3 de noviembre de 2010

MAR DE SANGRE









En este mes de la Muerte y de la Crisis, que la Crisis -que es Muerte- se ha instalado como definición mayúscula del Tinglado de Mando, político y social, definición de la Maldad del mismo y de la misma gente y meollo que lo vota con frenesí... Pues parece que el personal no sólo no se da cuenta que la llamada Derecha (yo meto en la misma al PP$OE) es al Mal de la Crisis, su causa y provocación, sino que lo adora..., adora que esos que han provocado la Crisis Total, en todo, y que jamás solucionarán nada bueno para todos, y llevan toa la puta vida en ello. Pero la chusma votadora no ve lo obvio, lo clarito, lo que canta de por sí, que la Derecha no soluciona nada de nada..., pero ellos, esa chusma babeante de votos, está afilando los suyos para entregárselos ya, a la mínima que pueda, a los que provocan Crisis continuas...

Bueno, dejo esos devaneos míos, mu claros y contrastados, aunque les duela a algunos -la verdad duele, no la personal, sino la que se personaliza porque no se quiere ver la realidad-. Dejo eso y traigo unas fotitos un tanto sangrantes, y al hilo de ellas, unas reflexiones y flexiones sobre la condición humana. Ritos de paso, ritos de maduración, ritos de transición... En Dinamarca se mata, islas Feroe, a un tipo de delfín, por parte de los jóvenes, para iniciarse ya en la vida adulta. Tal vez el uso se hunde en la noche de los tiempos. Siempre quedaron muy grabadas en mí aquellas imágenes de una peli de los años setentas primeros, que era peli rara para el uso, pues era más bien reportaje sobre el sexo visto por los antropólogos, y los usos sexuales del mundo y especialmente de gentes que llamamos primitivas o más primeras a la cultura, en el grado que la relaizamos. Pues cultura es la forma que vivimos, que pensamos, que hacemos, que respiramos..., que esto es cultura, y casi nunca esos actos circenses que llaman tal los Poderes y los Artsistas que laboran pal Poder y el Capital: eso de presentación de libros, discos, conciertos y inciertos, pinturas y demás actos que llaman de Cultura los oficialistas del Dominio... Pues en aquella peli, que se debería titular algo así de El Sexo en la Vida del Hombre, uno vio imágenes impactantes y aleccionadoras para su imaginación de entonces y para despabilar que había otros usos, otras vidas, otras formas y formatos para vivir y vivirlo todo de todas las maneras. Y ver correrse seminalmente, a unos negros de la África profunda, en la corriente de un río, para fecundarlo, y pajearse frenéticos para donar su semen a las fervorosas aguas de aquel río, y que luego lo dado en fruto sirviera de alimento a los donantes, aquellos peces que creían que surgían por la acción de fecundar el agua que corría, o que también se corría...
O lo soprendente de aquellos aborígenes australianos que fornicaban con la misma Tierra para preñarla en todos sus dones, y que diera frutos, era visión ultramachista y violadora, pues a la Madre Tierra nadie le pedía permiso, aparte de ser incesto la violación por sus mismo hijos. Incesto presente ya en el propio rito de preñez o sexo con el planeta. Impresionan las imágenes aún en mi memoria, impresionan aquellas decenas de hombres tumbados sobre el suelo de una colina y dale que dale en su amor al terruño, vistos a vuelo de pájaro.

Esto lo recuerdo cuando una amiga me envía, un año más, y lo agradezco, esas imágenes supra, sobre la caza o matanza, por parte de esos jóvenes daneses, y el mar de sangre para los peces y demás, que hacen, de ese tipo de delfín, que matan a centenares: los famosos e inteligentísimos delfines calderones. Un mito y rito de paso y madurez, diría un antropólogo del hombre. La violencia, la muerte, la vida, la sangre, el mar...
Trato de no mirar con estos ojos, que han querido enfocar de moralina estupidizante. He visto cazar atunes en el Estrecho de Gibraltar y la sangre era mayor y más pastosa..., y no apliqué esa moralina de gazmoño y de ¡uy que malos!, ¡cuánto dolor! Lo que pasa en el fondo de los vastos mares es insondable, un misterio de nacimiento y destrucción totales y amplios, de forma natural mismo..., nacemos entre sangres y de la misma sangre mantenidos, y esa sangre derramada nos asusta tanto, como si la vida misma fuera.
Y de estos pensamientos me voy a los toros, al toreo, al recuerdo del debate sobre los toros y la tauromaquia. Verdad es que los animales sobre la tierra parece que sean para uso de los hombres y sus cosas. A veces reflexiono sobre los llamados animales domésticos..., perros, gatos..., y me extraña que no salgan corriendo, en una huida total, para los campos, montes, sierras y lugares en donde pudieran estar salvajes, si ya conservaran condiciones para hacer esa vida que llaman libre. Y puede que no lo hagan porque saben -también- que esos montes y sierras y campos estan tomados por el depredador total que los asilvestra y domina.
En fin, me corto este discurso reflexionante que tanto me duele, entre la Escila y Caribdis del dolor y el gozo..., o puede que la vida vaya indisolublemente asociada a la muerte, o que eso mismo que nos espanta sea la misma vida en su fulgor, tal como abordaron gentes que escribieron sobre ello, en el pasado, y estoy recordando a Conrad, por ejemplo, o al poeta Góngora en sus Soledades, o a Homero en sus guerras y luchas, vida y muerte.

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