USOS

EL COÑO ES UNA HERIDA ABSURDA

Reír todos

al mismo tiempo

alrededor de la cuna. 

Aullar todos

al mismo tiempo

alrededor de la mesa. 

Llorar todos

al mismo tiempo

alrededor del féretro. 

Mario Trejo

El uso de la palabra

Lingua franca

De mi padre, que fue albañil a la antigua usanza, aprendí el valor de la materia, esencia, matriz, valor de un arte. Y que todo arte es materia esencial, matricial valor. Y que hacerlo bien exige conocer esa materia. O sea el esfuerzo que lo pide todo y no calcula nada. To lo contrario al político y al banquero. Pero también todo lo contrario de los que fían en políticos y banqueros o valores supremos de los tales. Da lo mismo que sea poesía como si es escultura o música. Tanto si sonido, forma y volumen o color y forma sobre una superficie... 

Nunca vi el arte como algo lleno de misterio sensiblero o de tocado por un don misterioso y toa esa cosa que no pocos ostentan, para presentarse como artistas, como si les hubiera nacido una flor en el culo y olieran a colonia barata.

Tampoco como cosa de ringorrangos y esa importancia y soberbia cutre con que en España, y en el sur especial, suelen ser ornamentados los poetas, músicos y todos esos que dicen que hacen arte, y son colocados en trepa social y altanería. 

Por eso cuando más aprendí poética fue cuando iba de peón de albañil con mi padre. Y aprendía que la palabra concreta y exacta debía de ser como el ladrillo medido y exacto en la pared exactamente imbricado con los otros ladrillos. O, cuando hacíamos un cielo raso, calcular que cada trozo de cañizo, o cada punta que lo sostenía eran la trabazón perfecta de aquel soneto. Y si no estaba bien medido, calculado, puesto cada uno donde debía la cosa salía de pena. Y, por el contrario, si era acabado y uno lo miraba a la altura total veía lo certero equilibrado y todo decía lo justo.

En todos los demás trabajos que hice, desde camarero a profesor,  la cosa no variaba casi nada. La poética esa sustancial a todo y todo debía ajustarse a ella, como una suerte de ética. Así que cuando leí la frase de V.I. Lenin, que encabezaba la obra poética completa del maestro Mario Trejo, El uso de la palabra: La Ética es la Estética del porvenir, supe que sabía suficiente. Y era por la Barcelona del 29 de julio de 1980 cuando me ocurría eso de cerciorarme de mi construcción de mi ética como estética. Y de que no iba por mal camino del to, oye. Salvo que el tal V.I. Lenin no era persona de devoción del general de lo que me rodeaba. Nunca lo fue, sino lo contrario. Como que estas cosas tampoco lo solían ser. Digo la ética, estética, escritura, poesía, lectura de Trejo... 

Que ellos lo primerito es lo primerito. Colocarse en algo que dé la panoja suficiente pa instalarse en la sociedad... Casarse, sentar bien la cabeza. No meterse en líos. Ser persona de orden. Que luego ya haremos arte y parte cuando sea o sino cuando me jubile. Que soy un artista también y sé hacer cosas mu guais y de valor, y tengo ocurrencias acertadas. Sobre to pal personal corriente, que poco sabe de nada, sino que ha barruntado todo y es pretencioso. Pa la gente corriente y sencilla. Palabras que por pensarlas mucho y decirlas más hacen la sencillez y lo corriente. Y ya se sabe que lo que vale es lo que los más dicen, qué a dónde va Vicente, donde va la gente y to eso que debe saberse de largo... Y no estos desgraciaos, como Agustín Romero Barroso, que pasan media vida cavilando, dudando y creyéndose que son mu inteligentes y mu importantes. Y luego no son na, porque nadie les lee, ni les sabe ni na... Y al final de sus vidas ni han hecho una familia como debe ser, ni han escrito nada de relumbrón, que lo veamos (que si lo escribe ni caso), y ya ves..., paí perdío...