De todos los tópicos de tópicos, o de eso de creer quer tol monte es orégano, uno sabe que ese de la Andalucía feliz y alegre es el peor de todos, el más espeso de todos, por su dramatismo y su falsedad total, totalitaria y atronadora, que machaca a los que lo creen y no respeta la realidad ni la verdad mínima siquiera. Negarlo es como si uno pidiera peras al olmo o pusiera puertas al campo. Todos sospecaharán de mi vesania y de mi error, incluso se mosquearan los aludidos, que se creen ser Andalucía, y tratarán de lavar el insulto o la sospecha.
Verdad es que el paisaje y el clima, la geografía y el sol hacen de Andalucía lugar para la alegría. Pero la alegría no surge de eso sólo, sino de personas que la elijan, incluso contra sus males o situaciones. Que es la alegría voluntad de vivir, celebrándolo y concelebrándolo con uno mismo y los demás. No es un estado permanente, aunque hay personas que se comprometen a estar en ese estado, como voto perpetuo. San Francisco de Asís lo eligió a de esta manera como su cuarto voto de hermano de todos, voluntariamente. Que de seguro que él lo hubiese puesto el primero, y no los de obediencia, pobreza y castidad típicos y canónicos que Roma pide en el compromiso social de servicio y vida espiritual. La alegría, sobre la que poco se piensa y convoca, poco se dilucida y sabe de ella, porque cuando nos ilumina e inunda nos enloquece y pone felices y en esos trances filosofar parece como que no compete, no ha lugar, no pega ni con cola pensar y estar en gozos. Así que nada, uno filosofa cuando está triste, y sobre todo es filósofo cuando es triste. Escrito lo anterior no me lo creo, pero lo dejo: pensar, reflexionar, no es estar contra la vida y menos contra la alegría. Aunque cuando se está inmerso en ellas no se filosofa, piensa o dilucida, o se hace menos. No lo sé de cierto y sólo lo planteo. Recuerdo de lejos alguna reflexión de alguien acerca de esto que considero.
Pero vuelvo al tópico de la Andalucía toda alegre y folclórica de típicas visiones de plena alegría, y pienso en Lorca, Machado, Cernuda, por citar sólo puntales poetas de esa tierra que el folclolerío los identifica con su esencia. En ellos nada de alegría. Lo destacado es el drama o melodrama, y la tragedia directamente. Puede que pudiera ser que sí fueran personas muy alegres en sus vidas, tratos, interiores; pero eso no aflora en sus obras, en sus obras literarias, que son puro dolor y tragedia lo más, quejío, lustre pal drama... Y así casi todos sus artistas de postín. ¿Casualidad, error, mala vista la mía? Pues doctores tiene la iglesia y debe vender más la mentira tópica y típica que la verdad a secas. ¿La de los poetas y escritores andaluces o la del folclorío que hace a Andalucía la chispa der mundo cañí de la risa y la alegría?
Verdad es que el paisaje y el clima, la geografía y el sol hacen de Andalucía lugar para la alegría. Pero la alegría no surge de eso sólo, sino de personas que la elijan, incluso contra sus males o situaciones. Que es la alegría voluntad de vivir, celebrándolo y concelebrándolo con uno mismo y los demás. No es un estado permanente, aunque hay personas que se comprometen a estar en ese estado, como voto perpetuo. San Francisco de Asís lo eligió a de esta manera como su cuarto voto de hermano de todos, voluntariamente. Que de seguro que él lo hubiese puesto el primero, y no los de obediencia, pobreza y castidad típicos y canónicos que Roma pide en el compromiso social de servicio y vida espiritual. La alegría, sobre la que poco se piensa y convoca, poco se dilucida y sabe de ella, porque cuando nos ilumina e inunda nos enloquece y pone felices y en esos trances filosofar parece como que no compete, no ha lugar, no pega ni con cola pensar y estar en gozos. Así que nada, uno filosofa cuando está triste, y sobre todo es filósofo cuando es triste. Escrito lo anterior no me lo creo, pero lo dejo: pensar, reflexionar, no es estar contra la vida y menos contra la alegría. Aunque cuando se está inmerso en ellas no se filosofa, piensa o dilucida, o se hace menos. No lo sé de cierto y sólo lo planteo. Recuerdo de lejos alguna reflexión de alguien acerca de esto que considero.
Pero vuelvo al tópico de la Andalucía toda alegre y folclórica de típicas visiones de plena alegría, y pienso en Lorca, Machado, Cernuda, por citar sólo puntales poetas de esa tierra que el folclolerío los identifica con su esencia. En ellos nada de alegría. Lo destacado es el drama o melodrama, y la tragedia directamente. Puede que pudiera ser que sí fueran personas muy alegres en sus vidas, tratos, interiores; pero eso no aflora en sus obras, en sus obras literarias, que son puro dolor y tragedia lo más, quejío, lustre pal drama... Y así casi todos sus artistas de postín. ¿Casualidad, error, mala vista la mía? Pues doctores tiene la iglesia y debe vender más la mentira tópica y típica que la verdad a secas. ¿La de los poetas y escritores andaluces o la del folclorío que hace a Andalucía la chispa der mundo cañí de la risa y la alegría?
Muy bonita tu alegría bicolor.
ResponderEliminarMe pregunto si la alegría que atribuímos a los andaluces o a Andalucía no será la que nos producen y transmiten. Porque indefectiblemente cuando pensamos en la alegría pensamos en el sol, en la gracia, en la joie de vivre incondicional y eso quien más lo reparte es nuestra Andalucía. En Galicia lo que yo he encontrado es a veces consuelo.
Un beso, poeta.
visualizar la necesidad te empuja a chocar con ella, a reflexionarla, a pensarla... pero escribir bajo los atuendos de la paz, la armonía y la alegría es, en realidad, bastante complicado.
ResponderEliminarAlumbrador tu texto!
Un saludo Tyrande