2 de marzo de 2007

ZURBARÁN, O LA IMAGINACIÓN ES LIBRE

La ínclita revista Torre Túrdula, que me digno dirigir, ya en su número dos, en diciembre del año 2000, y en su página veintidós, trae un artículo del profesor, escritor, amigo y concejal en Teruel Francisco Lázaro Polo, llerenense de adopción por unos años, trae, como sigo, un artículo titulado El Teruel soñado de Bisquet y Zurbarán. Bisquet es un pintor prerromántico valenciano, que murió de melancolía, relacionado a Teruel. Hace Lázaro Polo una comparativa entre uno y otro. Los dos relacionados con Teruel. Bisquet no pudo pintar ese rostro de la virgen de los Dolores que imaginó, y pintó a santa Teresa a punto de escribir, inspirada. Zurbarán pinta a Carmelo, obispo inventado de Teruel. Lázaro especula la razón por la que nuestro pintor extremeño pintó a un obispo turolense que nunca existió…

Yo siempre imaginé, antojadizo, que tal vez ese santo dejó de existir en el proceso de desaparición de Teruel, hasta que sus gentes se dieron cuenta y sacaron aquella campaña TERUEL EXISTE, (tal vez el obispo Carmelo no) para que no se fuera todo a la inexistencia, como el santo Carmelo, pintado por Zurbarán. Porque las cosas cuando se rebelan dejan de existir, o mejor, pasan a otra realidad aparte. Que tal vez es en la que está ese santo. Porque nadie cree lo de que fuera obispo de un pueblecito allá por América, que tampoco tuvo obispos, y menos llamado Carmelo.

Lo que no sabíamos, ni nuestro Paco dice, es que la pintura de Zurbarán, ese san Carmelo, obispo de Teruel inventado, que supone pintada en Sevilla o Llerena, estaba en Madrid, y menos supo prevenir la peripecia por la que pasaría andando el tiempo de este siglo XXI.

Entresacamos una parte para que se vea el posible interés… Uno de los interrogantes que se abre ahora es la ausencia de un santo canonizado con el nombre de Carmelo y que fuera obispo del Teruel aragonés. Como tal, no figura en el santoral cristiano. Fuentes de la Orden Mercedaria en Madrid señalan que beatos con ese nombre si fueron objeto de devoción, aunque no santos. Se sabe que Francisco de Zurbarán poseyó en Sevilla un Obrador, un taller que pintó por encargo decenas de cuadros de santos destinados a conventos y casas nobles de América. Curiosamente, en Cali, en Colombia, hubo un importante convento mercedario que permaneció allí hasta la emancipación colonial. Y, muy cerca de la ciudad caliqueña, existe una localidad pequeña llamada Teruel. ¿El zurbarán de Santa Bárbara fue quizá un encargo fallido que quedó en España hasta su expolio napoleónico?

Y viene y va más en la noticia. El restaurador.

Lo que no deja de mosquearme, en esto tiempos de historietistas, pietistas de la llamada realidad tangible, fanáticos de lo real grosero, es el repeluz que les da que Zurbarán inventase un obispo, tuviese ese rasgo tan humano de crear, por su propio caletre, todo un señor obispo, un mundo, una galaxia o lo que le apeteciese, que la imaginación es libre, señores, libre. Y no pasa nada malo. Y luego no se ofenden, en su realismo de reptar por el suelo, cuando pinta querubines, y legiones de ángeles sin cuerpos. Y no veamos si vamos a otro pintores... Pero claro ese Carmelo, obispo de Teruel, no está en los archivos, no lo constan los notarios, no lo palpan los papeluchos archiveros, y como la realidad es esa a todos los efectos, por muy pintado que lo hiciera Zurbarán...

Lo malo pasa en sus realidades.

Esta entrada va dirigida al amigo
Julián Ruiz Banderas,
avezado conocedor de la plástica
en Llerena, con amor, devoción y entrega.
Como debe ser.

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