Pintar era como hacer trajes, cocinar, hacer arados o como tener una
fragua... NO era nada de eso que hoy abunda, del PPelaGaterío al
PPairo, o sea, to eso de lo que se ha adueñao el Mercao, con sus
postines de Espectáculos, Famoseos y Modas... El mismo Zurbarán fue
maestro de taller, y en el taller o los talleres de esos pintores, de
taller, había más gente trabajando y currando, como modus
vivendi... No fue sino hasta los tiempos de Rubens, Velázquez y alguno
otro que el pintor se alza como héroe solitario, a imitatio de otros
artistas... Aunque ya siglos antes, los hubo así, pájaros solitarios,
como llama uno de los mejores acuarelistas del siglo XX, don Ramón Gaya,
a Velázquez.
Ha pervivido un arte de esa forma, y es el de
sastre o sastra, no modisto o eso de Mercado y Moda y Espectáculo... Y
mi madre fue sastra en ropa de hombres. Y creo que toda la base estética
de lo que hago, como arte, sea la materia que fuere la que use:
palabra, color y forma, bien pintura o bien vídeo..., se lo debo a ella,
a su personal manera de usar y hacer. Por otro lado también debo mucho
al maestro Teja, mi padre, Hermenegildo Romero Cano, al que la gente y
los compañeros todos consideraron un maestro en el arte de la
albañilería. Y como trabajé, de mu jovencito -alguna vez- con él, también
se imbrica su estética, en el uso de ladrillos, mezcla y materiales de
albañilería, como materiales de un arte. Recuerdo haciéndole el polme,
que así se llama una mezcla de cal apagada, cernida y muy fina, en la
que se echaban tres partes de cal y una de yeso... Y esa mezcla, que
tardaba más en endurecer que yeso sólo, era el enlucido final de las
paredes, bien exteriores o interiores. Un secreto antiguo, que ya ni
saben ni usan los zoquetes que cogen un badilejo. Y que es sabia, pues
las paredes así tratadas quedan de lujo... Y ver a mi padre echar y dar
eso, con la habilidad, la maestría y la eficacia, y sin derramar nada,
era flipante, y yo se lo daba medio líquido..., él lo cogía con una llana (herramienta de albañilería), y lo untaba en la pared, o el techo, como mantequilla, con una finura y eficacia únicas.
Por cierto la palabra polme parece casi exclusiva de Llerena. Es una de las muchas palabras casi únicas del habla de Llerena.
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