Aunque pueda resultar insólito, en la edición primera de la Ortografía de la Lengua Española (Madrid, 1999), edición revisada por las academias de la lengua española, y cuya autoría firma la Real Academia Española de la Lengua, que no es otra cosa que un cúmulo de académicos que a ella pertenecen, sin poder como no sea el otorgado por los políticos en mando, y con ya poca autoridad racional y sabia. Como tales seres humanos se equivocan, yerran y meten la pata, como el más humano. Tal es el caso que nos ocupa. En la página 26, de la edición expresada, perteneciente al capítulo II, Uso de varias letras en particular, al referirse a la letra eñe (ñ), dice:
“2.7. Letra ñ
La letra ñ representa el fonema nasal palatal de año, España o ñandú.
OBSERVACIÓN HISTÓRICA. Al tratarse también de un fonema no existente en latín, su representación gráfica es muy poco uniforme en los idiomas que descienden directamente de la lengua de Roma. El catalán eligió ny, el francés y el italiano prefirieron gn y el portugués se decidió por nh. La solución adoptada por nuestra lengua tras muchas vacilaciones fue distinta. Aunque antiguamente eligió también un dígrafo, nn, pronto se abrevió el compuesto mediante una n una raya encima. Esta raya, la tilde, adquirió después la forma ondulada que conserva en nuestros días. La nueva letra ha sido adoptada por otros idiomas: el gallego, el vascuence, el guaraní, el tagalo, etc.“
Sorprende, cuanto menos, tal vez por desidia o, pensando bien, en aras a esa concesión a la ignorancia divulgativa, que tanto daño hace, que diga, efectivamente, para la representación del fonema nasal de España: “antiguamente eligió también un dígrafo, nn, pronto se abrevió el compuesto mediante una n con una raya encima. Esta raya, la tilde, adquirió después la forma ondulada que conserva en nuestros días”, (negritas nuestras). Lo de la n con una raya encima suena, para quienes hemos estudiado diacronía (o historia) de la lengua castellana, como poco a chusco, si no lo expusiese tan docta institución, cual es la RAE. No es raya, se trata, como bien se deduce del propio texto, de la forma abreviada de la n, montada sobre la n mayor, por ello tiene forma ondulada, ya que se trata de una n pequeña que se montó sobre la n mayor. Los ejemplos son innumerables, tanto manuscritos, desde el siglo XI, hasta impresos, a partir de principios del siglo XVI. Cualquiera lo puede comprobar y no nos extendemos en ello.
En la formación de las grafías o letras del idioma castellano la representación de la ñ se hizo de múltiples maneras, oscilando entre nm, ng, nn, mm, etc. Hasta que queda fijada como las dos n, montada la segunda, como abreviatura, en la primera. Resultando la actual ñ. Lo que cualquiera puede comprobar si se esfuerza, mínimamente, en ver manuscritos desde el siglo XI, o impresiones desde el siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII.
Tal desliz lo traemos aquí por el falso dilema, e incluso afrenta, hacia lo español (como lengua o parla) que hace unos años existió en lo referido a la ñ de España y su presunta anulación en los sistemas de escritura informatizada, como grafía claro, ya que hubo una pésima e intencionada información, sobre todo desde los ámbitos políticos. Polémica huera y falsa donde las haya, traída por unas gentes patrioteras, mal asesorados por filólogos ganapanes, que, como los que redactaron lo comentado, esos académicos de argamasilla, tienen una alta preocupación de los destinos patrios y poco amor a la única patria posible y real, inalienable, que es la clara lengua castellana o española.
Sí, afortunadamente el castellano y su uso, como todas las lenguas, no es propiedad ni del gobierno de España, ni de su Real Academia de la Lengua, ni del Estado español. Las lenguas son lo más libre y libertario que existe, libertarios fenómenos humanos como el pensar o el respirar. Cosa que siempre perdemos de vista. Por ello que los políticos de cualquier nacionalismo, incluyendo el español (porque todo político se sustenta en un nacionalismo a ultranza, ratonero y bestial, como debe ser siempre recordado), no debería usar las lenguas como su patrimonio de identificación. Es algo a lo que los seres humanos hemos de negarnos. Ni el catalán, auskera, gallego o el castellano son de los gobernantes de los lugares geográficos y políticos donde más se hablan, ni deberían ser herramientas de confrontación, uso y abuso de sus nacionalismos, cerrados de molleras: desde el cerril nacionalismo español, hasta los vapuleados por éste: sean catalán, vasco o gallego. No, las lenguas son todas maravillosos instrumentos de comunicación y creación literaria, de canto, etc., patrimonio y propiedad de todos los seres humanos que decidimos usarlas. Incluso podemos inventar nuevas que serían nuestras, tal como sucede con el esperanto. Este hecho desmiente lo de los nacionalismos –incluido el español- y las monsergas de todo político de uso de una lengua para sus intereses patrioteros o nacionales. Las lenguas que se hablan en la península ibérica son de todos los que nos llamamos españoles, más allá de la nación, patria o entidad política con fronteras, mando y mercado.
Otra cosa es la lengua oficial en la que decidan escribir sus documentos y entenderse, a efectos administrativos, los entes políticos comos estados, autonomías, ayuntamientos, federaciones internacionales, organismos, etc. En un rapto de inteligencia política (cosa incompatibles per se, como se sabe) sería muy saludable que alguna autonomía del Estado español, como la andaluza y la extremeña, reconociera al catalán, el vasco o el gallego como lenguas oficiales, ya que no son pocos los hablantes, de ambos idiomas, nacidos y criados en esos territorios. Aunque su cooficilidad con el castellano estuviera restringida sólo a ese reconocimiento como posible uso por cualquier ciudadano, y nada más, no a su uso obligado por las administraciones mencionadas o para con ellas. Eso sorprendería a los que, apoyados en sus nacionalismos de respuesta (vasco, catalán, gallego) hacen patria, diferencias, y todos los males que conlleva la creación de un Estado más. Las lenguas no deberían ser señas de identidad de los intereses políticos, ni, por ende, de los nacionales.
A dos conclusiones lleva esto:
1ª. Que el amor a España, si hay que amar algo tan difuso y ontológico, está en el respeto y conocimiento veraz, sensato, y racional de sus sucesos, tal la lengua, y no en alharacas ficticias y golpes de pecho, porque, decían, nos iban a quitar la eñe. Semejante estupidez es producto de mentes ignaras y alcuceras. La lingüística es una ciencia y a ella debe consultarse, a sus sabios, que haberlos haylos.
2ª. El euskera, el catalán en sus múltiples realizaciones, el gallego y el chapurriau son patrimonio de todos los seres humanos libres, universales. Aquí los amantes de la propiedad privada se pillan las manos, u otras partes privadas, ya que esa verdad es incontrovertible, y que se olvida fácilmente; pero es inalterable. Salvo que surja un avispado y emprendedor empresario que decida hacerlos suyo y cobrar por ello, tal como ciertos propietarios de sistemas de lenguaje informático, llamado Bill Gate u otros. Tal suceso, dentro de lo posible en el maldito sistema de mercado existente, sería poco más que risible. Pues pretender apropiarse un idioma es como querer contener el agua del mar en el cuenco de las manos. Ni el castellano es propiedad de lo que llaman España, ni el catalán de lo que llaman Catalunya, ni el vasco de lo que se entiende por Euskadi, etc. Y si un ser humano crea lenguajes, tal como los informáticos, ha de ponerlo al servicio de todos, pues él recibe todos los idiomas, lenguas y lenguajes gratis total desde que nace.
Rematando, invitamos a todos que, en aras, a ese interés por saber, que nos caracteriza como seres humanos libres, excepcionales en la creación, aprendamos catalán, euskera, gallego, castellano, chapurriau, francés, inglés, lituano, rumano, tagalo o guaraní… Así el mundo, nuestro mundo, y nuestra mente se harán amplios y gozosos. Especialmente es algo que se debería inculcar en los centros docentes, donde tanto tiempo se pierde en predicar nacionalismos diversos (incluido el español) y poco el amor a las lenguas como instrumentos de libertad y comprensión de nosotros mismos, de los otros y del mundo. Así el falso dilema político de los nacionalismos parecería cosa de enanos mentales, con perdón de los enanos, claro.
NOTA: Agradezco esta reflexión a mi amiga Helena Salajan (hermosa parlante de como siete lenguas), que me convenció de que el inglés no es del Reino Unido de la Gran Bretaña, ni de Estados Unidos de Norteamérica, sino de los que decidamos usarlo, escribirlo, hablarlo… Y eso que se usa como un idioma que quieren imponer por la fuerza, claro, los gañanes de turno, que lo toman como su seña de identidad política. Pero es inocuo, tal como el color azul o verde, que no son de nadie, sino de todos.
Pero la ene pequeñita no se llama rayita, se llama... ¿vírgula? ¿o eso es en galego? ¡Ay, que no me acuerdo! Y no tengo ganas de buscarlo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho toda la entrada y también mucho eso que dice tu amiga de las lenguas de todos, ¡qué interesante! la lengua es del que la usa, claro, es tan obvio como poco pensado, creo, como las patrias o las no patrias, por lo tanto las no lenguas... No, no es así la cosa... ¿Me sirven de excusa mis 38 grados de fiebre?
Saludos, Poeta; mis reverencias.
Una aceptable reflexión sobre la política y propiedad de los idiomas que, personalmente, no he visto nunca a nadie que se haya atribuído la propiedad de un idioma, por lo que no entiendo la defensa de la libertad que nadie ha limitado. Ni tan siquiera la real academia.
ResponderEliminarTampoco entiendo qué tiene que ver el nacionalismo con la eñe (lo he leído por segunda vez pero me cuesta entender en qué punto conectan los dos temas), pero me ha servido para conocer el origen de la llamada peineta. Muchas gracias ; )
amigo Hans, muchas gracias, lo del nacionalismo viene al caso de que se identifica el nacionalismo español con la EÑE, o a lo menos un gran sector de la sociedad española, conservador, trata de identificar la EÑE con España, o con sus esencias a prueba de siglos, por eso lo traigo,
ResponderEliminarun saludo
agustín