28 de febrero de 2011

ZAPATA EN SUS MUNDOS, 1



Pues que es siempre el saber muy gran ganancia.
LUIS ZAPATA DE CHAVES


Andábame, quedo, haciendo lo que ni aún el mismísimo Dios puede hacer por mí, cuando vi venir la Lozana. Limpiéme la podre lo mejor que supe, alcé los zaragüelles y calzas, arrebolé la capa, que al soslayo tenía. Fui en su pos. Era hermosa hembra a la venida, esto es, de frente; más lo era en los traseros andares, que culebreaba la alta cadera de lo más lindo. Sabía de mi mirada y el contoneo no era ya culebra sino pura víbora espejeante y venenosa.
Han de saber que en este ultramundo los habitantes, liberados de funciones que al sexo esclavizan a los vivos, tenemos esa práctica a que todos desean llegar: goce supremo, medio del fin místico del hombre y de la mujer. Además, muertos como estamos, no pagamos tributo de enfermedad alguna, ni picores, ladillas, hinchazón, cansancio, menopausia, reglas, escuadras, impotencias y otras quisicosas de los que dicen vivir. Estamos en el puro sexo, tan puro y purificado como mondo y lirondo. Además, con todo, la purísima pasión se alza en nuestros corazones y, las más de las veces, descollamos al ver a una hembra tan bien replantá como la Lozana. Que se quite allá esa barbilinda del gallego paisano, la tal Marta. ¡Y yo que la creí muerta de verdad! Vamos, producto de la mente calenturienta de aquel cura emigrado a las italias, autor de lo que llaman La Lozana Andaluza. Pero no, la tal fémina vivió realidad carnal y es paisana, porque entre los fallecidos todo lo sabemos con meridiana claridad, sin suertes de registros civiles ni militares, ni anotación bautismal o papela de identidad alguna, sea para conducir o conducirse en la vida administrativa, que no en la de verdad.
Voy a lo que importa. ¡Pero que requetebién las hicieron entonces! Bueno, casi siempre la hermosa lo es, sin miedo de tiempos o épocas. Aunque las mujeres de ahora se me antojan remojadas y sin gracejos. Debe ser que no gustan maduras. Otro tanto que ganamos los fallecidos; acá no existe eso que llaman la edad o las edades, en estos asuntos del emparejamiento. Pero vamos al lío. La abordé:

ZAPATA: ¡Hoooola! Lozana...
LOZANA: Sabía que me seguías, barbián. No en vano eres discípulo de Castiglione y aprendiz de donjuán. Se ha dicho que tus hazañas sevillanas inspiraron a Tirso...
ZAPATA: Te buscaba a ti y siempre te confundí con las otras.
LOZANA: Nada más hermoso para enamorar tontas lo que tu linda boca dice, tu morrito preciado depura. Tan manido para bobas.
ZAPATA: No, si no me interesa enamorarte, me interesa saber de Llerena, de la Llerena que dejaste antes de partir a tierras itálicas.
LOZANA: A la que dejé también se la llevó el asco, digo, el hastío de la nada, a la emigración. Eso ocurrió siglos después de manera ominosa. Una huida. Pero es historia y tú sabes que eso es muy aburrido acá. Nada hay más mentecato en este reino de muerte que un historiador rancio relleno de documentos, como pavo de Navidad, o pavo real con plumaje de erudito violeta, o un don Plutarquete (con permiso de Mendoza) a la violetera (venia a Iriarte). No quiero parecer melindrosa y te devuelvo el cumplido. Te doy unos polvos de esperanzas.
ZAPATA: Donosas formas de congraciarte tienes.
LOZANA: Sé más por vieja que por puta. Y de saber a saber san Pedro es calvo.

Vine con el mundo por montera y con moza de goces para días, tal vez años, o la eternidad. Pero estaba en estos entresijos mentales cuando vi venir un perillán, barbilindo y mentecato, pues todo hombre que aparece cuando uno está en requiebros con hembra lo es. Máxime si es entrometido como aquel lo fue. Se acercó andando, como podía, por aquellos pedregales afganos, sintiólo la bella...

LOZANA: ¡Rampín!¡Norabuena que apareces!
RAMPÍN: Mi señora, hace meses sin verte.
LOZANA: Cumplidos sobran. Cuenta.
RAMPÍN: Como te comenté. Estuve en el pueblo y vengo gozoso de su estar, que es la más cumplida cosa que vi en los últimos años. Allá existe un equipo de fútbol que, de llegar a la primera división, bien podría enseñar a los realesmadriles y barcelonas como ha de ejercitarse tan donoso como genial juego. Y no digo más que aluego to se sabe.
ZAPATA: Dices bien –atajé a interrumpir-. Lozana vayamos a una gruta donde tengo agua y unos higos secos de escándalo.
LOZANA: Sea, pero bien has de tener los higos y mucho has de desear que me coma el bicho.

Quedó Rampín ojiabierto y boquisalido, mirando ora a su señora ora a mi figura. Recordé entonces aquello que mandé escribir de fortuna, suerte, ni destino, ni hado, no hay otro sino la divina voluntad. A esta se va por mil vías, caminos reales y atajos, que los hombres no pueden imaginar más, por no traer por cada niñería a Dios en la boca. Los hombres llaman los casos que acaecen por aquellos nombres, aunque inciertos y desvariados. Y baste ya del recuerdo de mis escritos.
Andamos un trecho los andurriales inhóspitos que aquellos días nos engolfaban. Porque aún no expuse que me trasladé a la zona de Tora Bora, montañosa región del sur afgano, y era como el once de septiembre.

Antes debo decirte –caro lector- que el día antes estaba, muy a mi placer, comiendo unos higos secos tipo Esmirna, que aquí son delicia, cerca de una cobacha, en lo más alto y mesetario, no sé si de Tora o de Bora. Ya digo que eran principios de septiembre y como el año dos mil uno. Bien rico me sabía el eneavo higo introducido en mi boca, arrancando, previo, el rabillo con el pulgar y el índice, a modo de pinza política española, sirviéndome de mis nada cortas uñas crecidas al amor de Nueva York.
Mirando el horizonte perdido, ya montañoso, ya lejano y siempre recordándome ese áspero sabor de la bellota, que las situaciones, climas y ambientes tienen la virtud de despertar en mí. No por ello dejé de observar unos pajarillos que revoloteaban, y algunos papeles, como a cincuenta metros donde me acuclillaba. ¡Papeles! Me levanté, dejando el dulce sabor, me encaminé sobresaltado a la rara recogida de papeles en aquellos páramos. Bajé la cuesta, observé el ligero vientecillo en el que remoloneaban las hojas que procedían del interior de una bolsa de plástico. La agarré para evitar más desparramo; también, y gracias a mis ingrávidas cualidades de, llamémosle ahora así, fantasma, arrebañé y dejé todo el lugar limpio de los pocos folios que salieron de la bolsa, agradeciendo al destino su llamada de atención. Me retorné, con tan extraño botín, a mi lugar de inicio. Entré en la primera parte de la cueva, abrí el recipiente, sentado a una mesa de campaña improvisada. Traía varios enseres; pero por de pronto me centro en los que cuentan. Ordené las hojas de papel, que llevaban su número de orden en la parte superior derecha, remarcado con un círculo. Eran cuarenta, escritos con letra manuda y apretada. Así que traduzco, en romance castellano y en mi estilo. Con algún comentario, cualquier añadido y poco hurto:
Yo, señor, me llamo Caín Magnobush y quiero hacer descargo de lo llamado conciencia. Procedo de familia WAP, que en gringo quiere decir, W=blanco, A=anglosajón, P=Protestante. O sea, tengo todos los números marcados para que me toque el gordo de la primitiva en la sociedad de los USA, S. A...
No sigo leyendo. Tal vez luego nos cuente que es judío y todo ese rollo. No aguanto ya la superchería victimista de los gringos. Creadores del infundio llamado estado de Israel, que no deja de ser una sucursal de su interés en el medio oriente, zona de petróleo, etc. Falacia, sofisma, filfa y bulo de lo que es realidad de los judíos del mundo. Ni el uso del sacrosanto nombre de Israel representan, ni ellos son los judíos del mundo, sino una exigua parte de zumbaos fanáticos con mucho dinero. Reduciéndose a una farsa más, algo apócrifo y a bola trolera. Que lo digo yo.
Otro día seguiré leyendo y transcribiendo los folios hallados al casual, en Afganistán. Ahora me urge algo más. Como deben saber vuesas mercedes tengo pacto con un diablo. Si no lo saben ya pueden ir leyendo mi Carlo Famoso. Dicho diablo tiene a su disposición negro garañón volador, con el que divisé, en su día, el saqueo de Roma por las imperiales tropas de Carlos V. Me ha llamado por vía que sólo los dos conocemos y que he de mantener secreta. No es un móvil.

ZAQUIEL: Mi señor Zapata habéis de venir pronto a Madrid, para que os muestre presto do se halla la pintura del Cristo Crucificado, del maestro Frasco de Zurbarán. Allá le tenéis llorando su cautivario, su mala suerte con lo que lo pintó para Llerena. Por lo averiguado hemos de dar en una empresa llamada Tekné, Conservación y Restauración, S.L., sita en Marqués de Portugalete, 10, en Madrid.
ZAPATA: No me engatuséis con llantina de ese gordo que ya no pinta nada. Es un calzonazos cuentista, un lamefrailes. Ya debió rebelarse contra la manipulación ocurrida en su centenario, en 1998, en donde le cambiaron hasta la vida, por falseada y ñoña, oficial e historietista, no llena de eso: vida precisamente. Llevada a la farándula de forma errada en todo término.
ZAQUIEL: Ya sabéis que es hombre de paz...
ZAPATA:¡Qué hombre de paz ni que leches!¡Meapilas incontinente, redomado, un untafrailes y allegados!
ZAQUIEL: Teneos y montad pronto en el cuártago negro. Vayamos a los madriles. Todo sea que no topemos con uno de los trastos de muerte de los yankis.

Pasaron unas horas de alto volar y oscuro, que las nubes negras impedían ver el suelo. Al posarse en firme los caballos noté que pisaba de nuevo las españas por el vuelco del corazón al escuchar parla castellana.

MUJER: ¡Jesulín, te he dicho que vengas pacá! ¡Vamos, coño!
ZAQUIEL: Dejad de mirar con esa cara de asombro. Es una vecina de este barrio del extrarradio de la villa y corte del reino de España.
ZAPATA: ¿Aquí me traéis?
ZAQUIEL: Sí, porque en esta casucha, cuyos datos mencioné, de enfrente, tiene su taller el restaurador del Crucificado de Zurbarán. Entremos.
ZURBARÁN: ¡Qué alegría, micer Zapata! ¿Cómo vos por acá? Os hacía en Nueva York la última vez que os vi...
ZAPATA: Sí, sí. ¡A mí me vas a engañar tú, sonsorbito! ¡Rancio!
ZURBARÁN: Pos mira, aquí me tienes velando mi Cristo y vigilando no se lo lleven de este tugurio, donde reposa desde 1998. ¡Hace cuatro años ya! Bueno, con un interregno de viaje a París para ser presentado en una galería de tercera. Aquí me como este bocata de chope para calmar la ansiedad y el hambre.
ZAPATA: Lo sé. Es algo cómico. Resulta que la tabla, pintada por ti, se la traen de Llerena, para restaurarla y no la devuelven, una vez hecho el arreglo. Que si medidas de seguridad, que si patatín, que si patatán. ¡Hasta el señor Tena ha escrito una carta de protesta en la prensa! Pues así desaparecieron las otras pinturas de Llerena, que pintaste tú, claro... A eso se llama, en moderno, hurto de baja intensidad o expolio de arte fino. Luego van a parar a un barón cualquiera, siempre, invariablemente, alemán.
ZURBARÁ: No sé, no sé. Desde luego aquí puede entrar cualquiera y llevárselo. Mira que tener este Cristo en este barrio de mala muerte madrileño, y en esta pobre casa.
ZAQUIEL: Así son las gentes de poder ahora. Como siempre irresponsables, irrespetuosas y egoístas, pese a la pátina culturalista y las soflamas de buenas intenciones y sonsorbitismo cutre. Tan poco miradas con lo que dicen defender. Que si cultura, que si arte, que si amor al pueblo, que si turismo, rural y del otro, que si un pimiento... O dos. Y mira que quien esto dice es un pobre diablo. Soy un demonio, un ser metomentodo, falso, malo, mentiroso, perverso y difamador.

Con esto decidimos irnos a comer unos callos a un lugar que Zurbarán, como buen tragaldabas y vientre amplio, conocía de antiguo. Hasta otro día donde se solventarán los papeles hallados en Afganistán, el Cristo del paisano, y, lo que más me importa, mi historia de amor con la Lozana. Esa no se escapa de ser narrada. Lo sé.

NOTA: Aparecido en el número 5 de Torre Túrdula.

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