1 de diciembre de 2011

LA HEMBRA



Aunque a muchos no se les ocurre lo que significa la historia, lo qué nos dice, a mí -de cuando en vez- se me trae recordarlo. Y recuerdo que el islam fue una desgracia mayor para todo el mundo, desde que aparece hasta que permanece. Bien es sabido que no crea nada, no aporta nada. Como una cosa vampírica, como una causa de vampiro, engulle, zampa y deglute. Luego defeca. Recrea en el sentido castrante y folclórico. Desde los llamados baños turcos, que no son turcos y ya eran termas romanas y antiguas, hasta el supuesto resplandor de Alándalus, que ya venía de largo desde la época de san Isidoro de Sevilla la cosa de estudiar y conservar el legado de la Grecia antigua y el romano, etc. El surgimiento del islam trajo dos desgracias terribles que han perdurado hasta ahora. Una fue que cortó la comunicación fluida entre Occidente y Oriente, entre Pekín y Roma, entre Europa y China o Japón o las llamadas Indias... la Ruta de Oriente, o de la seda, la monopolizó y la catalizó, para hacer daño a todos. Segundo sumió en la pobreza, la obediencia, el cretinismo, la estulticia, la bestilidad y el fanatismo toda la inercia cultural abierta del norte de África, de lo que dan cuenta las hermosas ruinas romanas, desde Libia hasta Marruecos, del esplendor que tenían y la fuerza que llevaban. Todo humo y negritud por la cosa fanática y oscura del morankeo. Si visitamos esa costa del Mediterráneo por los siglos posteriores al XV la cosa arde en atrasos. La piratería mafiosa y criminal, no era otra cosa, desde Argel hasta Estambul, es pasto de la chulería machista de los llamados muslines. A muchos datos me remito que andan por doquier, para quien sepa ver. Y la ruta abierta y libre entre los pueblos de oriente y occidente se sella aun más. Por eso fue el impulso de Colón y el anhelo de todo occidental: encontrar una ruta para comunicarse con oriente, ya que el puto morankeo no dejaba libertad de circulación de la gente libre. Por ello fue crucial para los turcos conquistar Bizancio, lo que ellos llaman Estambul. Para así poner el candado total a todos. No porque la amaran, no. Luego la hermosa ciudad la folclorizaron con sus torres fálicas, dominando conciencias y matando sueños. Castrando las vulvas de sus cúpulas. Sobre todo la de santa Sofía, la Sabiduría por sí misma... Hasta hoy que es una meta turística de primer orden, con la denigración que eso significa, la estulticia y la vulgaridad. Porque el turismo es la avanzadilla de la muerte d ela cultura, de la belleza y del bien, como es sabido. Que reduce todo a precio, venta y camelo. Comenzando por el paisaje y el paisanaje..., las personas, y terminando por la mesa, misa y cama. Constantinopla era la llave para la fluidez y la libertad de la gente del mundo. Para la que el islam ha sido siempre cárcel. Que se me diga un sólo país donde la secta mohometana domine, en el que la libertad, la igualdad y la fraternidad, aparte de la racionalidad del saber, la valentía y el amor penetre -siquiera formalmente- en el tuétano social y político de su ser, incluso en el de la gente en la vida cotidiana... Ni uno puede señalarse, aun con errores aislados. ¿Es imaginable una Islandia, una Suecia o siquiera una Francia en el mundo islámico?..., ¿con sus defectos y sus taras siquiera el doble? La respuesta es un contundente no total.

Esta reflexión la traigo acá porque a veces me asaltan una serie de sucesos, aparentemente descabalados y aislados, que van tomando cuerpo y sentido con el tiempo. Son como corazonadas y alertas que luego van tomando su aliento de razones y cuadran, se colocan, se explican. Y en este año, que va en su último mes, me ha ocurrido algo así, hilando con el anterior. Sobre todo cuando encontré la clave del meollo, por esos casuales de la vida y de mi impenitente deseo de saber, leer, hallar.
Fue en Barcelona y a finales de esta primavera pasada, y una tarde, en la que bajaba desde la plaza del mercado de sant Antoni hasta las Ramblas, creo que por el carrer de sant Antoni y luego siguiendo por el carrer del Carme. Entré en una librería de viejo, que por lo corriente andaba casi siempre cerrada. Y casi me fui derecho al libro que brevemente reseño y que iluminó mis reflexiones, de alguna manera y hasta ahora. Se trata de La hembra Cortesana de Bizancio, de Paul I. Wellman, de la editora Guillermo Kraft Limitada, de Buenos Aires, quinta edición, 1957, colección Vértice. Sólo ya ante la portada me quedé un tanto anonadado y confuso. Por la mucha sorpresa. A más fue mi asombro cuando leía en la sobrecubierta:

LA HEMBRA
Desde los más bajos fondos de la vida cosmopolita de Bizancio -capital del imperio Romano de Oriente- surge la figura de una mujer extraordinaria que, haciendo prudente uso de su morena belleza y de su aguda inteligencia, escala, paso a paso los peldaños del bienestar y la celebridad, hasta convertirse en la emperatriz dominante al contraer casamiento con Justiniano, príncipe débil e irresoluto que consigue sostener la corona y los dominios imperiales merced a la energía y al tacto diplomático de Teodora.
Tal es la historia que relata Paul I. Wellman con una profusión de detalles y peripecias que llevan al lector de la mano, ansiosos de conocer los pormenores de aquella vida valerosa, sometida a las más duras pruebas y a intensos sufrimientos, que apenas cabe imaginar que haya podido soportarlos y triunfar de ellos una mujer. El autor reconstruye como ninguno el medio ambiente de la época, descrito con caracteres que impresionan por su colorido, hasta cuando nos conduce por las callejas sórdidas y oscuras de la famosa capital.
Teodora de Bizancio fue, como es sabido, una cortesana. El azar de los acontecimientos, con su intuición ciega, fue elevándola desde la escala social ínfima hasta la cumbre esplendorosa donde brilló por su claro talento, sus firmes iniciativas, su visión del porvenir, su conocimiento del valor de los hombres que la sirvieron para afianzar el imperio tambaleante. Y no es aventurado pensar que Justiniano haya procedido a la codificación de las leyes imperiales por inspiración de Teodora, de cuya capacidad para el gobierno ha dado inequívocas evidencias. Por su pintura de una época, la intensidad de sus episodios y sus hondos valores psicológicos, la novela que ofrecemos a nuestros lectores es una obra maestra del género.

Por supuesto que al género que se refiere, este comentario de la gualda, es el de la novela histórica. Ya bollante en el mundo de parla anglosajona, como manera de ideologizar, o moda mental, que por hace pocos años se descubrió por estos lares. Busco por internet el autor y encuentro esto. Y todo esto de la mencionada novela, todavía como libro de lance muy buscado y no reeditado modernamente, de este autor popular.

Seguiré en otras entregas pues algunos textos lo merecen. Sobre todo referido a personas y situaciones actuales del Bizancio del siglo XXI, que los morankos llaman Estambul, como si fuera una explosión en sus bocas.

1 comentario:

  1. curioso, en el día que cuelgo esto me han visitado 8 veces desde Irán, y han visto esta entrada, según el sistema de Google instalado para contar visitas y desde donde..., y 12 veces de Irán, desde el sistema independiente que tengo instalado en la web...., así que los morankos me vigilan cuando parlo de ellos...

    ResponderEliminar

Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.