19 de septiembre de 2011

IMAGINARIAS






Resulta Imaginarias, de Pedro Guardián Loyano (hay una errata -tal vez intencionada- en la portada), uno de los logros mayores que me he topado, de texto completo y redondo, acerca de un tema. Aunque yo diría más bien de una inquietud que desvela los valores reales del personal corriente. La razón de amor. O mejor: la ración amorosa en su ámbito de imaginación, ficción, mito, utopía, espejismo, ilusión, novela, fábula, invención, simulacro, especie, delirio, espectro, capricho, visión, sueño, quimera, ensueño, fingimiento, fantasma, fantasmagoría, entelequeia, parábola, idea, comprensión representación, sensación, percepción, pensamiento, juicio, conocimiento, vislumbre, noción, reflexión, designio y elucubración. Sin dejar aparte la clarividencia, inteligencia del hecho, intuición, agudeza, chispa, recursos, iniciativas, tanteos y tonteos, capacidad, talento, aptitud y actitud, facultad y finalmente genio e ingenio de este autor único en el trato de tales asuntos. Añadiendo, por mi parte en la valoración del tejemaneje, dotes de alta valentía; pues se expone a ser despreciado por decir verdades a voces, que se callan por todos. Como quien enciende una vela en medio de la oscuridad total. A él atizan todos lo palos, porque permite ver y que se vea.

Está compuesto por una serie de ensayos, reflexiones, aporías, cuentos, narrables, máximas y mínimas, notas y fragmentos de diario, incluso anotaciones de agenda, en torno a la imaginación, o imaginaciones, que los hombres han tenido de las mujeres, o de la mujer, en su sentido monógamo, casi exclusivamente. De las idealizaciones, diríamos, del ideal de mujer y hombre que se ha tenido en el sentido puramente amoroso, que desvela todo sentido de la mujer y el hombre, a la chita callando. Porque esas idealizaciones muestran el talante de ellas y ellos en otros órdenes, los revela para lector avezado, con muestras congruas de su ser. Aunque el autor dedica un buen capítulo a todo lo demás. 

O sea, por estos textos aparecen desde el Príncipe Azul hasta el que engatusa a las Madames Bobarys o Regentas de turno, o cualquier boba que se agarre a un clavo ardiendo, desde Dulcinea del Toboso hasta la Cantamora, que es una especie de habitante o arpía de los pozos, que atrae al fondo de  los mismos a quienes enamora y mueren ahogados en ellos. Pasando por Ulises o Dante, las serranillas del marqués de Santillana o del Arcipreste de Hita y su monja bienamada que le arrebata la muerte... Hasta las damiselas impuestas por la moda y la monda de las cosas modernas del comercio, y de hacer de la necesidad Negocio, tipo la Marylin Monroe, yendo a la carne de pajilleros que ofrece la industria porno, con sus ideales y juegos mentales de consumo, al por mayor y de super, pagadero con tarjeta de crédito, o bajando al mundo mezquino de las calientapollas o arrebatados bocazas chulescos e impotentes. Llegando a las muñecas de tamaño natural, que ya por Japón son objetos de deseos de amor y como tales ideales...

Y aparece, cincelado y sabiamente comparado, el deseo ideal de la mujer y el del hombre, referido a su galán o dama de desvelos. Con grave riesgo de quedar ellas malparadas, si valoramos con la verdad, bondad y belleza que debieran ornar al amado, ideal, de alguna manera. Pecando ellos de cosificarlas o esclerotizarlas en muñecas cuasipeponas, y ellas en desear mando y poder, amén de money; pero desde la trastienda.

Tranquilos que también tiene la parte dedicada al objeto del amor gay o torty.

Hay materia muy sugerente cuando aborda los mitos populares, referidos a los amantes de esos sueños o deseos. Pero sobre todo a sus habitantes y valores.

Y este logro lo hizo posible Pedro Guardián Lollano, un raro erudito, que nació en Llerena, y vive en Castaño del Robledo, pueblecito de la provincia de Huelva. Dedicado a la música, como modus vivendi, y en sus ratos de ocio escribe y reflexiona. Que es tarea ardua y titánica en estos calamitosos tiempos. Sobre todo es poeta y que ha cultivado, casi monotemático, el asunto del amor carnal, cuando no el ideal, con ribetes aparentemente pornos; pero que en realidad es una burla y puesta en denuncia de esos usos que envilecen -en todo sentido- al ser humano. Reducido a carnaza y consumo, mercancía de carnicería y desguace corporal... Y allí, ubicado en su maravillosa sierra del norte, trabaja nuestro hombre. Luego de pasar media vida en Suiza, buscándose el chusco. 

Todo un tratado de cómo lo seres humanos han imaginado a sus parejas o amores. Pero no sólo seres humanos reales, sino imaginarios, sobre todo eso, en la imaginación, pues la llamada realidad siempre puso trabas e imposibles a amar, a ser amado y amarse. Ya que la realidad está al servicio del no ser, o sea del mal y de todo el Poder y el Capital. Seamos serios de una puñetera vez en nuestra historia de hombres, en nuestra vida. Que es la mayor denuncia que nuestro autor hace. La de la fatalidad de la muerte en vida si no hay amor real, que normalmente no lo hay, y se busca en la imaginación, en ese imaginario que sobrevuela los cocos y molleras de los más. De formas lascivas y groseras o de formas hermosas y buscando una vida, verdades, bellezas y bondades que acá no hay. Pues el acá está domeñado por el cálculo y en interés o puesto al servicio de hacer de la necesidad un Negocio. Y como la necesidad de ser amado y amar lo es, pues hay avezados y avezadas gentes que hacen de ello un Negocio redondo. Puede ser para mal o para bien, justificado por la dura realidad o no. Tanto de las culturas europeas como orientales, del este y del oeste. Tanto lo husmeado en las cavernas como en el mismo Hollywood, por ejemplo.

Aunque, debo decir, que nuestro hombre encontró editor eminente, dispuesto a lanzar este maravilloso texto. Pero el destino cruel no lo quiso y como corría el año 2009, y la Crisis acogotaba ya, pues se esperan tiempos mejores, por parte de aquel editor, cuyo alto nombre callaremos por ahora. Aunque, obviando eso, decimos que Pedro sí hizo una edición menor, al alcance de amigos e interesados. El tocho tiene 532 páginas. Que es la que ha llegado a nuestras manos y de la que hablamos. Un poco con la presencia, aún recién leída, de las últimas páginas, como a vuelapluma.

Así que, poco a poco, iremos sembrando de textos de Imaginarias este lugar, ya que tenemos el permiso del autor. Generoso y dadivoso como pocos. Sobre todo nos pasma su apabullante poesía, contundente y, en algunos casos, dura y certera, que no a todos y a todas gustará. Pues ese verbo gustar deben ir cambiándolo para valorar todo esto. Si se tienen paladares, en su metafórico sentido.

Espero que nos ayude a reflexionar, elucubrar, sacar en claro sobre eso del amor y la pareja, no ya como la ideología de las mujeres para mantener atrapados a algunos hombres, sino como la ceremonia de la bondad, la verdad y el bien de la vida, los cuerpos y los sentidos, las inteligencias entre las personas libres, amorosas e iguales en derechos, que se dan unas a otras. Su suprema celebración y gozos. Sin miedos a los sinsabores que suele traer la llamada vida, que no es sino antesala de la muerte. Pues no todo es utilidad en esta vida. Y también anhelo que este texto sea gozo y juego, en donde la palabra cree mundos, vidas, ideas, seres, amores... Porque, en definitiva, la palabra crea y recrea todo este universo mental, que nuestro autor trata de escribir. Y lo hace con un estilo pertinente. Estilete lo llamo, en algunos casos, estola en otro, estoque en no pocos.

De manera que, disintiendo de lo formulado por María Zambrano, cuando dice: Pensar es ante todo -como raíz, como acto- descifrar lo que se siente, entendiendo por sentir el sentir originario, expresión usada por mí desde hace años. Nuestro autor perfila un perfecto entramado, racional y verbal, en donde expone perfectamente lo sentido, recobrando sentido, y no el romanticoide sinsentido y lelo a fuer de lerdo. Porque lo que no se siente no existe, y lo que se siente y no se puede expresar en pensamientos, que siempre es palabra, que siempre se vehiculan en palabras o alguna suerte de lenguaje, incluso el no verbal, tampoco.

Por ello estamos, con Imaginarias, ante una obra literaria en su sentido más literal.

Pedro elaboró varias portadas para su libro. La que reproducimos es una de ellas. Tenemos varias más, por gentileza del autor, que iremos exponiendo, cada vez que traigamos un texto, un poema, algo de este maravilloso libro mágico de toda la imaginería religiosa y creyente, referida al amor y los amantes del empíreo más allá de esto cotidiano; pero que lo revela y desvela.

Tiene ya en sus inicios un sustancioso y alegre preliminar o umbral, donde no conviene tropezarse, en donde analiza, con una gracia total, las diversas formas comunes como, los que dicen estar enamorados, describen a sus amores. Los adornan de toda clase de valores predominantes y de triunfos, al uso y acomodo social, preferentemente, obviando los que los hacen amar a aquella persona. Pues bien no lo saben, no contestan o están obnubilados/as por alguien como circo y no como amor. Diciéndonos el autor que fue eso, precisamente, lo que le llevó a hacer este tipo concienzudo de estudio serio sobre los amores imposibles de la imaginación, que les parecen más serios que los llamados reales. Pues los de la realidad no existen, no se ven, no son, no aparecen, o son secretos. Tal vez porque nadie quiere ser libre, no ya que pueda. Hay, en este preliminar, una sustanciosa reflexión en torno a la Edad de Oro, peli de Luis Buñuel, al hilo de la imposibilidad del amor, en las sociedades capitalistas, bancarias, mercachifles, políticamente correctas y al uso de estos tiempos, por obvias razones que no me extenderé a exponer ahora. De manera que la gente valora todas sus relaciones con esos parámetros, y no podía faltar algo como el amor. Constreñido por los horarios, calendarios, tiempos y formas de la vida, y su flujo y reflujo, en este medio social en que se mueve o está empantanada. Cuando alguien, al hablar de su amor, te dice sólo valores que no suponen amarlo, o valores intrínsecos que expliquen e impliquen su amor..., sino  que si es rico y de prosapia y familia adinerada, hábil con la conducción de triciclos o pases de balón, alto, moreno, rubio, membrudo, fuera de la ley, judío o abisinio, celta con filtro, que toca mu bien la guitarra y canta mejor, usa coturnos, o le ayudó cierta vez a salir de un apuro, situación, o es que se empeñó en cortejar o se hizo la atractiva demasiado..., o cualquiera de otras cuestiones, que en nada ponen valor a nadie, la cosa se pone chunga y clara, o se está quedando contigo, llega a decirnos nuestro autor con toda verdad y cachondeo.

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