11 de septiembre de 2011

ODISEA ESPECIAL


En esta Barcelona postolímpica, de hace tiempos, postraumatizada por la Crisis, trajinada de turisteos e inmigrantes a barullo, que han venio pa hacerse ricos (según me escuché a uno sin empacho, que no lo creo, ¿ei?, aunque estuviera jugando a la Primitiva). En esta Barcelona en la que vivo ahora, intermitentemente, en este año de 2011, uno no deja de sorprenderse por detalles como el que narraré a continuación.

Ante una tienda de pelis de segunda mano, en DVD, hay una mesita con libros, arrimada a la puerta de entrada y en la calle. Entro en la tienda y pregunto -para cerciorarme- al dependiente o encargado, si es cierto que puedo coger libros de aquella mesa, y si es más cierto que puedo -asimismo- traerle libros. Todo gratis.
-Sí, sí, tráete, lleva -contesta raudo.

Y vuelve a su faena en no sé qué tareas frente a la pantalla del ordenata...
Me había fijado en la primera edición popular de 2001, UNA ODISEA ESPACIAL, del inglés Arthur C. Clarke, editada por Ediciones GP, en la colección Libros Reno, difundidos por Plaza & Janés, de 1973. La edición original en inglés es del famoso año 1968.

Creí que no lo había leído. Pero sí. El prefacio ya me recordó una primera lectura adolescente, en aquella colección RTV, que tan popular fue. Además la conseguí en un local de las juventudes del Frente de Juventudes, al que acudía por los libros y jugar al ajedrez. Y como fue lectura que me impactó y abrió campos mentales, repruduzco ese prefacio tan aleccionante aún hoy, o más hoy, de este libro que me ha regalado la calle de Barcelona para releer. Esta Barcelona distinta de la que viví un cierto tiempo, más o menos largo, de los iniciales años ochenta. Pasó mucho y todo ha cambiado. Lo repito: me sorprende el turisteo barateiro y la inmigación, que ya iba notando en mis idas y venidas en estos últimos treinta años, a esta ciudad cosmopolita y abierta, pueblerina y universal, por mor de la publicidad y la famosa historia. Lo digo con toda la ironía pertinente.

Y ahí va ese texto impunemente, del novelista Arthur C. Clarke y del cineasta Stanley Kubrick, por tanto escrito a cuatro manos, para la novela impresa, mientras se fraguó la peli pertinente al libro, o viceversa.

PREFACIO

Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues es tal la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos aproximadamente cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra.
Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo.

Pero, cada una de esas estrellas es un sol, a menudo mucho más brillante y magnífico que la pequeña y cercana la que denominamos el Sol. Y muchos -quizás la mayoría- de esos soles lejanos tienen planetas circundándolos. Así, casi con toda seguridad hay suelo suficiente en el firmamento para ofrecer a cada miembro de las especies humanas, desde el primer hombre-mono, su propio mundo particular: cielo... o infierno.

No tenemos medio alguno de conjeturar cuántos de esos cielos e infiernos se encuentran habitados, y con qué clase de criaturas: el más cercano de ellos está millones de veces más lejos que Marte o Venus, esas metas remotas aún para la próxima generación. Mas las barreras de la distancia se están desmoronando, y día llegará en que daremos con nuestros iguales, o nuestros superiores, entre las estrellas.

Los hombres han sido lentos en encararse con esta perpectiva; algunos esperan aún que nunca se convertirá en realidad. No obstante aumenta el número de los que preguntan: ¿Por qué no han acontecido ya tales encuentros, puesto que nosotros mismos estamos a punto de aventurarnos en el espacio?

¿Por qué no, en efecto? Sólo hay una posible respuesta a esta muy razonable pregunta. Mas recordad, por favor, que esta es sólo una obra de ficción.

La verdad, como siempre, será mucho más extraordinaria.

A.C.C.
S.K.


Y convendría que buscasen el libro y lo leyeran. Ayuda a pensárselo todo eso mucho mejor. Como poco.

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