Voy al diario La Gaceta, de Tucumán, en La Argentina y en su buscador escribo Gucemas, y me sale la tacada de 81 entradas, que hacen referencia al nombre puesto, y todas indudables al pintor. No hay otro... Me refiero a Gerardo Ramos Gucemas, mi amigo Gerardo, el llerenense afincado desde los años setenta en La Argentina. Que expone tal como hoy una enorme muestra de más de 70 pinturas, como previamente ya había anunciado desde otra entrada.
La pintura y figura de Gerardo Ramos Gucemas es uno de los motivos centrales que mueve este sitio. Por su calidad artística, por la amistad y por la complicidad en lo que llamaría el arte e incluso la vida. En Tucumán, el llamado jardín de la república Argentina, Gerardo es un pintor e intelectual de referencia, y por tanto también en toda la república. Pero ciñámonos a Tucumán. En lo que rastreo en La Gaceta aparece como uno de los pintores que da valor a la colección del museo público más importante, como el ilustrador de una portada de la novela de un escritor (lo conocía como ilustrador del diario Clarín de Buenos Aires), así como aparece citado en una frase de referencia, etc. Y a uno esto le ennoblece y alegra, pues es Gerardo una persona y un artista con mucha experiencia, inquietud, afanes, valentía plástica, originalidad y valores. Un artista que uno quisiera recuperar para este país y esta región de Extremadura por sus aportaciones positivas a la pintura, dentro de la veta brava -como le gusta decir al amigo Julián- de las artes plásticas, y como aportación de la contemporaneidad, definitivamente moderna... Recuperación que se retarda, no tanto por la falta de motivación de Gerardo, como por cierta ceguera de los responsables de un Museo de Arte Iberoaméricano, en Badajoz, que carecen de visión y de esa proyección para con la que fue creado, que parece sólo de propaganda cuando no de todo lo contrario o al servicio del culturetariado subvencionado. No es, Gerardo, lo que aquí constituye el típico famoso pintor que forma parte del culturetariado militante, no, Gerardo tiene la valentía de sostener un discurso creativo fuera de intereses de mercado y exclusivamente plástico y estético en su pureza. Su taller personal es toda una institución formativa de élite, en ese sentido de rigor artístico. Las muestras de las referencias a su persona como artista, en el diario de la población y región en que vive, a ese taller, nos lo avisan. De entre tanta alusión a la actividad y presencia de nuestro pintor, entresacamos esta información sobre la inminente exposición de ahora mismo, sus recovecos y situaciones.
La Gaceta, 2 de diciembre, 2008
ARTE/DERECHOS HUMANOS
En Tucumán, el arte no ha llegado nunca a ser mercancía
El jueves abre en el Timoteo Navarro una muestra con 70 obras de Ramos Gucemas
En mi muestra se podrá ver obra mía de los años duros y de la época actual. Hay 70 obras, distribuidas en todo el museo Timoteo Navarro. Tanta obra van a ver, que me van a terminar odiando, afirma, con el sarcasmo que lo caracteriza, Gerardo Ramos Gucemas, español de nacimiento y tucumano por adopción (se radicó aquí en 1971 y desde entonces ha hecho de Amaicha del Valle su paraíso en la Tierra) y uno de los artistas más representativos de la plástica tucumana del último medio siglo.
La muestra que se inaugurará el jueves, a las 20.30, en el Timoteo Navarro, es organizada por la secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, con el auspicio de la Caja Popular de Ahorros, en conmemoración del Día de los Derechos Humanos, que se celebra el 10 de este mes.
Ramos Gucemas le cuenta a LA GACETA que hacía bastante tiempo que no exponía. Creo que la última vez fue cuando ya había empezado el siglo XXI. Y cuando el secretario de Derechos Humanos (Daniel Posse), a quien yo no conocía, me invitó a montar esta muestra, me interesó, ya que toda mi obra está imbuida de los derechos humanos, con planteos éticos, afirma.
Sarcástico en su decir castizo, polemista de los de antes, Ramos Gucemas no se amilana cuando se le pide una opinión sobre las nuevas generaciones de artistas tucumanos.
No veo demasiado de lo que hacen los jóvenes; pero me temo que, por lo general, hacen una rápida incursión en propuestas que se hacen en otros lados de nuestro planeta. Y que por ahí están desconectados de nuestra realidad cercana. Pienso que quizás les faltaría una atención cercana a la realidad propia. Desde el punto de vista formal -continúa -a lo que aspiramos es a que los chicos y las chicas aprendan a dibujar correctamente. Así como los escritores tienen que aprender primero cómo se arma una oración, aquel que se dedica a las artes plásticas tiene que aprender primero a dibujar y a pintar, porque eso es el basamento del oficio. Después, que hagan lo que quieran. Las instituciones educativas deberían darle más importancia a la formación completa del artista, observa el pintor.
Tengo un taller abierto desde hace seis años, he visto una maravillosa evolución de cómo ellas han ido atesorando lenguaje y oficio, dice Gucemas, y aclara: y digo ellas porque la mayoría son mujeres. Y eso ocurre porque afortunadamente las mujeres empezaron a abrirse a prácticas a las que no se habían animado. La mayoría de la gente que viene a mi taller son profesionales: arquitectas, psicólogas; otras vienen de la Facultad de Artes, a la busca de una obra personal, evalúa Gucemas.
Se le pregunta si en Tucumán hay mercado de arte, y el sarcástico Gucemas vuelve a la carga: En Tucumán, tal vez tenemos el beneficio de que no ha llegado nunca a ser mercancía, con lo cual los que todavía pintamos estamos a salvo de los vaivenes mercantiles que crean expectativas que en gran medida son falsas, y que le dieron al arte un valor subjetivo y falso.
La pintura y figura de Gerardo Ramos Gucemas es uno de los motivos centrales que mueve este sitio. Por su calidad artística, por la amistad y por la complicidad en lo que llamaría el arte e incluso la vida. En Tucumán, el llamado jardín de la república Argentina, Gerardo es un pintor e intelectual de referencia, y por tanto también en toda la república. Pero ciñámonos a Tucumán. En lo que rastreo en La Gaceta aparece como uno de los pintores que da valor a la colección del museo público más importante, como el ilustrador de una portada de la novela de un escritor (lo conocía como ilustrador del diario Clarín de Buenos Aires), así como aparece citado en una frase de referencia, etc. Y a uno esto le ennoblece y alegra, pues es Gerardo una persona y un artista con mucha experiencia, inquietud, afanes, valentía plástica, originalidad y valores. Un artista que uno quisiera recuperar para este país y esta región de Extremadura por sus aportaciones positivas a la pintura, dentro de la veta brava -como le gusta decir al amigo Julián- de las artes plásticas, y como aportación de la contemporaneidad, definitivamente moderna... Recuperación que se retarda, no tanto por la falta de motivación de Gerardo, como por cierta ceguera de los responsables de un Museo de Arte Iberoaméricano, en Badajoz, que carecen de visión y de esa proyección para con la que fue creado, que parece sólo de propaganda cuando no de todo lo contrario o al servicio del culturetariado subvencionado. No es, Gerardo, lo que aquí constituye el típico famoso pintor que forma parte del culturetariado militante, no, Gerardo tiene la valentía de sostener un discurso creativo fuera de intereses de mercado y exclusivamente plástico y estético en su pureza. Su taller personal es toda una institución formativa de élite, en ese sentido de rigor artístico. Las muestras de las referencias a su persona como artista, en el diario de la población y región en que vive, a ese taller, nos lo avisan. De entre tanta alusión a la actividad y presencia de nuestro pintor, entresacamos esta información sobre la inminente exposición de ahora mismo, sus recovecos y situaciones.
La Gaceta, 2 de diciembre, 2008
ARTE/DERECHOS HUMANOS
En Tucumán, el arte no ha llegado nunca a ser mercancía
El jueves abre en el Timoteo Navarro una muestra con 70 obras de Ramos Gucemas
En mi muestra se podrá ver obra mía de los años duros y de la época actual. Hay 70 obras, distribuidas en todo el museo Timoteo Navarro. Tanta obra van a ver, que me van a terminar odiando, afirma, con el sarcasmo que lo caracteriza, Gerardo Ramos Gucemas, español de nacimiento y tucumano por adopción (se radicó aquí en 1971 y desde entonces ha hecho de Amaicha del Valle su paraíso en la Tierra) y uno de los artistas más representativos de la plástica tucumana del último medio siglo.
La muestra que se inaugurará el jueves, a las 20.30, en el Timoteo Navarro, es organizada por la secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, con el auspicio de la Caja Popular de Ahorros, en conmemoración del Día de los Derechos Humanos, que se celebra el 10 de este mes.
Ramos Gucemas le cuenta a LA GACETA que hacía bastante tiempo que no exponía. Creo que la última vez fue cuando ya había empezado el siglo XXI. Y cuando el secretario de Derechos Humanos (Daniel Posse), a quien yo no conocía, me invitó a montar esta muestra, me interesó, ya que toda mi obra está imbuida de los derechos humanos, con planteos éticos, afirma.
Sarcástico en su decir castizo, polemista de los de antes, Ramos Gucemas no se amilana cuando se le pide una opinión sobre las nuevas generaciones de artistas tucumanos.
No veo demasiado de lo que hacen los jóvenes; pero me temo que, por lo general, hacen una rápida incursión en propuestas que se hacen en otros lados de nuestro planeta. Y que por ahí están desconectados de nuestra realidad cercana. Pienso que quizás les faltaría una atención cercana a la realidad propia. Desde el punto de vista formal -continúa -a lo que aspiramos es a que los chicos y las chicas aprendan a dibujar correctamente. Así como los escritores tienen que aprender primero cómo se arma una oración, aquel que se dedica a las artes plásticas tiene que aprender primero a dibujar y a pintar, porque eso es el basamento del oficio. Después, que hagan lo que quieran. Las instituciones educativas deberían darle más importancia a la formación completa del artista, observa el pintor.
Tengo un taller abierto desde hace seis años, he visto una maravillosa evolución de cómo ellas han ido atesorando lenguaje y oficio, dice Gucemas, y aclara: y digo ellas porque la mayoría son mujeres. Y eso ocurre porque afortunadamente las mujeres empezaron a abrirse a prácticas a las que no se habían animado. La mayoría de la gente que viene a mi taller son profesionales: arquitectas, psicólogas; otras vienen de la Facultad de Artes, a la busca de una obra personal, evalúa Gucemas.
Se le pregunta si en Tucumán hay mercado de arte, y el sarcástico Gucemas vuelve a la carga: En Tucumán, tal vez tenemos el beneficio de que no ha llegado nunca a ser mercancía, con lo cual los que todavía pintamos estamos a salvo de los vaivenes mercantiles que crean expectativas que en gran medida son falsas, y que le dieron al arte un valor subjetivo y falso.
Ilustraciones: Gerardo Ramos Gucemas en su taller, y dos pinturas suyas
No, si siempre lo he dicho, las relaciones entre Españoles y Argentinos son complejas....y maravillosas.
ResponderEliminarCariños
El pintor de la violencia
Gerardo Ramos Gucemas, un artista español que desde 1971 vive en Tucumán, habla de su obra "expresionista, vitalista, existencialista, llámala como tú quieras".
De Franco a las dictaduras argentinas.
Afirmación de Derechos Humanos" es el sobrio título elegido por Gerardo Ramos Gucemas para la exposición que inauguró el domingo 30 de noviembre y permanecerá abierta hasta el 26 de este mes en el Museo de Bellas Artes Timoteo Navarro, de Tucumán. Organizada por la Secretaría de Derechos Humanos tucumana para festejar los 60 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, reúne 70 cuadros que abarcan más de tres décadas de labor del pintor español aquerenciado en esta provincia. Autor de una potente obra que desborda cualquier rótulo ("expresionista, vitalista, existencialista, llámala como tu quieras", se encoge él de hombros), una parte de ella tradujo a imágenes de violenta belleza los horrores de los "años de plomo".
-¿Cómo surgió la idea de la muestra?
-De la Secretaría de Derechos Humanos. Consideraron que si alguien tiene una obra que se acerca a los tiempos duros que pasamos, ése soy yo. Uno de mis temas esenciales ha sido la violencia como efecto de la represión. Es decir, antes del 76 no pintaba florcitas. Los reflejos de la realidad siempre han tenido que ver con lo que yo hacía.
-¿Esos reflejos le causaron problemas?
-En 1976, a mi mujer y a mí nos echaron de la Universidad. Los militares me tenían prohibido no sólo exponer sino hasta pisar el Museo de Bellas Artes. Fue un momento muy duro, pero yo seguí con mi trabajo.
-Creció bajo la dictadura de Franco, y vino aquí, en 1971, bajo otra dictadura.
-Nadie me echó de España, pero estaba harto de Franco. Había tenido problemas de censura, porque mi obra ya era aguerrida entonces. Siendo muy joven, formé parte en Madrid de la heroica Asociación Libre de Artistas Plásticos Españoles, cuyo presidente era nada más y nada menos que el escultor Eduardo Chillida. Fue un caldo de cultivo que incentivó aún más la posición que empecé a delinear en las primeras obras que hice en España. Y que tenía que ver con Goya.
-¿Qué tenía que ver con él?
-Que me dedicase a pintar esta obra medio difícil, obra no decorativa, obra que siempre ha tenido problemas de mercado. Tuvo que ver con Goya porque de bien jovencito me lo mamé en El Prado; lo estudié mucho, leí mucho sobre él. Y descubrí un pintor que, especialmente en sus carpetas de grabados, es a la vez pintor y periodista; el primero que da testimonio de una realidad concreta.
-¿Qué ocurrió al venir aquí?
-Veni, vidi, vici. Llegué en 1971 e hice mi primera muestra en Tucumán con trabajos que había traído de Madrid. Era una pintura totalmente desconocida acá. Pegó muy fuerte, sobre todo en la gente joven. Al año siguiente me presenté en el Salón Nacional de Santa Fe y para mi sorpresa gané el primer premio. Una muestra mía en la Galería Lirolay de Buenos Aires se inauguró unos días después y fue un éxito. Todo hizo que no pensara en volverme a España. Además, Franco seguía vivo. Y para cuando se murió, en 1975, yo ya era medio argentino.
-Después vino el 76.
-Fui uno más de los que, tal vez por chiripa, no terminaron con un balazo en la nuca. A otros, tal vez por menos, los hicieron desaparecer. Yo seguía pintando. ¿Y qué iba a aparecer en mi pintura? El destino me dio facilidades para que yo expresara como artista algo que no me gustaba que pasara en la realidad, pero que me estaba facilitando pretextos para mi trabajo. El tiempo ha ido aflojando cierto énfasis excesivo que coloqué en mi obra entonces.
-Estos 70 cuadros, ¿a qué épocas pertenecen?
La mitad fueron realizados después de 2001. Habrá quienes dirán: ¿Esto qué tiene que ver con derechos humanos? Porque creen que derechos humanos es hacer un tipo con las manos atadas. Hay cuadros que sí tienen que ver con eso, porque era lo que marcaba el pulso del tiempo. Pero luego hice también mucha figura y cambiaron las actitudes de esos seres que están ahí. Y cambió también mí relación pictórica con las obras.
-Le gusta exponer mucha obra.
Yo digo que un cuadro es el capítulo de una novela. De una novela larguísima tal vez, pero sólo un capítulo. No se puede juzgar la obra de un pintor por un solo cuadro. Por eso me gustan las muestras con mucha obra. El que quiera hacer una lectura seria tiene la posibilidad. Quizás sean muy pocos los que hagan una buena lectura del conjunto. Pero es suficiente para mí.
Esta entrevista ya la habías subido en otro post, no la había visto... disculpas! Es que es muy bueno y me "tildé" mirando las pinturas. Sabía que era Español, pero no que era de Llerena.
ResponderEliminarCariños.