26 de diciembre de 2006

JESÚS ALVIZ

Siempre, en estos días, y hace años, recuerdo a Jesús Alviz, al que conocí en el Cáceres de 1979, y precisamente en la calle que vivía, la calle Margallo, en una casa de diseño futurista que era como una pedrada a la empingorotada urdimbre de granito amarronado y beige de Cáceres.
Resulta que unos días antes alguien me dio como unos veinte ejemplares de una novelita llamada He amado a Wagner (memoria biliosa), que fue lo primero que leí de Jesús. Y era para que las vendiera por Llerena o donde me pareciera. No recuerdo quien fue. Allí venía una foto en la contraportada. Y en aquel 1979 paseando por aquella calle Margallo me encontré con un tipo, al que reconocí por la foto y era el mismo Alviz, al que abordé y le pregunté por su nombre. Me atendió amable, como siempre lo fue conmigo desde aquel momento, y me invitó a subir a su apartamento, que me fascinó por lo luminoso, las estanterías repletas de libros, plantas... Luego supe que vivía en Madrid, en donde trabajaba como profe de lengua y literatura.
Lo recuerdo por estas fechas, digo, pero también por setiembre, que fue cuando me lo encontré en Margallo. Era un tipo y una cara dificiles de olvidar. Así como todo lo que publicó y que leí y guardo en un lugar especial en mi biblioteca. Era un escritor extremeño muy otro, muy distinto y distante de la medianía del mandarín al uso, y de los aspirantes a poltrona política y zascandileo cultural, de los engreídos escribidores del terruño.
De él aprendí eso, la entrega y la independencia, como de otros muchos. Jesús, no te olvido, ni lo olvido, si me escuchas doquiera estés.
Incluso me han pasado cosas curiosas alrededor de este hombre. Cuando era joven hice mucho autostop por la península y parte del extranjero. En uno de aquellos viajes me cogió un primo de Jesús Alviz, a lo que me dijo, que me dio una visión más certera del escritor, de la persona y de cómo lo veía su familia. Desde luego como un ser excepcional, entregado a la escritura y la lectura, y que había escrito mucho y que lo mejor no estaba publicado. Que a juicio de este primo Jesús guardaba obras maravillosas sin publicar. Todo un mito familiar. Y eso fue por 1984 en un viaje de Cáceres a Mérida...

1 comentario:

  1. Anónimo3:03 a. m.

    Hola.
    Tuve la gran suerte para mi de conocer a D. Jesús Alviz y ser alumna suya en un intituto madrileño casi al pie de la Plz. Elíptica.
    Recuerdo su voz profunda, el ritmo de sus palábras, su humor inteligente y su pasión literaria. Siempre le guardé una especial admiración porque alimentó mi pasión por la literatura. Y su nombre, como sus ojos azules, jamás cayeron en el olvido. Hoy, escribiendo para un certámen, quise, utilizando esta red enmarañada, dar con él y contarle que, siguiendo de lejos sus pasos, he seguido su camino y me he embarcado en esta aventura que es el escribir, y me he topado con la noticia de que ya no está en este mundo de ruidos, contínuos embolados y caras ocres, me he emocionado disgustada, y he recordado que hoy, como a sus clases a primera hora, siempre he llegado tarde.
    Gracias por hacer esta entrada en su blog, el cual además me ha parecido más que interesante, y con su permiso, gracias Jesús donde estés y formar parte de mi historia personal.
    Un saludo.
    Ana (la de la bucólica rima)
    http://reflejosyreflexiones.blogspot.com/

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.