Sin ambages, sin trampas. La palabra premio ha perdido ya todo su noble significado como reconocimiento bondadoso, sin desprecio a nadie... Si es que alguna vez lo tuvo o, de buena fe, alguna gente cree que lo tiene, que las palabras son trampas que nos pueden encerrar y engañar. ¿Qué digo, premio que etimológicamente procede del latín, proemius: botín, despojo, recompensa...? Y es muy curioso lo que nos cuenta Joan Corominas en su Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, entre las relaciones de precio y premio, en su imposición en los idiomas romances como galardón, con significado más dulce que el mero trinque por pago de algún servicio... De ahí colijo el dicho de que todo necio confunde premio con precio... Que cuando digo que los premios son corrupción y pura mierda, que nunca dicen nada sobre el valor de alguien o de algo, de alguna obra literaria, todos me miran mal, como diciendo porque no los gana… Los premios no son más que meras instancias publicitarias, propagandísticas maquinaciones antiartísticas siempre, de alguien que no vale lo suficiente y necesita esos montajes para venderse y allegarse a lo que le importa: el dinero, las entrañas del avaro, que decían los clásicos, la pura mierda (repito con perdón del casto lector aséptico), y darse a valer de esa manera para imponernos algo, o ayudar al tinglado a mandar, de alguna manera, y a mantener los valores impositivos.
Y no, mil veces no, los premios son quintaesencia de negras entrañas del capitalismo y de vida encenagada que nos vive esta gente de orden capital, nos mata, este capitalismo especulador y torticero, en crisis permanente como sistema socioeconómico, político, social y de cultureta, en el que la competencia, la publicidad, la especulación, la impostura, la falsedad, la conversión del arte en mercancía y mero dinero es su meta, o en premio como precio...
Y no, mil veces no, los premios son quintaesencia de negras entrañas del capitalismo y de vida encenagada que nos vive esta gente de orden capital, nos mata, este capitalismo especulador y torticero, en crisis permanente como sistema socioeconómico, político, social y de cultureta, en el que la competencia, la publicidad, la especulación, la impostura, la falsedad, la conversión del arte en mercancía y mero dinero es su meta, o en premio como precio...
Si eso pasa en la manipulación del premio Nobel de medicina, en los otros no se quedan mancos o faltos… Especialmente los de literatura, pues eso de los escritores de fama y tronío, en comanditas de amiguetes unidos por el negocio y el boato personal de ombligos del mundo, de casta elevada por sus mendas, se ha quedado en mero negocio especulativo. Todo a imitación de la maestría del cine, eso que algunos se empeñan en llamar séptimo arte y parte, de eso que llaman cine y sus astros, estrelllas, actores de altura y famosos de la tele, que todo eso, ese uso de superestructura de la cosa económica, vino de allá, de allá del infernal territorio de la mentira y lo especulativo y criminal llamado EEUU de Norteamérica, y el cine de Jolivu impuso su cultureta o visión de la valoración de todo arte, confundió valor, precio y premio, y aquí y allá bajándose los pantalones el culturetariado rampante, comenzando por el progre gentío, de mollera mal amueblada y a golpes de modas o de lo que le digan de última orden en modos. Hasta los que se proclaman como marxistas, que la cosa tiene gracia cojonera también.
La realidad se empeña que mis presuntas radicalidades se hagan ciertas, e incluso atemperadas, porque esa realidad es más grosera todavía.
Toda casta cultureta, o de cultura, es perversa, siempre al arrimo del poder en mando. Lo veremos, en una próxima entrada, y en el desentrañamiento de un regalito (en forma de revista oficial dirigida por un tránsfuga famoso) de los que dirigen y mandan en la Asociación de Escritores Extremeños, a la que pertenezco; pero con los que no comulgo en casi nada de sus talantes de arrimados a los mandamases y comulgantes con sus ruedas de molino. Libertad, siempre libertad, señores. Arte, arte y belleza hasta la borrachera, y no precios y premios.
La realidad se empeña que mis presuntas radicalidades se hagan ciertas, e incluso atemperadas, porque esa realidad es más grosera todavía.
Toda casta cultureta, o de cultura, es perversa, siempre al arrimo del poder en mando. Lo veremos, en una próxima entrada, y en el desentrañamiento de un regalito (en forma de revista oficial dirigida por un tránsfuga famoso) de los que dirigen y mandan en la Asociación de Escritores Extremeños, a la que pertenezco; pero con los que no comulgo en casi nada de sus talantes de arrimados a los mandamases y comulgantes con sus ruedas de molino. Libertad, siempre libertad, señores. Arte, arte y belleza hasta la borrachera, y no precios y premios.
Creo que el post es excelente. Dices algunas verdades que muchos que van de honestos o pasionalmente sociales callan.
ResponderEliminarCreo que el premio además de degradado y manipulado, "esta secuestrado". Si! por una manada de incultos que leyeron 3 libros y se creen filósofos recreando el sofismo..
Saludos!