22 de agosto de 2009

LIBROS ILUSTRADOS













El primer relato que leí de Marcel Schwob fue El Rey de la mascara de oro, y me quedé perplejo y entusiasmado. Era por los inicios de los ochenta. Y desde entonces decidí leerlo todo de ese autor, conocerlo bien. Me fascinaba y cuando me enamoro de alguien es hasta el tuétano y con una pasión desmedida, aunque temperada por la razón en su medida. Marcel Schwob forma parte de ese elenco de autores a los que uno vuelve, y que están ahí de guardia, en la misma estantería de la biblioteca personal. Junto a Italo Calvino, Borges, Monterroso, Cunqueiro, Arreola, Rulfo, Filisberto Hernández, Macedonio Fernández, Stanislaw Lem, los cronistas de Indias, especialmente mi paisano Cieza de León, las biblias diversas, Sade, Elías Canetti, los libros de caballerías, Valle-Inclán, Bergamín, Spinoza, Espinosa, Ángel Vázquez... Los visito a menudo y esta vez tocó a Schwob, y dos títulos publicados por Bruguera, en aquella colección de Libro Amigo sorprendente y barata. Los tengo también en francés, como es necesario; pero los traigo aquí en aquella edición por las ilustraciones. No las de la editorial sino por las que entonces me daba por hacer en los libros que leía. Vidas imaginarias y El Rey de la Máscara de Oro... En Vidas Imaginarias, el clásico de Schwob, hice una ilustración a lápiz para cada vida. No sé si esto lo hace mucha gente o siempre. Yo lo hacía entonces en casi todo lo que leía, con lo que mi bibloteca creo que gana puntos en el sentido de que algunas de esas ilustraciones valdrán algo, digo yo... Porque depende del que la vaya a liquidar al peso: si los libros están pintarrajeados no valen un bledo. Por ello he tenido a bien traer acá algunas de esas ilustraciones de lecturas encontradas... Me sigue fascinando la presentación tan acertada de Marcel Schwob que se hace en las contraportadas de las ediciones de Bruguera:

EL REY DE LA MÁSCARA DE ORO

Escritor singular y personaje excéntrico, Schowb pertenece a la época del donjuanismo intelectual que precedió y siguió el movimiento simbolista. Poseyó una amplísima erudición tanto literaria como en las disciplinas más dispares, a la vez que un gran talento crítico y un sugestivo dominio de la traducción. Sus cuentos, escritos bajo la influencia de Poe, son creaciones de gran originalidad temática y estilística. El elemento fantástico, esencial en su producción, se conjuga maravillosamente con otros más sensuales y filosóficos en sus análisis de casos de teratología, horas de alucinación y sueños de opio. En el deslumbrante relato de corte terrorífico El Rey de la Máscara de Oro, que da título a este volumen, la crueldad y el sadismo alcanzan las más altas cotas de estremecimiento y asombro. (contraportada)

A mí no me parece tan terrorífico y sí deslumbrante, y hay mucho más asombro que estremecimientos...

VIDAS IMAGINARIAS


Estas vidas, que Marcel Schwob dibuja con la precision de un órfebre y la exactitud de un erudito, son tan reales como un texto de historia aunque sólo hayan existido en la imaginación del autor. Situadas en un marco temporal que va desde la Antigua Grecia hasta el populoso Lodres del siglo XVIII, los relatos de Schwob dan vida a un nuevo género literario: la historia-ficción, la narración de aquello que pudo haber ocurrido. La verosimilitud de estos textos se funda en un serio trabajo histórico: Pero fundamentalmente, en una aguda fantasía que enriquece nuestra vision de la vida y la historia. Entre otros muchos, Borges ha transitado el fecundo camino que Schwob abrió con este libro de asombrosa originalidad.
(contraportada)
Bueno, pues ahí arriba traigo alguna ilustración hechas en su momento de lectura, sobre esos dos libros.
Olvidaba decir que, como entonces participaba mis lecturas con mis amigos, fue uno, Fernando Ruiz Millán, dibujante, pintor, ilustrador..., el que también la tomó por ilustrar estos libritos; de él son tres dibujos, que el inteligente lector dilucidará pronto por la diferencia...

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