Por las palabras se los comen, los eliminan, los ningunean, los burlan, los criminalizan, los anulan, los matan... Por el uso de las palabras. No sé si fue Paulo Freire quien hablaba de esto o Foucault. Las palabras del Poder, que son las de los Medios de Información y Propaganda, las de los Periodistas e Historiadores, que son las que tienen la Verdad. Al parvo lector le advierto que las mayúsculas indican la solemnidad del criminal avezado, del Mal Total. Si el lector atento observa escribo con mayúsculas todo lo chungo, lo que está contra la libertad, igualdad y contra el amor. Poder, Banca, Políticos, Sindicatos Mayoritarios, Más Votado, Rey, Ganador, Fútbol, Deporte, Bolsa, Mercados, Dinero, Líder, OTAN, Guerra, Jefe, Presidente y esa larga y ominosa serie de palabras del Poder y que siembran ignorancias, miedos y odios por doquiera se usan en manos de Ellos.
Pero vuelvo al inicio. Que las palabras los han controlado. Y más que las palabras, la palabra. Y esa es indignados. Un comodín que expresa un estado mental transitorio, producto de la irracionalidad ante hechos injustos... Pero no es, ni era ni será la palabra adecuada. Aunque el Poder tiene tragaderas para convertir una rosa en algo estomagante y atravesado y feo, como bien sabemos, o una gaviota en un torvo buitre, o lo más hermoso en feo. Que esa es la menda lerenda del Poder y sus Palabras.
Por ello hay que ser un acertado y acendrado parlante, un hábil usuario, un buen pensador de palabras contra el Poder. Porque sino la recua, no parva, de serviles al mismo te come el coco y la palabra, la parla y el discurso. Y con ellos el discurrir. Miremos como los clásicos son difícilmente chalaneables por el Poder. Que, en última instancia, erige siempre recursos distintos al chuleo de sus palabras. Cervantes, Góngora, Quevedo, Larra..., Machado si me apuran y todos ellos erigieron un muro de libertad con sus palabras para que el Poder no se las chulee. Y todo escritor de raza y genio es así. No de modas, no de modos, no de usos tragaderos por lo Mandado de ahora. Por ello -aprendamos- el uso de las palabras adecuadas responde al adecuado amoblamiento mental que deshace al Poder. Y si eso ocurre el Poder no puede manipular las palabras. Por ello los poetas y escritores reales, no los virtuales que se miden en Mercados o Ganancias o Premios y todo eso, son los que se erigen -aquí y ahora- en los maestros del discurso eficaz contra el Poder. Pero si ese discurrir se hace por un aficionadillo que dice medias palabras y medias verdades el Poder lo toma y lo ningunea, lo marea y lo gasta. Gasta sus palabras que son sus ideas.
Hay que ser exquisito con el uso de las palabras, sobre todo las que se usan contra el Poder. Un error tremendo del uso de indignados contra el Poder es que expresa una acción o acto o estado irracional y ofuscado frente al Mal. Y hay que ser más sibilinos, sino el Mal te torea, te pica, te banderillea y te mata a estoque. Se muere noblemente. Que ese es el secreto que enseña el toreo, uno de ellos.
Y eso ha pasado con la palabra indignados. La han convertido en una piltrafa, en los titulares de su Prensa y Propaganda, en moda de sus Publicidades incluso. Moda mental pasajera. Porque la indignación no lleva a nada. Lleva la acción, la revolución. Llevan los actos. Y esos no los dejarán nunca hacer los que mandan. Porque estamos ante la cárcel perfecta. Muy democrática, eso sí, y cínicamente perfecta. Ya lo veremos el día 21 de este mes glorioso de noviembre...
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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.