2 de julio de 2006

PASCAL COMELADE Y LA MÚSICA

Hace muchos años. Allá por 1976 escribí la que resultó luego mi segunda novela. Los héroes huyen del enemigo, que luego publiqué mucho más tarde. Es ese el destino de poetas y escritores laterales, huidizos y no al tanto del Comercio y el Mercado. En ella escribí esta parte, que era una especie de artículo de uno de sus personajes, un tan Saxolfeo, y que aparece en el lugar de apéndices de la narración, para ilustrar al lector en el imbricado mundo de la misma. Esta tarde he escuchado a Pascal Comelade, bueno, la música excelsa que hace, parte de ella. Eran Les chants et danses de Syldavie, título que se mantiene en el tono lúdico y de cachondeo que le son propios. Y he quedado atónito, prendado de la misma, aunque no era la primera vez que lo escuchaba; aunque ese disco es nuevo. Parece que fuera mi personaje Saxolfeo el que lo ilustró en tan excelsa arte del sonido. Y ya hablo de su música en general y de la concepción de la misma. Y si lo dudan lean, lean..:

DE LO CHABACANO A LO SUBLIME
(aparecido en el diario regional Los Ecos)
Por Saxolfeo

Sí, todo arte tiene un material con el que se trabaja, la materia que se transforma, con la que se juega o se lucha, la que lo hace ser, su tangibilidad. En la música esa materia, eso que constituye el ser de la música, es el sonido. Así como en la pintura es la forma y es el color en sus múltiples aspectos, o en la literatura la lengua, cualquier lengua concreta.Los sonidos los captamos por el oído, y no se trata de exponer aquí como ocurre eso, y como se producen. Damos todos como sucesos que acaecen a nuestro alrededor. El ruido de un bote de plástico al que le da patadas un niño gamberrete en la calle, el lejano sonido de la radio de un vecino o el saxo que toca el otro de una casa cercana, músico de una banda municipal.Lo mismo que todo color y toda forma no es arte por sí mismo, ni toda conversación o escrito, literatura; los sonidos que habitualmente escuchamos tampoco son música. Aunque la música la constituyen sonidos con una intencionalidad de orden, provenientes de cualquier elemento que produzca esos sonidos.Esto último no será muy inteligible si no lo expreso ampliamente y pormenorizado. Vamos a ello, entendiendo que lo que digo levantará ronchas en más de un profesional de lo musical, y, a lo peor, en ese saxofonista que tengo por vecino. Pero como trato de que vaya razonado, no tengo el menor temor. Claro que tampoco seré tan bruto como para intentar que los lectores de este diario comulguen con ruedas de molinos. Quizá parezca que expreso lo obvio, cuando se trata de repetir lo que se olvida fácilmente.Una cosa son los instrumentos musicales, otra los músicos o sus manipuladores, y una tercera la música como arte excelso y sublime. Conviene recordar esto claramente, aunque parezca perogrullada.Pues bien, los sonidos son los que se producen de lo que llamamos instrumentos. Independiente de ellos existen sonidos que pueden producirse por otras cosas. Verbigracia: de una lata de conservas que golpeamos rítmicamente, o dos piedras de arroyo chocadas. Los que se llaman instrumentos musicales, como otras costumbres y atavismos, son convenciones que el ser humano ha ido aceptando, por el uso, como provocadora de sonidos que originan la música. Parece imposible, a estas alturas o bajuras de la historia, que se pueda creer que la música tenga algo que ver, no todo, con lo que se entiende por instrumentos musicales convencionales. Que la música es un arte que puede producirse independientemente de esos instrumentos, que son precisamente eso: meros instrumentos. Y que en cualquier momento puede provocarse música con otras cosas, tan sublime, o incluso más, que los sonidos procedentes de los excelsos violines o el piano de salón, tan ínclito.No vengo, ni conviene aquí, a hacer un análisis de la evolución de los instrumentos convencionales al uso, ni irnos a otros ángulos o ámbitos y a otros sonidos de otras culturas, para ver y mostrar que el hombre ordena lo sonoro y logra música de lo más inesperado e insospechado, como se puede probar y comprobar fácilmente.Porque lo importante en la música no es el instrumento, sino el sonido y su ordenación con arreglo a unas normas clásicas o nuevas, y el resultado que llamamos música. De ahí que de un palo y una chapa, cosas viles que pueden estar en cualquier vertedero de basuras, se pueden arrancar sonidos sublimes, música celestial que encanta a las gentes. Es lo que siempre he creído, en una especie de panteísmo, que llamaría musical, que de lo vil y primitivo, surge lo absoluto y noble. Del estiércol surge la rosa. El sonido de un violín puede ser lo más desagradable que se oíga; pero ese mismo sonido en armonía con otros puede originar lo que llamaríamos música paradisíaca. Así, de lo chabacano se consigue lo sublime, título que he dado a este artículo que escribo a petición de uno de lo redactores de este medio, amigo personal. De entrada diría que yo no tengo pluma, así que no espero que el valor de lo que expongo radique en la manera de expresarlo, sino que estaría contento con que se me entendiese lo que quiero decir, la idea, que es bien sencilla. Repetiré un poco al final las cuatro cosas que he querido expresar, como de resumen. Porque, músico viejo al fin y al cabo, con mis ribetes de bohemio y jazzístico, lo mío es hablar y hablar sobre la música y sus vericuetos, es donde me expreso bien y donde una serie de sucesos que acontecen en el mero hecho de hablar (mi voz, mi tono, mis gestos, mi música) no se pueden expresar ni poner por escrito. Es la limitación que tengo en el dominio de la lengua. Soy músico en directo, en vivo.Bueno, pues terminaré resumiendo, puntualizando, lo que quiero decir cuando expongo que la música surge de lo más primitivo de la materia, en camino hacia lo sublime, hacia el encuentro con la música de las esferas. La música es algo más que el producto ordenado de sonidos provenientes de los que llamamos instrumentos musicales, y que pueden ser convenientemente registrados en una partitura y ser reproducidos a partir de ella. Y no es ese el único medio de lograrla o de registrarla. En eso estamos, todos los que nos movemos en lo que se llama mundo musical, mundo de la creación musical, de acuerdo desde hace muchos años. Por ahí no voy, ni intento convencer a nadie. Lo que me interesa es que esta idea llegue a la gente, a la masa, al común de las personas, es por lo que he escrito esto, y apechugado con publicarlo, aun a costa de hacer el ridículo o de ser malentendido, y que cualquier cantamañanas de un pueblo de esta región, adonde va dirigido este diario, publique alguna carta dirigida al director, tratando de poner sus puntos sobre mis íes, a lo que desarrollo aquí, a su buen entender. Y no es que me vaya a quitar el sueño si eso sucede. Pero ya se sabe, la ignorancia es muy alto atrevimiento.Trato de exponer algo que va contra la común creencia y contra la ignorancia establecida entre las masas. Así, llamar músico a alguien que toca un instrumento, no me parece conveniente, porque músico, en el sentido de lo que llevo expuesto, sería el creador de música y no el utilizador de un instrumento, que mejor le cuadraría lo de instrumentista, que difiere gran cosa de lo de músico, aunque tenga que ver como reproductor del arte, siendo en esto igual que una casete o un tocadiscos, respetando su ser personal y sin querer ofender su persona como si las cosificara. Pero esos aparatos –casete y tocadiscos- también producen música, o mejor, la reproducen; pero no crean, son, en cierta manera, instrumentos musicales que no suplantan, en ningún caso ni momento, el noble arte de crear, aunque pueden ser usados y ayudar al creador, como puede ayudarlo cualquiera otra cosa más vil o despreciable. Lo mismo que de una melodía inapreciable y populachera puede surgir la más sublime de las creaciones musicales, como generalmente ha acontecido en lo que se llamaría la historia de la creación musical. Llamar músico al mero intérprete musical, con los instrumentos convencionales, sería tamaño error como denominar escritor a todo el que escribe, por el simple hecho de escribir, sea cual fuere su intención, suceso que se está dando en estos días en los que abundan los plumíferos y los escribanos de agua, que se atreven a encuadernar las paridas que dicen que es creación literaria –según me informa un amigo, poeta eximio, mas desconocido, por huir del encanallamiento reinante, y no publicar por así haberlo decidido moralmente y para preservar su arte de la ola de ignominia que se cierne sobre él -. Otra imbricación más para justificar mi título y mi idea de que la creación musical va de los chabacano a lo sublime, trepando hacia la armonía de los astros, esa que escucho y con la que trato de ponerme en contacto desde el vil metal de mi saxo, es el misterio de la creación en general.

1 comentario:

Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.