Soy escritor en tanto dedico mi tiempo y energías a escribir. Esto es: usar lenguaje como instrumento, material creativo, aparte de herramienta de comunicación y pensamiento.
Vivo en Extremadura. Tres formas de de vivir allá: siendo cacique o con los que mandan. Los obedientes a los caciques –esa mayoría silenciosa y silenciada- víctimas de sus ignorancias, miedos, odios. Y, tercero, extremeños que ni somos caciques (progresistas o no), ni obedientes electores de mandamases.
De los que no entran en los bandos de la hemiplejía mental (jívara y pobre) a que se quiere reducir la vida (pública y privada) de lo que llaman España (el bipartidismo: igual can con vario collar y callar). Extremeño de la mayoría exilada, emigrada, que no halla en su tierra sol, agua, pan, ni aire...
Para ser hoy escritor en Extremadura hay que tener permiso de la Junta, y de su genial Consejería de Cultura, ese espectáculo del Régimen con los aprendices advenedizos e interesados que cortejan. Especial de una Asociación de Escritores Extremeños, que dirige cotarro y marca quien es cada cual. Con pingues dineros para saraos, darse premios y becas, adjudicarse poltronas y tribunas en la Junta, diputaciones, ayuntamientos, etc. Claro que hay que haber comulgado con las ruedas de molino del partido y con la patente de sindicato hermano, o asociación que ampare.
Sin eso, usted no es nada ni nadie, debido a la falta de expresión moderna ejercida: los dos diarios impresos están sojuzgados y ocupados por plumíferos afines al cacicato. Lo mismo emisoras de radio, etc.
Mientras tanto sigo escribiendo. Una pequeña e independiente editorial da cauce, una revista modélica codirijo: Torre Túrdula, y una página web que sale en breve...
Seguiré solicitando becas a la creación literaria convocadas por la Junta, que nunca me darán por motivos de represalia política y no por falta de valor de los proyectos presentados...
Hace como cuatro años El Pollo Urbano ofreció sus alas para exponer opinión, para informar desde esa Crónica Extrema. Pienso seguir. Extremadura, lugar de la única patria: la humanidad. Por ello denunciar sus males, carencias, poner el dedo en llagas seculares es inicio de terapia. Lo otro, que los más hacen, son paños calientes que darán gangrenas.
Por todo, por mi relación con Aragón, y con Zaragoza, especial, me llamo extremaño, forma aprendida de paisano emigrado a Teruel, que aún no existía. Como yo, salió extremeño y volvió extremaño.
Vivo en Extremadura. Tres formas de de vivir allá: siendo cacique o con los que mandan. Los obedientes a los caciques –esa mayoría silenciosa y silenciada- víctimas de sus ignorancias, miedos, odios. Y, tercero, extremeños que ni somos caciques (progresistas o no), ni obedientes electores de mandamases.
De los que no entran en los bandos de la hemiplejía mental (jívara y pobre) a que se quiere reducir la vida (pública y privada) de lo que llaman España (el bipartidismo: igual can con vario collar y callar). Extremeño de la mayoría exilada, emigrada, que no halla en su tierra sol, agua, pan, ni aire...
Para ser hoy escritor en Extremadura hay que tener permiso de la Junta, y de su genial Consejería de Cultura, ese espectáculo del Régimen con los aprendices advenedizos e interesados que cortejan. Especial de una Asociación de Escritores Extremeños, que dirige cotarro y marca quien es cada cual. Con pingues dineros para saraos, darse premios y becas, adjudicarse poltronas y tribunas en la Junta, diputaciones, ayuntamientos, etc. Claro que hay que haber comulgado con las ruedas de molino del partido y con la patente de sindicato hermano, o asociación que ampare.
Sin eso, usted no es nada ni nadie, debido a la falta de expresión moderna ejercida: los dos diarios impresos están sojuzgados y ocupados por plumíferos afines al cacicato. Lo mismo emisoras de radio, etc.
Mientras tanto sigo escribiendo. Una pequeña e independiente editorial da cauce, una revista modélica codirijo: Torre Túrdula, y una página web que sale en breve...
Seguiré solicitando becas a la creación literaria convocadas por la Junta, que nunca me darán por motivos de represalia política y no por falta de valor de los proyectos presentados...
Hace como cuatro años El Pollo Urbano ofreció sus alas para exponer opinión, para informar desde esa Crónica Extrema. Pienso seguir. Extremadura, lugar de la única patria: la humanidad. Por ello denunciar sus males, carencias, poner el dedo en llagas seculares es inicio de terapia. Lo otro, que los más hacen, son paños calientes que darán gangrenas.
Por todo, por mi relación con Aragón, y con Zaragoza, especial, me llamo extremaño, forma aprendida de paisano emigrado a Teruel, que aún no existía. Como yo, salió extremeño y volvió extremaño.
NOTA. Reproduzco texto que se publicó en el disco-libro que El Pollo Urbano sacó con motivo de aniversario. Para leer no hay más pinchar con el puntero de ratón y se abre la ilustración a pantalla completa; pero he transcrito el texto con una variante, más que corrección de errata. Donde dice que no halla en su tierra sol, agua, pan, ni aire..., en el texto publicado está haya con y griega... Es intencionado, referido a que los caciques y sus serviciales quieren eso para mí... Otro día hablaremos de las jotas guarras que trae el disco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.