Me pongo a revisar este editorial (el EDITO, que llamábamos y con el que se abría) de la revista Torre Túrdula, que codirigía con el amigo Manuel Martín Burgueño. Breves erratas. Y no digo la fecha, que se adivina por datos que se exponen. Es un recuerdo para aquella publicación que ahí quedó. Finiquita en 2006, con trece números intensos. Siempre viene bien repasar la mirada sobre lo antescrito y publicado. Hete ahí el texto:
Tan obvio como que los médicos no acaban con la muerte, es que los que escribimos no vamos a cambiar la condición humana, en sus aspectos más negativos. No obstante, como los médicos, lo intentamos, con redoblados y puros deseos, esperanzas y una fe indesmayable. Siempre desde la independencia más radical, lo que supone la libertad y no estar atado a grupo, sector, partido o partía alguna, en una época donde, desde los llamados deportes hasta una ropa, o una marca, levantan sectarismos y pasiones estúpidas que separan a los humanos más que unirlos en lo fundamental. Ser más sabios, más libres, más valientes y más solidarios.
Tan tozudos como los médicos, que saben que no terminarán con la muerte, somos los que pretendemos subir peldaños en la superación de esa propia ignorancia y la del mundo que nos rodea. En esa campaña, en esa cruzada, en esa brecha y brega está empeñado este sitio, hecho desde un lugar del mundo llamado Llerena; pero dirigido a todos, pues pretende universalidad. Desde luego es el empeño romántico por naturaleza. Pero, cuidado, al leer la palabra romántico, no la confundan con esa ñoñería de perdorr@s divers@s, de revistas del corazón, del hígado o de pensamientos débiles y fofos. La palabra romántico va asociada a libertad, revolución, cambio del de verdad, no de propaganda, superación, paraíso ahora y vida. Como otras muchas palabras ha sido secuestrada, tergiversada y cambiada por los mediocres interesados, que hacen de todo negocio, voto o euros.
No, el ser humano no es malo por naturaleza. Simplemente es ignorante, pese a tanto artilugio actual. Y esa ignorancia genera y potencia sus miedos y agudiza sus odios, que provocan su maldad. Por lo tanto, en la senda ilustrada, hay que atajar, seriamente, y no como necesidad de Mercado, esa ignorancia que sí es por naturaleza. Porque haciendo, permitiendo y facilitando que los seres humanos crezcan en sabiduría, crecerán en amor y en valentía y libertad. Por ello esta publicación pretende, y lo ha querido siempre, ser un acicate y ejemplo de ese noble empeño: el de conocer para crecer y ennoblecer. Tanto a uno mismo, y saber de lo otro, lo próximo y lo lejano, desde la flor a las estrellas. Porque, generalmente, ese empeño caballeresco de saber, de superar ignorancias, está en manos de la escuela y la docencia en todos sus grados y especializaciones. Lamentablemente ya no es más que una dinámica huera para esos estamentos, en manos de políticos y mercaderes y, todo lo más, de subalternos bien dominados y cansados, aburridos, maleados...
Tal vez es esta tierra túrdula, donde se asienta Torre Túrdula, lugar de caballeros empeñados en hacer su mundo mejor, porque haciéndolo, hacen mejor al universo. Así las palabras que nombrarían a esta tierra, aparte de las oficiales y correctas toponímicas, para mal o para bien, pero siempre para nuestro conocimiento y memoria, histórica, histérica, estéril o no, son: el ídolo de hueso del Huertecillo, que preside la cabecera siempre, con la torre, y su autor, de la noche de los tiempos, los túrdulos y su reina, que los romanos llamaron Regina Turdulorum..., vendrían los caballeros de Santiago, el autor hebreo del Tratado del Alborayque, el otro judío, Gabriel Israel, intérprete de árabe de los Reyes Católicos, don Alonso de Cárdenas, Pedro Cieza de León, don Luis Zapata, los alumbrados, revolucionarios y libertarios del deseo, Andrés Murillo de Valencia, Catalina Clara, poeta, Maeso, cismático, los republicanos de la I República, los masones y sus logias del XIX, Juan-Simeón Vidarte, los yunteros de 1934, los campesinos del POUM, los emigrados de luego, tanto a sus cielos como a otras tierras, Gerardo Ramos Gucemas, pintor, Torre Túrdula, hasta Fernando Torres, ciclista, y aquellos que olvidamos...
Así, con esas intenciones, sale el número de la nueva década de Torre Túrdula. En la misma línea de todos. Con la misma frescura y la misma inocencia. Ser una publicación que se lea y relea. Sin sombras. Independiente, seria, rigurosa, comprometida con la realidad de esta parte del mundo; pero con el mundo. No hace falta recordar que es milagro, o fruto de esfuerzo bien templado, que esta publicación lleve seis años en su cita semestral. Puntual siempre. Y ese esfuerzo sostenido que provoca el milagro, no es sino la industria e interés de nuestros lectores, amigos, anunciantes, verdaderos soportes de esta publicación, y únicos dueños de su destino. No queremos otro premio, ni otros méritos que les sea propicia y les sea grata. Todo lo demás no es sino mercadería. ¿Hasta cuándo durará un milagro libre e independiente en Extremadura? La respuesta está en el viento, como dijo aquel, con la sequía pertinaz como acompañante. Sean sensatos en el uso del agua, beban con moderación buen vino y conduzcan con cuidado. Y que la salud no les canse jamás. Vale. ¡Ah!, y sigan leyendo el Quijote después de este año.
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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.