25 de enero de 2013

POESÍAversusHISTORIA



Pero, si nuestra mentalidad es histórica, creo que quizás 
podamos imaginar que llegará un día en el que los hombres 
ya no tengan tan presente la historia como nosotros.
Llegará un día en el que a los hombres les importen poco 
los accidentes y las circunstancias de la belleza; 
les importará la belleza misma. Puede que ni siquiera 
les interesen los nombres ni las biografías de los poetas.

Jorge Luis Borges
Arte Poética
Seis conferencias, IV


De siempre tuve la certeza de que poesía e historia se repelen. Tal vez por haber entendido muy bien a Homero o lo que Homero significa como mito y nombres, culturas, ciclos, conceptos, hacedores, creadores y creedores o acreedores y acrecentadores... La poesía, como el aceite, flota sobre el agua. Esta visión mía es radical, de raíz, digo. De forma que si aparece una la otra muere. Por eso nunca triunfó el poema histórico con  virtud propia. No era más que circusntancial vaselina para el poderoso, utilizando el arte poética como mero instrumento servil, no liberador, de sabiduría, gozo, verdad, bondad y bellezas. 
En ese párrafo de Borges estriba mi valoración aquilatada, ponderada y con criterios, que tengo de ciertas ediciones de poetas poco o nada conocidos, leídos y estudiados. Y ahora recuerdo la última edición de la poesía completa de Catalina Clara Ramírez de Guzmán, poetisa llerenense del XVII. Mal leía, peor valorada, ínfimamente estudiada en su totalidad y corta obra. Demasiado historiada y bomborizada. Que no sostengo que lo que la crítica llama pretexto, a la obra poética de cualquier poeta, deba hacerse. A veces ese pretexto, configurado por el momento histórico, la biografía o la colección de sellos o amigos y aficiones del poeta y todo lo similar de un poeta, puede ilustrar para entender o valorar su obra. Lo cual no diga que se sabe mucho o poco sobre tal poeta del que se sepa tanto sobre su pretexto. Pero lo que realmente valida su obra es el texto, sus textos, su creación, en sí, literario o literal y, sobre todo, su contexto, o sea, la relación con textos simultáneos o sincrónicos, y textos anteriores y posteriores...; esto es, en la diacronía. Por todos los criterios, que anoto de manera elemental, la mayor parte de ediciones de poetas adolece de demasiado historicismo y pretextualidad. Pero lamentablemente del que nada aporta o esclarece, valora su obra. Y para que se me entienda, siempre expongo el caso, bien estudiado, de Edgar Allan Poe. Es casi imposible no entender y valorar, incluso se alumbra, un hecho biográfico -pretextual a todo texto suyo-, o sea, histórico, como el que siendo niño se cayó en un pozo seco, sin poder salir, y pasó bastantes horas en el mismo y por lo visto estuvo varios días sin hablar... Sin ese hecho es casi imposible entender lo agónico o el pánico, como tema subyacente, en gran parte de su poesía y obra en general. Según me leo y me dicen. No explica el texto o la creación; pero de alguna forma lo alumbra. Porque Edgar Allan Poe supo buscar la manera de exponerlo. ¿Tal vez para liberarse, curarse del susto, redimirse? Aunque sostengo que lo importante es la forma; pues ese tema, esos temas, o asuntos, fueron circunstanciales. De no haberle pasado lo de la caída en el pozo, tal vez le hubiera pasado otra cosa más grata o diferente. Lo que digo es que ese hecho histórico, biográfico, no hace la obra literaria, sino que es un elemento muy secundario. Y digo bien elemento, elemental; pero no la obra. La obra es el texto, los textos, y sólo eso se valida por eso mismo. En primera instancia. Luego lo alumbra todo lo demás de pretexto y, sobre todo, contexto, o su relación con otros textos anteriores y posteriores similares.
Pero acá, a lo que veo en Extremadura, y más concretamente en Llerena, como la poesía importa un pimiento, pues se está en el trogloditismo histórico carcundial o pretextual. Sin saber ni cómo clavar el diente a los textos, sin paladearlos. Ni siquiera como ornato para tanta historia y monumentalidad pretextual como se maquina y trata. 
Pues eso. Ni ven, ni valoran, ni saben ni entienden. Así nos va la vida cultural. Y quien dice Llerena dice casi toda España, sumergida en esa verdad de la historia y la realidad espiada compulsivamente, para reproducirla con fulgor. Así pajea el personal cultural y sus advenedizos filtros diversos. 
Sin verdad, bondad ni belleza, que son la cumbre de todo placer estético y son la culminación de toda cultura real, no institucional. Y los tiempos nunca fueron propicios para la poesía.

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