17 de mayo de 2010

SER UN NARCISO



A mis veintiún años leer esta entrevista de Jesús Alviz me cercioró de una cosa. No estaba sólo. No ante el panorama triste y mercachifle de la creación literaria. Lo que no entendía era su empeño en publicar a toda costa, y tan seguido… A veces la gente no se merece eso, y la gente de entonces, como la de ahora, no merece que se le echen flores…, porque podría ocurrir aquello que dice el Evangelio de flores y cerdos y esas cosas… Además lo que me fascinó de esta entrevista era la pasión verdadera, ante el cálculo frío y sabihondo de los más que escriben y eran entrevistados acá y allá. A mí entonces me encantaban las entrevistas escritas, me apasionaban… Y también derrama Jesús el riesgo y la gracia, desde luego. Y no apoyar los valores consagrados con esa moralina fea del saber estar para no ser… Por eso releerla me ha llevado a transcribirla, ya que me husmeo que los más que la vean no la leerán por la dificultad y demás. El entrevistador no está a la altura, va de perdonavidas y la caga. Curioso que ese periodista, un tanto pastoso y ultracondescendiente con la realidad impuesta, publicó un libro con entrevistas a personajes de todo tipo, los más políticos, de la época esta de la Transición, que creo que se llama Conversaciones en Extremadura, 1981, Universitas Editorial. Tengo por ahí un ejemplar, a ver si lo cotejo… Además también contribuyo a algo que llevo pensando hace tiempo. Una publicación de homenaje a Jesús, en la que recojamos este tipo de documentos: entrevistas, escritos puntuales de intervención y demás… esa sería una forma magnífica de que so obra se releyera, o la descubrieran mucha gente que está por hacerlo, paara sus alegrías indudables. Pues a ello. Con este ladrillo inicio la construcción de esa casa, ese libro de homenaje a Jesús Alviz, que esté donde esté, me estará escuchando.

Jesús Alviz


SOY UN NARCISISTA

Treinta y un años, inconformista en el más amplio sentido de la palabra, rebelde hasta donde la vida le deja, y declarado entusiasta de la vida bohemia. Jesús Alviz no es precisamente lo que pudiéramos denominar un hombre humilde. Orgulloso y engreído hasta la exasperación, habla mucho y bien cuando de sí mismo se trata, y poco y mal, diríase con lengua sibilina, a la hora de decir algo sobre los demás. ¿Otra de sus genialidades, acaso? ¿Resquemor, quizás, porque pese a sus pocos años es mucho lo que lleva dado a la literatura, y muy pocas son en cambio las satisfacciones que esta le ha otorgado hasta el momento? Cuando de Jesús se trata uno no sabe a qué carta quedarse.
Licenciado en Filosofia y Letras, alterna las clases en un instituto cacereño, con su afición de escritor de novelas. Actividad esta –son sus propias palabras- que me permite pasarlo bomba. Seis son hasta el momento las obras que tiene escritas, y sólo una publicada. La que lleva por título Luego, ahora háblame de China, con la que pretende encontrar nuevos horizontes en este difícil campo que es siempre el arte de novelar. A cambio, salvo alguna que otra crítica favorable, ya su obra ha encontrado un montón de insatisfacciones y frases de rechazo a su obra.


Lo que no podemos permitir por más tiempo es continuar haciendo concesiones a la ignorancia en este país

Lo único que pretendo con mis obra es exigir al lector un cierto ejercicio mental, que desde luego no le permiten las novelas de Corín Tellado

-Si partimos de la base –me dice con un deje de ironía en su voz- de que este país es el último en Europa por su índice de lectores, lo que no podemos permitir por más tiempo es seguir haciendo concesiones a la ignorancia. Lo único que pretendo con mi obra es exigir al lector incierto ejercicio mental, una mayor preparación intelectual, que desde luego no le es necesaria para leer las novelitas rosas de Corín Tellado.

-Pero sabiendo de esta incapacidad del lector, tu actitud es poco menos que un desprecio hacia él.

-Yo no tengo la culpa de que la gente de este país viva en la ignorancia.

-¿A quién echarías la culpa de esto?

-En primer lugar a ellos mismos y después a los últimos cuarenta años que les ha tocado vivir, a los estamentos oficiales que, si bien no son directamente el poder, sí lo representan, al sistema de una sociedad consumista que lleva el hombre a trabajar sin descanso, sin dejarle un sólo resquicio para el cultivo de su propia persona… A tantas y tantas cosas que el sólo hecho de continuar enumerándolas seguro iba a llevarnos todo el día.


ALIENACIÓN SOCIAL

-Según tus propias palabras, con la novela Luego, ahora háblame de China, pretendes romper el principio de identidad del hombre. ¿No te parece que esto sería contribuir un poco a su alienamiento?

-¡No, no! Yo defiendo la pervivencia del principio de identidad, siempre y cuando esto sea algo que en la práctica funcione de manera real. No obstante lo que sí viene a ser cierto es que pretendo romper tal principio de identidad, en el sentido de resquebrajar esa especie de esquizofrenia que existe en aquellos individuos para los que es más importante el parecer que el ser. (1)

-Me parece que no has contestado a mi pregunta. Al hablar de alienamiento me refería a que el hombre puede perder su yo individual.

-Mira, yo no estoy en contra de que la persona, el individuo, el hombre, deje de ser lo que es. Ahora bien, lo que hay que destrozar es el carácter mítico que se le viene dando a la propia identidad del individuo como tal, dado que ello es toda una falacia.

-Vamos a dejarlo así, y dime qué contestas a todos aquellos que dicen que tu novela es muy mala, dado que no hay dios que la entienda.

-Sencillamente que no lo es. Lo que sí quiero que comprendan es que yo tengo un pudor exacerbado al ridículo. Publicar, en consecuencia, algo que considero como malo, es algo que no me lo permite mi pudor. Por otra parte, en el supuesto de que los premios valgan para algo, mi novela fue finalista en el Seix Barral. Lo único que ocurre es que en ella empleo un estilo de novela que la gente no entiende en este país. Y esto en él viene a ser una desgracia más entre las muchas que padece.

-Y puestos a hablar ya de premios literarios, ¿tú crees que valen para algo?

-Digamos más bien que son el mal necesario. En este bendito país, el escrito que no tiene el galardón de un premio no se promociona, y quieras o no tienes que pasar por el aro. No creo en los premios, pero por las circunstancias que acabo se señalarte, estoy preparando una novela que pienso presentar al próximo Seix Barral.

-¿Y por qué no la presentas al Nadal, que tiene mayor prestigio y alcance nacional?

-¡Por favor! Esto que acabas de decir es terrible. Eso es algo que nunca se me ocurriría, tanto a éste como al Planeta, Ciudad de Marbella y tantas ciudades más. Aunque indudablemente me resolvería durante un tiempo la papeleta económica, para mí sería un motivo de humillación el que en mi ficha literaria se incluyera lo de galardonado con el Premio Nadal.

-Sin embargo, autores de reconocida valía como es Francisco Umbral, García Blazquez, etc., no tienen ningún pudor en decir que ellos sí han sido ganadores de este premio.

-¡Dios mio! ¿Pero cómo se puede decir que Francisco Umbral es un escritor sólido?

-¡Ah, perdona. Yo pensaba que sí era un notorio escritor. Y dentro de mi ignorancia tengo que decirte que su forma de escribir me entusiasma.

-Para mí un novelista válido es aquel que convierte el arte literario en un cambio de investigación. Lo que no se puede hacer es repetir los mismos clichés novelísticos de hace treinta años. Que si ahora el realismo, que si luego el tremendismo del señor Cela.

-¿Pero es que Camilo José Cela tampoco te convence como escritor?

-¡Qué va!, Es un novelista tremedamente anticuado.

-Pero entonces a qué escritores españoles admiras.

-A Juan Goytisolo, por ejemplo, o el fallecido Martín Santos.

-Menos mal que en esto coincidimos al menos…

-En ellos se observa un verdadero amor a lo que hacen. Se les nota esa pasión de hacer de la literatura vida, al estilo de Thomas Mann.

-Volvamos a los premios literarios, a los jurados, a esas martingalas que se dice existen en torno a ellos.

-Mira, los miembros que forman el jurado de casi todos los premios son en su mayoría clasiquitos, preocupados en demasía por el estilo, e incapaces de darse cuenta de la chispa que pueda tener una determinada obra. Digamos que son entusiastas de la obra bien hecha, buscando para ello siempre los mismos puntos de referencia, y mirando por el espejo retrovisor continuamente. Así, claro, resulta muy difícil descubrir nuevos valores.

-Valores como tú, por poner el caso más cercano.

-Sí, claro. Esto no admite duda alguna.

-Te encanta hablar de ti mismo, ¿verdad?

-Esto, junto a lo de escribir, es mi afición predilecta.

-Vienes a ser en consecuencia, un narcisista.

-¿Y qué? Es este aspecto no creo diferir mucho de los demás. Sólo que el resto de las gentes son más hipócritas y esconden esta peculiaridad bajo falsas modestias que resultan de lo más rastreras.

-¿Piensas llegar a ser un gran novelista?

-Por supuesto

-¿Y llegar al premio Nobel?

-Esto es algo que se encuentra diametralmente opuesto a mi intención. El Nobel sólo se lo dan a los carrozas. Entiendo como gran novelista al que es capaz de dejar su piel en las letras.


PREMIO CÁCERES DE NOVELA

-Te presentaste a tres de las cuatro convocatorias del Premio Cáceres de Novela Corta. Y siempre quedaste clasificado para la final…

-Sí, pero aquí hay algo sintomático. Si bien quedé seleccionado para las votaciones finales, cada año era menos finalista. Quizás porque mis novelas se iban alejando cada vez más del concepto que los componentes del jurado tenían de lo que es una novela.

-Se dice por ahí que el premio lo ganaron siempre los amigos de Ricardo Senabre.

-Esto es algo que no sé. Por otra parte esto son rollitos provincianos que no me interesan. Ahora bien, sí puedo decirte que Mara Aparicio parece ser que fue alumna del señor Senabre, y que la novela Tierra desolada me pareció un a burda copia de Cien años de soledad. (2)

-El premio, Jesús, está a punto de desaparecer. Y en opinión de los círculos culturales cacereños, esto sería una lástima, dado que estaba dando prestigio a la capital.

-¡La de cosas terribles que hay que oír! Desde luego, ante estas cosas a uno no le queda más remedio que taparse los oídos. Este prestigio de que me hablas es de lo más vano e inútil. Entonces lo mejor es que desaparezca y que se inventen otro rollo más sensato.

-O sea que lo del prestigio…

-Por favor. Es lo mismo que decir que el Festival de Benidorm da realce a la ciudad alicantina, o que el de Mallorca presta reputacióm a aquella ciudad.


LA CULTURA EN EXTREMADURA

-¿Y qué ocurre con ese escaso interés que se le presta a la cultura en Extremadura?

-De esto sería casi mejor sería no hablar. En mi caso concreto este mismo mes he bajado a la Facultad de Filosofía y Letras a fin de solicitar ayuda económica para publicar mi próxima novela. Allí me remitieron a la Universidad de Extremadura en Badajoz, o sea, al laberinto. Hablé con el Delegado de Cultura de Cáceres, y me dijo que no había dinero. En la Diputación Provincial se justificaron con iguales motivos. Independiente de que esto sea verdad, cosa que dudo, nos encontramos con los chanchullos palaciegos con que tienes que conocer a Mengano para que éste haga referencia de tui a Zutano.Yo pienso que la gente nombrada para estos cargos están para llenar ese vacío cultural de los últimos cuarenta años, antes que para darnos a los demás clases de olfato. No, de verdad, la cultura de Extremadura es una virgen a la que nadie se atreve a tocar, por temor a no sé qué pecado. Y esa Editorial Esquina Viva que algunos han inventado para hacer no sé qué, mejor no aludirla.

-En mi opinión, Esquina Viva contribuye en la medida de sus fuerzas a despertar una inquietud cultural en la región.

-¡Ja, ja! Perdona que disienta contigo en esto que dices. Tengo en mi casa las cartas en la que los miembros de la editorial me explicaban los motivos por los que rechazaban las cinco novelas que para su publicación les presenté: que si eran novelas muy oscuras e ininteligibles, que no podían correr el riesgo de perder sus suscriptores publicando tales obras. Que si ello podía significar una quiebra económica… ¡Horrible!

-¿No estará hablando tu corazón con algún resentimiento?

-Mira, yo no tengo complejos de mártir. Ahora tampoco estoy dispuesto a romperme la cabeza contra las esquinas y las paredes, y decir que por aquí todo es maravilla.

-En definitiva, ¿a qué aspiras, Jesús?

-A una libertad que se acerque a lo absoluto, y a trabajar sólo en aquello que me gusta.


MARCIANO RIVERO BREÑA

Fotos de Fernando García Múñez

Suplemento semanal SEIS Y SIETE, del diario HOY, número 131, 8 de junio de 1978


NOTAS
1. El hecho que hable de la identidad y su mito me recuerda la obra reciente de Juan Goytisolo, que Jesús adoraba por mucho, como incluso dice en esta entrevista, cuyo significativo título es Señas de Identidad, la influencia del maestro en el tema es evidente..., otra cosa es como lo aborda Jesús, claro.
2. Curiosa y contradictoria forma de mostrar Jesús que estaba fuera de rollos provincianos y de comidillas y cuchipandeos locales, y esos jergones literarios de refocilamientos y revolcones para premios y demás... ¿Ironía?

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