3 de agosto de 2015

TRAYECTO NARZISO IV: amor a sí, amor a otros

          








TRAYECTO NARZISO
Amor a  sí, amor a otros

Verdad es que -como patología- el narcisismo supone baja autoestima que acompaña exagerada sobrevaloración de la importancia propia y de un gran deseo de admiración de los otros. De manera que, en sociedades cerradas y maltratadoras, donde la alienación prima, esta tendencia puede darse a menudo o confundirse con quienes simplemente quieren dignidad. Ya que la necesidad del narcisismo es mirarse en el espejo de los demás, continuamente, para saber quiénes son, y al descubrir una pésima imagen de ellos mismos se ven en la necesidad de ocultarla o esconderla. También la personalidad narcisista es una forma de supervivencia.
Narciso y el narcisismo han sido temática del arte en todo tiempo, estilo y artes. Desde la literatura hasta el cine. Desde pensar que, en cierta forma, El Quijote es una interpretación del mito de Narciso, en el que Sancho sería el otro que se ve al otro lado del espejo o del agua o de la vida o de uno mismo, del sueño... Pero se pueden rastrear ecos y tratos del tema y temática en gentes muy diversas: desde Dalí, expreso, o el poeta cubano Lezama Lima, con su poemario Las muertes de Narciso, hasta Allan Poe y toda una nómina -nada parva- que no procede citar acá.
Supongamos que la vida es el río donde Narziso se mira, y se ve, se descubre, se conoce y se enamora. Sobre to de sí mismo. Dicen que el amor real es de lo que se conoce. Sería lo correcto, lo adecuado, lo guay. Y no que se mire en un río y se enamore de sí mismo y ande por montes, selvas y prados tras un eco enamorado, que no es otro que sí mismo, o de sí, como dice el poeta clásico.
Hemos querido vertebrar, dar motivos y tema central, a esta exposición de pinturas, con la historia, asunto, mítica, sucesos, noticias, insinuaciones, sospechas y de todo lo que escribimos como NARZISO, con zeta para extrañarlo más y entrañarlo. Así que estas pinturas todas deben de leerse, verse, entenderse, vislumbrarse, valorarse a la luz o presencia de eso que se llama Narziso, o narcisismo. En todos sus sentidos de mito, hito, cultura, nombre, sentido, sinsentido y todo lo demás.
Este reto nos surge en una feria de san Miguel en Llerena, año 2014, y lo culminamos en este tiempo de 2015.
No queríamos que se caiga en el simplismo del narcisismo como un vano amor a uno mismo, un egoísmo ponderado moralmente como perverso, enfermizo o malo, en el sentido moralino con que la actualidad aborda casi todo suceso cultural de fondo.
Las sociedades actuales ejecutan sistemáticamente lo que se llama la alienación, o sea, el enajenación del ser humano de sí mismo. Ser el perfecto desconocido de sí es lo que exige la vida moderna, del capitalismo avanzado, no se sabe a qué parte o aparte, de los individuos, para así poder tener una sociedad de consumidores, votantes obedientes, usuarios, aficionaos, consumidos, explotaos, paraos, nada…, o sea el extremo opuesto a lo que sería al narcisismo, como desajuste emocional y de personalidad.
Lo que nosotros hemos hecho es una especie de buceo en ese sino, ese ser entre el amor extremo a uno mismo y la alienación absoluta. Un sino en el que el hombre debe buscar la justa medida, cada uno distinta, distante de la de los otros, adecuada sólo para cada uno, tomado de uno en uno. Ese sería el equilibrio personal debido. No existe una fórmula válida pa todos. Cada uno es único y debe ser social.
Hemos leído todos los sucesos que aparecen en el mito como símbolos, signos: desde el agua hasta la mirada, desde la flor del narciso hasta la misma carne que lo alimenta. Hay ojos y miradas en estas pinturas que pretenden ese asombro y emoción ante ese mundo como espejo.
Y trayendo cierto entendimiento del narcisismo a la cultura cristiana, que en buena parte configura nuestra moral y usos, recordar que se nos dice que el deber crucial de cada cristiano es amar al otro como a sí mismo. Luego hay una parte previa, que es ese amor a sí, como conocimiento, para poder amar lo otro, lo ajeno a uno; pero como si fuera uno mismo consigo. Luego no hay una condena al amor a sí, sino hay un punto de partida, un previo, para el amor a los otros, al otro.
Y sobre todo este tema del amor a sí mismo, del narcisismo tomado en su veta buena, ha sido pivote para creaciones o recreaciones plásticas. Y que cada cual profundice en lo que les sugieran.
De manera que tanto Fernando Ruiz Millán como Agustín Romero Barroso han pintado autorretratos con frenesí, sabiendo que en ellos estaba no sólo el mundo sino los otros y lo otro.
Ha habido, hay y creemos que habrá un cierto desasosiego al hacer cualquier consideración en torno al narcisismo. Y sobre todo referente a la medida que nos afecta, no ya porque nos arrastre, sino por los que nos rodean. Una certera sospecha de que su veta pervertida puede estar ahí, trasconejada, oculta, vigilante para entrar en acción a la primera que pueda.
Mientras, el río de esta vida pasa, nos mira y lo miramos, nos vemos alguna vez, otra nos ignora y lo ignoramos. La vida sigue.
Les deseamos que gocen esta muestra sobre la temática elegida. Gracias

Fernando Ruiz Millán  /   Agustín Romero Barroso
Llerena, agosto, 2015

Fernando Ruiz Millán Nacido en Llerena y residente en Badajoz. Es fundamentalmente pintor y dibujante, con una depurada técnica muy personal en el uso del óleo.

Agustín Romero Barroso Nacido en Llerena, es poeta y escritor, en el uso de la lengua como materia estética. Sus libros son como unos diez títulos. Aunque sus derroteros éticos y estéticos fluctúan por toda esa zona en donde la materia puede ser el color y la forma, como la pintura, o los sonidos e incluso el espacio y sus formas.



NOTA: Del folleto de la Exposición TRAYECTO NARZISO, amor a sí, amor a todos, que durante el mes de agosto trascurre en el patio del ayuntamiento de Llerena.

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