29 de enero de 2014

ZURBARÁN TUNEAO





Algo queda, por la Llerena actual, y en no pocas de sus gentes y cosas, plantas y animales, en el aire y en el ambiente y luz, de lo que vio y sintió Zurbarán. Ese silencio y esa vida, que tanto destacan los que interpretan su pintura o la recrean. Pero desde luego que no entre los gañafates y cucufatos, de la oficialidad, que lo mangonearon. Eso fue patente hace pocos años (1998), con motivo del evento de su nacimiento y subsiguiente festorrio y actos y espectáculo. Con eso de algo queda me refiero a algo muy otro. Aquello del centenario zurbaranesco sucedió como un acartonado homenaje a un Zurbarán tuneado, uno que se nos inventaron, como en todo lo que pone su manita de cerdo el Poder y el Capital. Que todo se corrompe y cisca, todo se ensucia y maneja. Y Zurbarán no es Zurbarán sino algo inventao por cuatro gañanes que justifican el ahora y sus valores e intereses, asimismo como los artistas más vendidos a ese Poder, siempre confunden valor y precio. Ya se debe saber: Zurbarán no es propiedad y patrimonio del Poder y su Capital. Como la lengua y sus usos no lo son de la administración educativa, cultural ni de la RAE. Porque decir esto, que es obvio, es hoy una necesidad extrema.

Fui testigo de cargo de todo lo invertido, de todo lo subvencionado, de todo lo tramado contra Zurbarán en el evento por su 400 años de nacimiento. Trajines de otros para méritos de otros y coger pasta calentita de otros por otros. Que a ellos Zurbarán les trae al fresco. Y digo de ese Zurbarán vivo y actuante en sus obras y en su mirada. Que en artes plásticas, o fotos incluso, todo está en el interior y en la mirada, viva y circunstancial, no en la técnica o exterior de ratoncito relamido con to limpito y exacto, a lo nazionágeografic o similares locuras manipuladoras de la realidad alegre.

Pero los muertos son muy sufridos, sobre todo si son de renombre que domina el postín del Poder Político y sus arrimadillos, subvencionaos, gentes de cultura y to eso que dicen ser e imponen a sangre y fuego de la inteligencia, la verdad, la bondad y la belleza.

Sólo un hombre modesto y meditabundo, como sin duda lo fue Zurbarán, pudo pintar de ese modo el silencio inabarcable que brota de las cosas, dicen por ese medio. Y, efectivamente, Zurbarán prefirió vivir, mientras pudo, en la Llerena de su tiempo, poco distinta a la de ahora, en la esencia de tranquilidad y sosiego, necesarios para crear, pensar, estar y sobre todo vivir. Que lo otro es muerte y muertos. Que en la Sevilla o el Madrid de entonces, cumbres de la trepa y de la tropa de alturas y mandos. Para mí eso es destacable, lo que más, no ya por sus casorios diversos con damas llereníes, que no.

Y tampoco olvidar a su hijo Juan de Zurbarán, nacido en Llerena, muerto muy joven, y que de haber vivido tal vez hubiera eclipsado al padre. Pues era pintor de otro palo, culto, intelectual, consciente de todo eso a tope. Que llevó, en los pocos bodegones que se tienen de él, los más en colecciones privadas del extranjero, al extremo esa expresión suprema del misticismo barroco de la cotidianidad y de la realidad más prístina (y no me refiero a la afoto o estética cucufata estilo NaZionalGeografic, mamona, no) del ser. Algo muy lejos del pelandusqueo cerril e interesado del común chusmeo, que no piensa sino en comer y defecar, triscando -entre medias- como ganao bravo o lanar de diversa grey.

Así que no es extraño que la gente con espíritu limpio, de entre El público moderno reacciona de forma emotiva delante de las imágenes. Y Zurbarán tiene mucho poder para incitar esta curiosidad en lo que hay más allá estrictamente de la imagen, coincide Finaldi, texto que entresaco para destacar que ese público es poco, y en el que no debe estar el que aúlla ante el futGOLeo u otras titiritañas afines. Que sólo tienen precio y no valores o emociones de lo hondo, que esa es la crisis antes de la crisis, que eso debe hacer/vivir/arder el arte auténtico, sacar emociones, llamar y aullar emociones buenas y veraces en la gente, pues el fenómeno del arte tiene dos partes: la una, el llamado artista activo que lo hace, y el llamado artista pasivo que la recrea, que lo rehace y goza o percibe o sufre o etc., etc. Es un fenómeno o asunto de varios y, como mínimo, de dos (pero esto no se enseña en parte alguna, claro). Por eso tal vez en América se entienda mejor Zurbará, por aquello de que es de ida y vuelta.

Y por eso de la ida y de la vuelta recuerdo esto de vuelta. Siempre destacar como un escritor, poeta y artista señero y cubano, José Lezama Lima, sin haber tenido en su vida oportunidad de ver la obra viva de Zurbará, y lo mismo ni acaso fotos o pelis de ella en colores, supo saberla, distinguirla, olisquearla en su obra poética o en prosa, como nadie. Para mí el caso Lezama Lima constituye un misterio en la recepción de la obra plástica de Zurbarán. Pero eso otro asunto que da para tesis. Y da, también, un aire muchísimo más de espíritu misterioso, barroco, electrizante y vivo a la obra del extremeño.

Para mí fue curioso y ejemplarizante que en Cataluña y Valencia se le rindieran los mejores respetos, españoles y actuales, a Zurbarán y a su hijo Juan, por aquel 1998, y no en Extremadura, que to fue pobre y raquítico, lleno de boato y política cultural extraña. En Barcelona una exposición única de todos los bodegones de Juan de Zurbarán, de la que disfruté y fue algo único. Y a la de Valencia, que no pude asistir, de obra traída de América -del Perú sobre todo-, de Franscisco de Zurbarán, pintor que, como Góngora en poesía, subyace en todo el núcleo duro estético de muchos artistas y poetas del nuevo mundo. En sus esencialidades espirituales profundas, no en folclores aparentes, ¿ei? Entiéndase bien esto que escribo. Tal vez porque la mirada y el ambiente libre de una Llerena libre se asemeje mucho a lo nuevo, a lo del nuevo mundo, digo.


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