Realmente toda experiencia, mala o buena, chunga o guay, negra o blanca ayuda si sabe encajarse todo.
La noche del día cuatro de diciembre, del año pasado, sufrí una
desagradabilísima agresión en la que participaron tres tíos,
fundamentalmente; pero de la que fueron testigos varios más, directos e
indirectos. Agresión tipical extremený, o sea, cobarde, inmotivada, inesperada y como de busilis.
Los hechos ocurrieron en una de estas fiestas normales
en un pub, en el que actuaba un grupo de música. Lo normal de este tipo
de actos es que haya mala/poca iluminación, que la gente bailotee y se mueva de forma inesperada, ande bebida y algunos con ganas de bronca. Suelen
ser raros este tipo de gente con ganas de jarana violenta, pero haberlos
haylos. Suelen ser personas cobardes que se envalentonan con cuatro
cubatas y van a joder a cualquiera con quien hayan tenido algo de alguna
forma.
Y ese con quien algo tuvo alguno de alguna forma era yo.
Andaba entretanto grabando esa actuación, en vivo, de unos maravillosos
músicos, que homenajeaban a otros no menos maravillosos, pares de alturas.
Así que de pronto me vi agredido, empujado, que me chafaban para el
suelo y cómo una brutal manaza se me metía en mi zamarra y se me extraía
todo lo que afañaba; una cámara de foto/video, una navajita que llevo, para utilidades varias y alguna otra cosa..., que luego, al reponerme de
la agresión violentísima, cercioré.
Todo fue visto y no visto,
como si los fautores de la agresión y robo estuvieran conchabados, o
hubieran acordado el acoso y derribo, que hace tiempo me tenían jurado.
Sin más motivo que ser y estar en este mundo de formas verdaderas, buenas
y hermosas.
Pero de todo eso, con ser muy desagradable, por mi
condición y mi forma de ser, especialmente sensible contra toda
violencia, venga de quien venga y cómo venga..., hasta el absoluto
respeto al acto de libre expresión que realizaba, pues tomaba en vídeo la
actuación musical de un grupo, el atentado a mi/la libertad de
expresión, creación e información fue para mi lo peor. Y sin embargo es
lo que menos se considera a la hora de penar a la gentuza que lo
cometió. Para mi ni el valor económico de la cámara, los golpes
recibidos en la cara y piernas y el empujón o empujones, tienen tanto
valor como eso: el impedimento del acto de grabar a la gente que estaba
haciendo aquella música, al desarrollo de todo el ámbito y forma, el
modo y manera como la gente lo vivía, la alegría que se respiraba, el
amor del hecho, la devoción y la entrega... El delito y crimen fue ese y no otros. La agresión a la paz, la tranquilidad, el buen rollo...
Todo eso fue degollado
por el ego de tres desaprensivos, claramente alienados momentáneamente,
maleducados en el uso chulesco de la cobardía y la violencia.
Pero
sobre todo me aterra, y es lo que más duele, el pastoso, cobarde, vil,
anulante, cómplice, agravante silencio de los que vieron aquello y
callan. Por miedos, egoísmos personales, viles siempre, falta de
solidaridades, y mil y una aseveración y convencimiento que tiene el
alma del ser humano a esta altura/bajura de su existencia en estos pueblos extremeños llenos de esas suciedades que ni los que se dicen de izquierdas son capaces de enfrentar, acabar, eliminar, denunciar, señalar.
Todo,
incluso el susto y la ansiedad extrema, la depresión y enfermedad varia y posterior,
puede ser repuesto, recuperado. Todo menos esa Complicidad con el Mal
de Fondo.
Ese Mal de Fondo, como profesor y docente que soy,puedo decir que es lo
malo, lo MALO, lo cetrino y lo preocupante y que trata este libro, que reseño, de
gentes que, de alguna forma, continuaron, ese movimiento al que
pertenecí, con sus últimas consecuencias, de oposición al militarismo
político/estatal/social, ese movimiento no-violento en el que nunca dejé
de estar de todas las maneras. Y esa gente ha escrito este libro para
que se espabilen tantísimos listillos que van hoy de ppudientes, guays,
cretinos militantes acríticos de ayuda por cojones a los refugiados de
formas acríticas y otras boñigas ideológicas que nos cuelan en el Mercado
Telelevivisivo y PPodemixto como lo correcto.
Prometo leerlo despacito y comentarlo por acá. Pudiera ser que pudiere ser una luz
entre tanta oscuridad divertida de los cretinos, que van a lo suyo y que
revienten al pianista, al que grabe, destaque, sea despierto, libre,
igual y solidario...
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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.