Por Don Luis Zapata de Chávez
(mediante envío telepático a una de nuestras hermosas redactoras)
Caminando, en fugaz salida nocturna, encontré a Vidarte, don Simeón, aquí, entre neoyorkina grey. Al parecer también deambulaba como alma en trasmundo y prefiere este universal tumulto urbano, donde todo bien tiene encuentro y todo mal cobijo. Mas no para nos.
Grande fue nuestra alegría, pues desde la visita a la selva Lacandona, en 1994, al compadre Marcos y demás compadres, no nos habíamos vuelto a ver y celebrar, como lo hicimos con mi pariente Emiliano. Fue el discurso:
VIDARTE: ¡Don Luis, vos tan pimpante como bailarín de estos teatros de esta calle 42!
ZAPATA: ¡Mi querido Simeón, os creí ya eternizado en el más allá total!
VIDARTE: No, mi estela continúa acá. Instalado en Queens, barrio popular. Comparto apartamento con Largo Caballero, que se vino de París, por las ratas, y como los dos somos expulsados de partido... Luego fue la vida la que se nos arrebató. Él de pena y asco, yo de viejo, cuando tenía pensada la vuelta a la España.
ZAPATA: Repetís otra vez la historia que conozco. No me habláis del espectáculo que habéis disfrutado o tenéis intención de hacer impunemente.
VIDARTE: Me disponía ver el musical ¡Ay Carmela!, en inglés, con una genial música, una hembra hermosa...
ZAPATA: Prefiero el canto castellano; pero si está bien...
VIDARTE: No, ahora que te recién encontré me encantaría que charláramos lo divino y humano de algunas cosas que me hormiguean últimamente. Tengo como zumba en los oídos.
ZAPATA: Vuestro maldito miedo a la muerte, ¡y ya estáis muerto! Debe ser lo de Zurbarán. Sí, algo así me pasó en el 98 durante un mes. Lo fui a ver a la bolsa, porque ya sabéis lo avaro que sigue siendo, no aprendiendo la lección de la vida. Su vivir podría resumirse en la obra de Molière El Tartufo, ya que eso fue: se interesó sólo por money: casó por ello, mintió por lo mismo y llevó su taller por idem, hasta montó tienda y almacén para vender cosillas del arte pictórico, exportó a las Indias... Unido a su untuosidad con el clero, a lo gordezuelo, como chacinero, de su tipo, tenemos al Tartufo perfecto. Se cabrea mucho cuando se le menciono y dice que ya arreglará al tal Molière, si lo encuentra. ¡Qué carácter! Pero le tengo buen ánimo.
VIDARTE: Es para tenérselo, ma non troppo, que te lo vende...
ZAPATA: Mira, dos ninfas chocolate en contoneo, hermosura para mis ojos...
VIDARTE: Luisiyo, hombre, en nuestra situación sólo tenemos gozos de ojos, oídos, y sanseacabó. Quiero proponerte algo preocupante: como lleváis muerto más tiempo que yo, más sabio seréis sin duda. Creo que por el pueblo todavía se mueve la Inquisición. O sea, que existe, de forma secreta y con más secretas intenciones, el Tribunal del Santo Oficio. Ahora modernizado y demás: poco tiene que ver con los creyentes y buenos cristianos, incluso lo forman ateos y gentes de lo que llaman izquierdas y derechas y centros, y arribas y abajos, al lado, al otro lado... O sea, del meneo o movimiento general o del general. Es sospecha venida; pero hoy me lo confirma la carta recibida de Llerena.
ZAPATA: Vos y vuestras cartas mentirosas compulsivas. No me extraña que os expulsaran del partido de por aquella vida. Vos y vuestras raras creencias masónicas. Hoy no es necesaria Inquisición alguna como sabéis mejor que yo. Será broma carnavalesca de paisano cachondón. Aparta el tema, entremos en ese local y te leo lo escrito para la revista Torre Túrdula: Mi soterrado vivir. Digo soterrado pues vivir no se llama. Estoy muerto hace siglos; mas no en el más allá. Aparezco como vivo a los vivos.
Estos días visité Chiapas, conversando con el sub Marcos, con centenarios indios sabios... Aprovechando mi estadía mejicana, he buscado al paisano troskista Rebollo, que alguien me dijo que quedaba por acá. Hemos platicado largo en unos quince días que demoré mi permanencia en el país.
Hemos tratado tema fundamental, que yo como erasmista (eso dicen los eruditos violeteros), y él como marxista, de los que quisieron el paraíso, hemos acordado: Todo ser humano está obligado a erradicar la ignorancia, el miedo y el odio de su propio ser y del de los demás con los que hace sociedad, del entorno en que vive. Es lo esencial. Si no hace eso no es ser humano. Sustituirlos por la sabiduría, la estima propia y la confianza, la valentía y el amor solidario. Al menos intentarlo es obligación suprema que habría que poner y acordar en una declaración universal de los deberes humanos.
De Erasmo tengo posos de oídas. Erasmo se limitó a escribir lo que se respiraba en el ambiente cristiano de su época, y no al revés, no fue él el que hizo respirar esos sentimientos y pensamientos contra los malos cristianos. La iglesia, desde el año 313, con el Edicto de Milán, fue convirtiéndose en una máquina de poder al servicio de los de arriba, de los poderosos, que sumaron su potencial al que existía. Hablo de la iglesia jerárquica. Con los siglos el poder corrompe más, con los tiempos todo se pudre. Así, de mártires se hicieron verdugos. Si Erasmo de Roterdam dijo eso lo suscribo, como todo cristiano auténtico. Ocurrió y de sabios es rectificar. Lo mismo dijo el paisano Arias Montano y tantos en mi siglo de vida normal, y luego. Está en el aire, se masca y no era patrimonio de Erasmo ni de Marcel Bataillon, el francés ese amigo de Vidarte. Desde esta orilla de la existencia se ve claro todo ya. Muy luminoso.
Tras mi estancia en Méjico, en misión de apoyo zapatista, ya que a los fantasmas no nos pueden controlar ejércitos ni policías, me vine a New York, y a mi apartamento a pasar invierno. Que son muchos los años y demasiados los que me quedan para marchar, definitivamente, al más allá absoluto y lejano. Ando como en purgatorio hasta purificar mi ser. Haré visitas a Llerena, en breve, para saludar a vivos y muertos no emigrados. Me la están turisteando, dicen. Eso es doloroso. Sí, el turismo genera puestos de trabajo, dinero... Pero también lo genera la prostitución, las drogas, las guerras, el robo de bancos, los políticos, el engaño de la publicidad y el espectáculo vacío de lo que llaman vida y cultura. Agur.
NOTA DE REDACCIÓN.- Convencidos de que existe otra Llerena en algún trasmundo, donde habitan los que estuvieron en ésta, se ha comprobado que sí, que tiene realidad. Y sus habitantes tienen la cualidad de pasear por ésta de forma todavía no precisada, salvo por lo que nos va diciendo Zapata. Parece ser que allí están todos los miles de llerenenses que han sido, por los siglos de los siglos. Así que vamos a contar con un testimonio excelso a la hora de averiguar lo que llaman historia. Fuera archivos, estudios, etc. Desde ahora podremos saber perfectamente el pasado, el presente e incluso el futuro, como Don Luis mostrará fehacientemente. Señores historiadores y cronisteros vayan jubilándose, a mayor gloria, porque esto supone el fin de la historia por otro camino distinto a Fukuyama. No es un Macondo cualquiera sino un purgatorio dantesco e irónico donde iremos todos un día.
Agustín Romero Barroso
OTRA NOTA. Este texto apareció por el año 2000, inaugurando siglo, en el número dos de Torre Túrdula, con él se iniciaba una curiosa disertación con el escritor Luis Zapata de Chavez, que todavía no terminó... La foto es de finales del siglo XX, y son vías del tren que viene de Mérida a Llerena, y va a Sevilla, y allí se ramifican..., en un mes de octubre en donde los cielos ofrecen hermosura en nubes de día, en esta tierra, y de noche claras estrellas que son delicia de astrónomos y observadores del cosmos...
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