiago, ayudando a mi amigo Diego Velázquez... Ahí muestro la vaciedad del concepto de humildad. Conviene la altivez de ser caballero santiaguista a que te tomen por judiazo...
P: Se habla mucho, insisto, de su vida oscura, retirada...
R: ¡Toma! ¡Cómo un currante más! ¿O es que debía asistir yo a juergas y saraos continuamente? No, mi casa y mi taller. Mi familia, mi obra, mis amigos...
P: Bueno, le vemos cansado y un tanto añorante, taciturno, con cierto aire de transcendencia.
R: Sí, vuelvo a meterme en el lienzo del que salí. Quedad con Dios y que Él os asista. Repetid a todos que lo importante es ver y gozar mi pintura, lo demás es filfa y chanza.
P: Antes que os esfuméis. Decidme si os gustaría que, por lo que se conoce de vos, o el nuevo personaje que sois ya, fuera motivo de inspiración artística para escribir novelas, teatro, hacer películas...
R: Encantado. A mí me inspiraron santos y hasta la mismísima Virgen María. Y los acomodé a mi visión. Si yo sirvo para otro tanto... Si la entrega del artista y el logro es dar belleza a los demás, y goce estético y elevar espíritus amodorrados, que en vuestra época abundan, ¡loado sea el cielo y loada mi existencia en esta tierra! Ahora sí tengo que irme. Recordándole que la obra artística pervive y es más perenne que la ciencia. ¿O no está ya superada la teoría física de Newton? Que Dios esté con vos, salud y paz, no tener prisas y dedicad vuestra atención a lo que importa en la vida. Disfrutad siempre, con todo y con todos, y seréis libre. Siglos de experiencia hablan en mí.

NOTA: Por la transcripción: Agustín Romero Barroso y Rosouro Bara.

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