Desde siempre me ha encantado el arcoiris, todos los
colores. Y el blanco que se monta si lo agitas, volteas, mueves de pronto. Pasa
como si de de todo calor surgiera lo limpio del blanco. También adoro el negro, o sea, donde no hay
color alguno, símbolo el de la libertad.
Desde hace unos pocos años una moda mental, cucufata como toda moda, se ha
adueñado del arcoiris, lo ha hecho suyo por cojones, por la fuerza de la
prepotencia y el fascismo mediático y la imposición de modas mentales al uso, la publicidad y el catetecimo y el espectáculo cutre a estilo futGOLero. Y lo más terrible es que lo hace la progresía.
Entiendo por progresía a esa gente que, con un aparente
barniz de modernidad y progresismo (no necesariamente el progresismo ha de ser
bueno porque sí), son realmente la esencia social de la hipocresía y la última
trinchera del Amo y del Capital, de la sociedad presente, son como cánceres que
le sale a esta sociedad, carcomas. Los progres son el ramalazo terrible que
convierte todo en nada, en mero espectáculo y cuchipanda, para quedar todo más
atado que antes de ellos y sus progresismos: o sea, son lo que no son, y son
los impostores disfrazados y publicitados de progresismo como verdad, bondad y
belleza, cuando son lo contrario: mentira, estafa, maldad y feos...
La moda mental cucufata, que se ha adueñado del arcoiris, también ha echado un cable a una de las tres patas del Banco del Poder y del
Capital instituidos, la Familia. Con la reivindicación del matrimonio, en la
forma tradicional de contrato de dos, o de pareja, evidentemente montados
contra otras parejas, y la Familia como ente privilegiado social, contra el
individuo y la persona. Este finde el diario El País trae en su suplemento en
colores, bueno, va de blaco total y sólo aparece una banderita pequeñita del arcoiris; debe haber sido ocurrencia de uno de sus militones, que son de sí mu ocurrentes, la siguiente leyenda:
El matrimonio homosexual es legal en una mínima parte
del mundo. Un arcoiris todavía muy pequeño. De los dos centenares de países que
hay en el planeta, estas uniones entre personas del mismo sexo tan sólo se
permiten en 17. Viajamos a todos ellos y contamos las historias de 17 parejas
de gais y lesbianas que ejercen su derecho a vivir juntos.
Todo llenito de lugares comunes y curiosidades, como la pregunta de si se puede decir, en puridad, que un arcoiris es
todavía muy pequeño, y la mezcolanza del derecho a vivir
juntos con el concepto de familia, que se confunde con uniones, y to ese batiburrillo confuso, opaco, que nada dice porque
oculta lo carcamal del fondo: el contrato comercial o mercantil llamado
matrimonio, y punto.
Antes de seguir quiero advertir al lector que NO estoy
contra uniones (así lo llama El País), contratos mercantiles o matriZmoniales o
cualesquiera contratos y como los llamen, de nadie, sean del mismo sexo, color
de pelo o de distinto color, de sexos distintos, asexuados, forofos de las
papas fritas y del caviar. Que me da igual que se casen o se tiren al fondo
del mar, con tal de que NO me salpiquen ni dañen a terceros. Lo que sí estoy en
contra es de la discriminación absoluta de los que nos ciscamos en ese
contrato, y que por ello somos marginados, cargados con costos fiscales,
castigados social y políticamente. Y los que hacen tal contrato son
privilegiados políticamente, comercialmente, socialmente. ¿Por qué ese contrato
matriZmonial lo deben hacer dos únicamente y no cuarenta entre sí, y de la
tacada, para privilegiarse de las prebendas del invento familiar o institución
carcamal?, ¿eimmmm? Porque puestos ya a ser liberales, o libres, podrían
permitir el matrimonio de tres, de cuatro, de siete, de diez personas, de sexos
diversos o usos sexuales varios, que hay tanto sexo o usos como personas, miren
por dónde, señores heteros, gais y lesbianas o como se nominen ustedes, los detentadores del uso exclusivo del arcoiris como signo de gais y gayas.
Así que un buen torpedo, o una buena pedrada, o pedrá, como
llamo a estas notas, para todo eso que tanto apuntalan los progres, o la última
trinchera del Poder y del Capital, para el futuro: la defensa de los privilegios
de la Familia, como puntal esencial a lo que es la propiedad privada de los
medios de producción y recursos sociales, y del Estado, como autoritarismos
absolutos, que se erigen por encima del individuo y la persona, y que marcan con
plena omnipotencia todo lo que debe ser verdad, bondad y belleza, aunque no lo
sea, como no lo es nada de lo que el Estado, la Propiedad Privada de Medios de
Producción y Recursos y Familia marca. Que todo se sustenta en la violencia de sus armas, ejércitos, policías, y en la supremas ignorancias, miedos y odios que la regulación de lo que llaman vida comporta, apalancado por los sistemas educativos carcamales y castrantes de libertades. Así como la costumbre, la moralina, lo usos y tradiciones contra natura sustentadas, y haber reducido libertades, igualdades y amores a nada y consumos, en un mercado en donde todo se vende, prostituye y chabacanea.
Y como sé que este torpedo no hace agua, porque escucho el
zambombazo de tontunas y cretinismos, cuando lean esto, y a poco que cabilen,
si saben, con racionalidad... Pues espero que aprendan a respetar y a no
apoderarse de colores, arcoiris o privilegios, y que lo único respetable sean
los derechos humanos, que son para la persona y el individuo, que es lo que
cuenta, y lo demás, las instituciones e inventos o contratos son eso, inventos
y manías, contratos y contratas de la especulación, la crisis, la corrupción y el dinero.
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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.