
Volveré sobre aquel texto un tanto dejado por mí, como hijo bastardo o tal vez pretencioso, que no sé bien. Hubo algún escritor de alturas al que gustó mucho, cuando se la envié a París, donde pasaba temporadas, que me la alabó y lamentó que saliera en edición tan tímida y como oscura. Y también algún crítico dijo que lo peor era que pretendía ingenio cada línea y lo conseguía, y que eso era defecto a la larga, pues su ritmo no era soportable para el común. Creo que exageraba mucho. Pero con el tiempo tal vez esta novela se he metido en su sitio y hay textos de ella que me encantaría retomar.
Y sobre todo su temática central: esa de lo lamentable que es conocer sólo por las apariencias o por lo que se ve, como ocurre en estos tiempos, marcados por la publicidad, el cine, la tele, lo que consideran los ojos como patrón y casi único sentido y órgano de conocimiento...
Aunque en su debido momento agradecí a Juan M. Carrasco la deferencia, con los años fui a más y se lo vuelvo a repetir en este lugar. Estaba, a la sazón entonces, de profe interino de portugués, tratando de que se creara en la universidad extremeña algún tipo de enseñanza más elevada que la elemental de apoyo, de la lengua y literatura portuguesa. Hoy es director del Departamento de Lenguas Modernas y Literaturas Comparadas de la Universidad de Extremadura, donde lleva ya años... Por cierto en 1994 compré su magnífico Manual de iniciación a la lengua portuguesa en una papelería de Conil, en la que entré casualmente, cuando trabajaba como profe de insti de lengua y literatura castellanas en el instituto Trafalgar de Barbate (Cádiz)...
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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.