11 de junio de 2013

NOVELA HISTÓRICA NO, POR FAVOR, NO




Como nunca antes, los grandes libros, las obras preeminentes de los maestros de la música y las artes, son accesibles y ampliamente comunicados. Sin embargo, esta accesibilidad y este consenso disminuyen el potencial de encuentro inmediato con la experiencia estética y de libertad absoluta, sin la cual tal encuentro no deja de ser espurio.
George Steiner
Presencias Reales

Efectivamente, todo depende de la postura estética y ética del que crea o escribe. Del patrón que mida o se mida. Lo lógico es escribir conociendo los modelos de los maestros. Más que nada para no repetir intentos. Y lo segundo por aportar algo grande O, a lo menos, intentarlo. El intento lo dice todo de un autor. Lo normal es elevarse, dar algo al arte que uno haga. No simplemente el uso ramplón de la lengua, en el caso del arte literario, o a semejanza de otros. Todo creador debe añadir algo más. Pero eso supone que conoce a los maestros, los grandes libros, las obras preeminentes, como dice Steiner. Lo que es mucho suponer, pese a estar hoy disponibles fácilmente. Pero eso hoy no existe. Porque también va referido, esto, a los lectores. Tanto autores como lectores están abotargados por lecturas patrañas, colegiales y nada preeminentes ni grandes. Por eso se da este fenómeno de la novela histórica como lamprea, como tósigo, elevada a  cultura de altura. ¡¡Y tururú!! 
La llamada industria cultural pone de modas y modos determinadas cosas, que no son baladíes. No son baladíes para ella y sus intereses e interesados. La industria cultural sirve al amo del poder y del dinero. Si ayer se informaba de la culminación del control, personal y social, con la amenaza de Obama de que toda comunicación será intervenida por su gobierno en todo el mundo, hoy nadie dice nada sino que aguanta. De nada sirvieron, o simplemente se chanchullearon, el conocimiento histórico de los manejos de los nazis, en ese sentido. Al final Obama ha venido a ser un discípulo muy aventajado del nazismo. Que incluso enrojecería, en todo sentido, a un Goebbels con su Hitler y sus formas de propaganda. No lo hace al buen tuntún. Sino al servicio del amo. Sólo en ese sentido puede entenderse este fenómeno que critico, con los criterios debidos. No es una manía, ni siquiera un debate contra la novela histórica. Es un grito por la libertad amenazada con esos manejos. Esto es un desesmascaramiento más del fenómeno global de la estafa. No es casual que la moda de la novela histórica haya surgido del mismo frío que la especulación inmobiliaria, la estafa bancaria y económica, los pelotazos diversos y todo el affaire político de los entornos del poder y del capital, con su pertinentes mercados. Ha sido la publicidad. No ya engañosa, sino engañante. Para mal, y para los bienintencionados, la novela histórica supone una cierta alienación de la gente, un entretenimiento para huir del presente y no ver la realidad, la más real. Es un fenómeno de sicología social sobradamente realizado y plasmado en otras épocas. Se trata de que la gente acepte la ramplona realidad, no la discuta, obedezca al destino histórico, calle, aguante, sufra, se joda...
Así que por la libertad, por dignidad, por respeto al arte de la narrativa, si es que queda en alguien, uno tiene que decir no a un subgénero publicitario que lo encumbran de la reostia. Sin ser ni aportar nada. 
Los nigromantes, y gente mala, o mala gente, a que Cervantes alude en su Quijote, no son gentes escondidas en lugares remotos, o islas perdidas. No, Cervantes, buen irónico, los señala al lado mismo de cada uno de nosotros. Cerquita y tal vez tan cerca como la misma mollera de cada cual. La cabecita ahormada, por los gustos y las tendencias de cada cual. Hoy día por la moda, los modos, la tele, los falsimedios, internet, aparte de la escuela, la uni y su sabiduría, simplemente utilitaria, y todo convento de predicaciones de la superestructura llamada cultural, que mantiene la pésima vida social, económica y política de dominios y espectáculos. Y que ahora llaman crisis o recesión o estafa, mala suerte, la vida, dice alguno... Que depende. Los duendes o magos o dueños encantadores nacen de las lecturas y escrituras del ahora. Se gestan en sus vidas y costumbres, por su organización social, por su forma de vivir, por sus pasiones, por sus faltas de libertad, igualdad y amor. 

La falta esencial, de formación y gusto literarios, aprendidos, humildemente, de maestros y clásicos de todo tipo, en la escuela y hace mucho. La divulgación de forma comercial del arte y  el supuesto arte literario, la proliferación de talleres y cuchitriles, en que se adoctrina en lo mismo del uso y abuso de ciertas cositas, supuestamente creativas. Lo que Cervantes llamaba académicos argamasillescos, y -sobre todo- la visión futGOLera de la vida, el arte y la literatura, están llevando a cometer delitos contra la misma inteligencia más elemental..., contra el arte, convertido en propaganda, mercado, valor de cambio y adoctrinamiento y falsedad barcenesca.

Decir que un libro es interesante, por su mero título, y tratándose de novela histórica, no es decir nada; pero si encima se dice que es interesante por el título, y encima la capullada de que promete.... Que son cosas que uno oye de toda novela histórica. Eso es lo más ratonero que se pueda decir. Curiosamente es lo que oía -también- a los lectores ávidos de novelas del oeste. No hace ni treinta años. Sólo que ahora la patraña de la cucaña y cizaña es la Historia, no el lejano oeste de Norteamérica, inventado o recreado -al menos- de forma decente. Porque si ahora usan la Historia para meter matraca y venga matraca, esa Historia es también horrorosamente inventada, no recreada, un pastoso cocido garbancero, que nada aporta ni dice, ni na de na al acervo creativo y literario. Nada de nada.
El cura tal vez sea el menos malo de estos usos. Me refiero a los tres nigromantes que tratan de manipular a don Quijote: cura, barbero y bachiller. Tres grandiosas metáforas, o personajes, de lo vulgar dominante en todo tiempo. Tres personajes sesgados, que hoy abundan a tope. Y triunfan y triscan y son adorados de nenas y nenes en edad de merecer lo mejor. Estoy escribiendo una oda, larga y meritoria, a estas tres figuras que tanto aman todos: el cura, el barbero y el bachiller. Los tres aman el fútGOL, la novela histórica, votan a la PP$OE y adoran sus entornos. Todo lo demás se lo pueden imaginar. Es sencillo. No les reventará la cabeza. Seguro.
Seguro que algunos de esos marrulleros de la novelita histórica, sea de hecho o consumo,  no pondría jamás un título como el del Quijote a su obra. Que el del Quijote ni se sabe. Y si hay uno es el que la gente le dio. O, en puridad: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha... Título que ya mantiene la retranca de la pura ironía y burla. Que son la esencia del mismo. ¿Burla irónica de qué no de quién? Primero de su presente acoquilado y trasteado por el poder y los ricos y estafadores de siempre. Cervantes pasaba un rato gordo de eso de los hidalgos y los somete a cachondeo total, burla y eliminación. Luego huye a La Mancha, que no es lugar geográfico, sino metáfora de la mancha, que trata de limpiar, la de los horrorosos libros históricos de caballerías y sus usos, predicaciones y martingalas y confusiones carcamales... Eso entre lo mucho que contiene. Pero los escribidores de novela histórica no han leído el Quijote, lo han deletreado, como mucho. Y menos lo han entendido, en todos sus matices. Si así fuera no existiría el subgénero, más que como entretenimiento. Como existen los balones para darles patadas.
¿Entonces por qué ese interés y ese afán por la novela histórica, y ese público grandioso y mayúsculo, con ese subgénero mal escrito, y cuchipandeado, seboso y que paraliza las meninges, que es la novela histórica? Parece como si los creadores, o cocineros, de la misma necesitaran muletas para hacer algo. Odian y se pierden en la nada creativa. Espian la realidad y la historia con fulgor y la reproducen con fruición, espesa, en sus cosas. Nada en ella es evidentemente creativo, sino como a especie de comentarios o sucesos intrahistóricos inanes. Ese afán por este subgénero, que ahora toma moda por abajo, por el ratoneo de los epónimos de ese abajo de los que un día la lanzaron por arriba. Pues los maestros la predicaron y el negocio editorial la potenció. Porque el subgénero siempre estuvo ahí, como el de la novela sentimental, la del oeste, la policíaca y otros entretenimientos y regueldos o hipos. 
El interés estaría motivado por la misma razón masoquista del personal usual y mayoritario hace sus cosas o elige sus cosas. Por la misma razón que la votambra se vota contra sí misma, cuando votambrea a la PP$OE y a sus entornos de terrorismo. Cuando vota, se maltrata en su intelecto. Lo mismo que cuando lee cosa de novelita histérica o histórica. Como cuando come auténtica bazofia y pone en peligro su salud. O como cuando utiliza mal casi todo e infecta el planeta, contamina. O cuando pierde su tiempo en ver, pasivo y emocionado, y pagando lo que le cobren (encima) a veintidós millonarios dar patadas a una pelota. 
En el plano del gusto, lo de la novelucha histórica es una auténtica lacra. Incluso cada lector de eso, si puede, nos larga su merde y saca su pastiche, convenientemente ornado y adornado, de la miserable prosa que usan. Con lo que la amenaza es grandiosa. Todo lector y devorador de novela histórica, queda preñado para hacer otras novelas históricas, que a su vez empreñan a otros, que a su vez amenazan con parir otras novelas... Magia potagia quijotesca esta.
No se enteraron que crear, en cualquier arte, es de la nada. De la nada quiere decir sin muletas de nada ni de nadie. Pura lengua e ideas para crear y recrear un mundo. Con imaginación, desde luego. Pero también con arte, con ética y estética unidas. Más bien a contramuletas. Y siempre traigo -en estas- al genial Cervantes, que para inri de estos novelistas históricos, se cachondea de todo y lleva su relato a una simple aldea sin historia ni nombre siquiera. Y maldice de los malandrines contadores de historias, que alocan al personal y lo alienan, lo agilipollan, lo anulan. Pero, lamentablemente, esos cuchipandas del carquismo no entenderán jamás la esencia del Quijote, o la tratarán de reducir a Historia y otras tretas de dominio. 
Lo más criminal es que tratan, con lo que llamo el turisteo cultural e historiado,  y que da esa falsa pátina de tener y ser culto, de adobar sus relatos, inanes y tribiales, nulos, del dato histórico conveniente. O el marco debido y usual y típico. De dar la altura que jamás tendrán esos pésimos creadores que son los que escriben novela histórica. 
Ya, ya sé que voy a contra el gusto mayoritario -diría mal gusto- o de gran parte de la gente, del público consumidor y consumador del mal que hay. No sólo en la política, no sólo, ya se ve que en casi todo. Y como voy contra EUROVERGAS y sus gustadores, que no son pocos, los usuarios de putas y pprostituciones diversas, son legión mayoritaria. Y como voy contra la votambra, que no es parva ni corta, sino ingente e innumerable, como los moscas en la caca. Finalmente, también, voy contra el fuGOLeo y sus matracas de estupidización sistemática de la gente. Y todo ello me honra y me dignifica como persona. Y en todo ese saco, meto la novela histórica reciente y de moda. Moda -curiosamente- impuesta desde el Poder y su Mercado. Coincide con la especulación bancaria e inmobiliaria y los pelotazos diversos de lo social y económico. Y nada ocurre por las buenas en este entremado en que todo está urdido con todo. 
Hay demasiado nene, nena, señor y señora, amancebados con la estafa de hacer novela histórica, que es un timo, pues ni es literatura, ni es creación, ni es historia. Y su uso de la lengua es pastoso, carcamal, nada aporta a nada. Es un híbrido comercial y pachanguero (iba a escribir pochanguero), al modo y moda de estos terribles tiempos de visiones ralas del presente, estafado y en crisis, sin ninguna pasión intelectual, estética, ética y creativa, seria y honesta, como no sea la prédica del conservadurismo a rajatabla. de huidas hacia paraísos artificiales de estupideces mentales, que son ejercicios parecidos al avestruz, encondiendo la cabezota bajo tierra, o tras pasados de panderetas y chalaneos historicistas lamentables. Aquí si hay que decir, con otra propiedad diversa, que mal de muchos  es epidemia o pandemia, y consuelo de tontos. Y ganancia de trajineros.
Pero, como cuando los mayoritarios votan PP$OE: ¡¡la suerte está echada, y hachada, de antemano!!


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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.