17 de junio de 2009

DE ARCHIVO

Ando estos días como revisando, a ratos y lugaress, mi archivo personal y encuentro cosillas que me levantan alegrías en unos casos, alguna tristeza, sorpresa, sonrisas... No gusto mucho de visitar el tiempo pasado para regodearme o añorar. Es peligroso ejercicio. Y saco algunas cosillas que escaneo y coloco aquí. En definitiva es mi página personal y de autobombo, aunque eso del autobombo no entiendo bien para qué es. Y como alternativa a la crítica social y política, que no sé que he hecho últimamente que alguna gente ha huido. Y debe ser mi apoyo a la Iniciativa Internacioalista, que como los poderosos dicen que son ETA, pues algo queda... En fin, la infamia del poder aparte de ser lo que es y mentira, queda siempre impune...
Que antes de Internet, y luego, uno publica en formato papel, hace ya años... Incluso llegó al frenesí de hacerlo más que ahora en lo virtual... No es un recién venido en esto de dar a la lectura pública... Tablas se llama la cosa...
Y que no se me olvide recordar que pinchando sobre las imágenes, con el puntero del ratón, se abren a ventana completa y hasta se dejan leer...

Uno en ese poema, que Bernardo Víctor Carande me pidió y le di. Para el Boletín de la Asociación de Escritores Extremeños, no sé si fue el primero, segundo o tercer boletín... Y no sé si mi añorado Bernardo era el presidente, secretario general o algo así... Que luego no hubo más. Y tenía formato de sábana o cartel grande y doblado, hasta plegarse en tamaño cuartilla expandida, metida en una carpetilla de color verde, o rojo o amarillo, en este caso, que no hubo otros... Y ponían los textos como ahí pegados y todo llenos de dibujos, fotos, rayas... De un abigarramiento que a mí especialmente me gustaba. No era de mal gusto. Lo malo era para leer aquello, que uno debía andar desplegando, plegando, dando la vuelta, esto y lo otro... Creo que la imagen de Benedetti viene bien en estos días que todavía su espíritu relampaguea tras su muerte, según dicen los budistas... Eso era por 1983..., creo...
Fue por los años 1987 y 1988 que hice una tirada larga, impresa, de esa leyenda popular, tomada de uno de los clásicos estudiosos de nuestras leyendas y saberes populares más castizo, Publio Hurtado, y decidí regalarle, con eso, a los chavales el día de Reyes. Así que me puse a repartir cuando los Reyes Magos dan los regalos, a la puerta del ayuntamiento... Pero hubo persona que no quiso coger el regalo. Algo insólito, que hay gente pa to... Lo hice en nombre de una de las revistas que fundé, en un intento de seguir que no sucedió..., Miscelánea.
Y esta es la impronta de la información. Creo que fue la única a nivel regional, y así de larga e importante, sobre cómo ganó Alonso Guerrero el premio Navarra de novela, en 1987, con Los años imaginarios. Claro que si uno escribía bien y ganaba algún premio de cierto prestigio, no en sus pelas, sino en sus calidades, uno no era muy importante. Que los años venideros, burla burlando dirían qué es lo importante para gente con este escritor... Uno andaba atento a todo aquello de las escribanías en Extremadura, y de lo poco o nulo del trato en los diarios regionales, dos, y lo citó en El Gran Café de Cáceres, creo que por el año 1987 también, y luego de charla pertinente y datos, pelos y señales, porque tengo que decir que uno había leído ya alguna cosa de este autor, pergeñé esa página última, y ahí la encuentro como historia. No por cosillas ajenas a lo estrictamente literario, no, nunca. Calidad en Alonso, mucha.
Y ahí estoy en la única feria del libro que he asistido en plan firma de libros... Pocos y contados, la cosa estaba como de crisis fina en el año 1987, y la impronta es del El Correo de Andalucía, uno de los diarios de Sevilla. Recuerdo que la organización tuvo a bien invitarme a una charla sobre la escritura y estuvimos como siete personas... En fin, por entonces la cosa no era de la bullanga de estos días, o la gente no estaba interesada en un desconocido que no sale en la tele y eso... Los Jardines de Murillo era el sitio del suceso, y el apellido de la periodista que me entrevistó inolvidable, Galocha, que es palabra que en Llerena significa algo así como golfa y persona juerguista que anda de allá para acá por las calles, de galocheo que dicen los castizos, y galochear es andar como a la flor del berro, pero un poco como de golfería sin ser inmoral. Mi madre, cuando andábamos todo el tiempo, de pequeños, por la calle, incontrolados y así, pues decía eso de que cuánto nos gustaba galochear... En fin...
El Carro de la Nieve, revista de poesía en Sevilla y sus mundos, me encargó hacer una selección de poemas de poetas de Badajoz provincia... Y eso fue lo que le envié. El formato de El Carro de la Nieve era grande, tipo periódico y en papel prensa... Nunca me gustaron las antologías, como decía Cela, creo, es como si uno mostrara las partes arrancadas de una familia de niños preciosos, o algo así.

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