Asimismo el intento por llevar a Torre Túrdula, en soporte impreso, la cultura popular, fue una realidad, sin el boato, bombo y dineros de las instituciones, que encima se la cargan. Así cuentos populares, supersticiones, juegos, pegas (un género popular mal conocido y extraordinario) vinieron a la revista Torre Túrdula. He aquí una muestra de este cuento que me permití rastrear un poquito nada más. Por algo anduvo por acá la madre de los Machados recogiendo todo lo que pudo referido a cuentos populares, llevándose de Llerena más de los dos centenares, que un día averiguaremos donde se andan, si es que subsisten, fueron publicados en aquella revista llamada El Bético Extremeño que el padre de los supra dichos Machado, poetas de fama, dirigía por el sur extremeño, de donde procedía la familia de Demófilo, nombre de guerra del hombre...
CUENTOS POPULARES DE LLERENA
(serie)
Agustín Romero Barroso
EL SEÑÓ GASPÁ
PRESENTACIÓN
(serie)
Agustín Romero Barroso
EL SEÑÓ GASPÁ
PRESENTACIÓN
En cada número se recogerá un cuento o relato popular de Llerena. En un principio los inéditos como textos impresos. Lo reproduciremos tal y como nos lo cuenten los informantes, o como quedó en las memorias. El primero se quiere remontar al Sendebar o Libro de los engaños e los asayamientos de las mujeres, colección árabe de la versión original hindú, trasladada al castellano por el infante Fadrique, hacia 1253. Existen versiones siriacas, griegas, hebreas, etc. Tal creemos que es la procedencia del cuentecillo recogido ahora. Los gentiles informantes fueron don Antonio Fuentes Franco, maestro, y doña Manuela Barroso Marín, mi madre.
TEXTO
Tomó ella en su entención que saber
es una nave muy segura para poder
pasar sin peligro la vida, juntamente
con el bien obrar.
SENDEBAR
es una nave muy segura para poder
pasar sin peligro la vida, juntamente
con el bien obrar.
SENDEBAR
Érase un ciego llamado señor Gaspar, que era mu rico. Vivía en un barrio del que apenas salía y era muy conocido de todos.
Ocurrió que entró en amores con una casada. Un poco por sus dineros y otro poco por los encantos que el buen hombre podía tener.
Así que, estando un día acostado con la mujer, mientras el marido de ella estaba en el campo, se oyó el rebuzno de un asno, que la mujer identificó como el de su marido, que volvía. Así que no había tiempo de vestir al ciego, ya que notaba que su hombre entraba por la puerta principal de la casa. Entonces se le ocurrió, pues son siempre así de listas las mujeres, llevarlo a las traseras de la vivienda y abrir un portillo que daba a una calleja. Así que, abriendo la portezuela lo hizo salir fuera, a la calle, desnudo como estaba, diciéndole:
-Señó Gaspá, señó Gaspá, métase en esta alacena escondido hasta que mi marido se vaya o lo distraiga. Agáchese. No se vaya a dar con el techo y esté quieto y bien callado.
Como es suponer pasó el tiempo y el ciego estaba acurrucado en plena calleja, enfrente de la portezuela, como si estuviera metido en armario o alacena. Y llegaron a pasar por allí unos niños, que al ver de esa forma al pobre ciego, desnudo y encogido, quieto, dijeron:
-¡Señó Gaspá, señó Gaspá, que está usted en cueros!
A lo que respondió:
-Callá, joio por culo, que estoy escondío.
Ocurrió que entró en amores con una casada. Un poco por sus dineros y otro poco por los encantos que el buen hombre podía tener.
Así que, estando un día acostado con la mujer, mientras el marido de ella estaba en el campo, se oyó el rebuzno de un asno, que la mujer identificó como el de su marido, que volvía. Así que no había tiempo de vestir al ciego, ya que notaba que su hombre entraba por la puerta principal de la casa. Entonces se le ocurrió, pues son siempre así de listas las mujeres, llevarlo a las traseras de la vivienda y abrir un portillo que daba a una calleja. Así que, abriendo la portezuela lo hizo salir fuera, a la calle, desnudo como estaba, diciéndole:
-Señó Gaspá, señó Gaspá, métase en esta alacena escondido hasta que mi marido se vaya o lo distraiga. Agáchese. No se vaya a dar con el techo y esté quieto y bien callado.
Como es suponer pasó el tiempo y el ciego estaba acurrucado en plena calleja, enfrente de la portezuela, como si estuviera metido en armario o alacena. Y llegaron a pasar por allí unos niños, que al ver de esa forma al pobre ciego, desnudo y encogido, quieto, dijeron:
-¡Señó Gaspá, señó Gaspá, que está usted en cueros!
A lo que respondió:
-Callá, joio por culo, que estoy escondío.
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