10 de julio de 2013

AMANDO A LA CARTA





La peor de todas las enfermedades mentales, no diagnosticada, es aquella en la que el sujeto o sujeta se empeña en que alguien sea quien no es, en que alguien hace lo que no hace y en que unas informaciones sobre el otro, o los otros, no responden más que a sus deseos, ocurrencias, mandatos, órdenes, exigencias, caprichos, necesidades, y situaciones similares. 
Señalo a cualquier tirano como ejemplo de todo eso a que quiero referirme. Pero me preocupa mucho más su actuación en lo que llamo la vida cotidiana y sus sucesos. Dejemos esa Historia tan trajinada por los de la altura. Que me mareo. Pues es ahí, en el día a día de abajo, donde se fragua la felicidad o infelicidad de todos. Es lo que ha veces se denomina como persona autoritaria. Aquella que confunde los valores con su soberbia y su autoridad única y excluyente. Casi siempre producto de sus inseguridades y de sus miedos, ignorancias y odios. No solucionados o bien canalizados para solucionar, en trances, que se dice. Pues todos portamos nuestra cantidad de ignorancias, miedos y odios pertinentes.
Señores hay que piden a su compañera medidas impuestas por la moda, referidas el físico. Y señoras que piden príncipes azules por tol morro. Pase lo que pase y caiga quien caiga. Se  lo piden altos, rubios, con los ojitos azules. Ricos y barcenescos. Alegres y pimpantes. Semejantes estados de alienación mental son vistos como normales, por el status de cosas imperante. Incluso la moda y los modos de la costumbre los auspicia, los impone, los vende como signos de madurez emocional. Cuando no llegan ni a infantiles. Situándose en el seno maternal más oscuro y egoísta del óvulo casi fecundado. Pero es la concepción del mercado a niveles de relaciones emocionales y lo que llaman pareja. El oferente ha de dar, entregar, proporcionar, regalar, transmitir, adjudicar, otorgar, conceder, facilitar, remitir, gratificar, remunerar, prestar, comunicar, suministrar, aportar, abastecer, proveer, surtir, propinar, conferir, procurar, rendir, originar, causar, repartir, distribuir, atinar, acertar, rendir y rendirse, aplicarse todo lo que responda a la locura consumista del atabalado/a que lo desea consumir. Y hasta exigir que se hable de algo hermoso, alegre, bello, bueno, divertido, romántico (sí, romántico), precioso, cariñoso. Importándole un bledo lo que le ocurre al sujeto referido. Que le pase lo que le pase, sólo lo quiere pa fiestas o pa la alegría de su huerta. Importándole un pimiento lo que él sea, como esté. O sea, no amándolo en ninguna ocasión, ni siquiera respetándolo un mínimo debido, que es lo mínimo.
Y, drásticamente, a eso lo llaman amor. Amor romántico, encima y debajo. Al uso de la publicidad de no pocos productos. Pues la publicidad se ha colado en el coco consumista de tal forma, que ha configurado todo un escenario con visos de realidad. Así venden la revolución, la república y el amor. Sobre todo esto del amor. Esto lo usan tanto, y de tan largo, que ellas, sobre todo ellas, lo creen a pies juntillas. El gasto en publicidad cometarros para ellas es como el 50% más que para varones.
De manera que el imaginario de varón, para ellas, está perfectamente construido por la propaganda. Y responde al perfecto criminal capitalista que manda y mangonea todo. Es lo que el marxismo tradicional llama superestructura cultural (en este caso emocional); aunque casi nunca ha llegado a analizar su funcionamiento, desde la vida cotidiana, para pervertir todo y ser la base de tanta incuria capitalista, que no sabemos por qué ocurre. Porque nadie sabe explicar por qué la gente vota mayoritaria a quienes más daños les hacen. Ni por qué se adora a los tiranos reales. Ni por qué todo talante realmente autoritario es venerado, cuando no auspiciado por los más. 
Y estimo que, en este pantanoso sitio de la vida íntima cotidiana, yace el monstruo o razón de ser del mal que trato de fijar. La enfermedad grave que aqueja a casi todos. El extremado egoísmo por el cual el amor ni siquiera se huele de lejos.

1 comentario:

  1. Muy interesante si yo hubiera hecho un articulo con todo esto, me hubieran tachado mis amigos masculinos de mujer amargada y deseosa. Y es todo lo contrario, nos venden estereotipo de personas y nos obligamos a amar todo ese rollo. Y en el caso de las mujeres que buscan príncipes azules yo hace mucho que de eso ni busque ni busco, creo que lo viví con 15 años, La vida te enseña que el amor es libertad de aceptar a otro sin que haya ni condiciones ni presiones...por tanto, el amor romántico, mejor lo escribo en mis novelas, y no lo busco en la vida real, porque no soy ni princesa encantada y si no lo soy menos quiero un príncipe azul que me haga olvidar lo que quiero, sobre todo ser libre para ser yo misma. Un saludo afectuoso.

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.