24 de septiembre de 2006

GERARDO RAMOS GUCEMAS, PINTOR EN ARGENTINA











Recibo un mail de Gerardo. Me refiero a Gerardo Ramos Gucemas, a quien considero maestro pintor de los buenos, aunque a él le pueda sonrojar esta certeza. Pero coincido en esto con gente que pica mucho más alto, en lo tocante al valor de su obra. Y seguro que soy en este criterio rigurosamente acertado. Ahí está su obra. Vaya y mírese. Esos son sus poderes. Que no otros tiene un artista que su obra. Me escribe desde Argentina. Lejana tierra, grande tierra. Él se fue por allá desde la España de los años sesenta, un poco por desarrollar su obra, que le vino bien para huir de la dictadura y de la atosigante sociedad española de ese tiempo. Aunque luego hubiera de tragarse las dictaduras militares argentinas por partida doble. A Gerardo Ramos Gucemas lo veíamos por el bar Ca la Sorda, de Llerena, cuando venía por acá. Aquella mirada penetrante, y que no se olvidaba fácilmente, aquella presencia, nos daba qué sospechar a los parroquianos del lugar. En mi caso fue mucho más tarde cuando me enteré que era pintor, y con premios, reconocimientos y demás en la Argentina. Luego Luci, una de sus dos hermanas, me entregó un cd con parte de la obra, fotografiada, de Gerardo. Mi sorpresa y desconciento, mi subyugamiento y admiración, mi efervescencia y enamoramiento, de la misma, aconteció. Y sólo eran fotos. Simples fotos de pinturas geniales, sin el agarre de los concreto y plástico. En los primeros números de Torre Túrdula hicimos portada y contraportada con algunas de ellas. Y mucha información interior. Toda la que pude, para comunicar a los demás el valor de su obra, la belleza terrible, pero belleza suprema, de su pintura sin concesiones, sin descanso, sin claudicaciones. No me era difícil sentirme identificado con este pintor. De alguna manera Gerardo vive un cierto exilio, como yo mismo vivo un seguro exilio, en/de esta tierra. Porque, como dice, él lleva sus orígenes siempre en su mochila. Luego vino el Tarjetario GRG, que era mi homenaje urgente de paisano y poeta, del que recientemente hice una nueva revisión y versión definitivas y colgué en un blog de este proceloso mar de Internet, para que todos lo vean y lean. Para mí Gerardo Ramos Gucemas es el artista extremeño prototípico del final del siglo XX y que vuelca su obra en el siglo XXI, desde el exilio, la emigración y la creación y la entrega, sin concesiones y con esa fuerza que le es tan propia. Esperemos que sus planes de volver a esta tierra se cumplan, que su vuelta sea cargada de la sorpresa de su obra y que todos la podamos disfrutar a no tardar mucho. Pero sólo eso se cumplirá si todos queremos, claro es. Así que lo veremos por acá en el mes de diciembre, cuando en la Argentina que él vive, Tucumán, está en plena efervescencia el jolgorio del verano y ese plenísimo vitalismo del jardín de la República de ese cono sur de las Américas.
A tanto ha llegado su fuego inspirador, su trabajo certero y su juego estético, que hace años que ando con un poemario que desarrollo casi totalmente en torno a su obra, y del que el Tarjetario GRG no fue sino una mínima manifestación provisional, imperfecta y perfectamente perfectible. Así que un día de estos lo terminaré. Acabaré ese poemario, o poema río sobre Garardo, su pintura y su entorno, basado en lo que sé de él, pero sobre todo en lo que siento, pienso y elucubro de él desde el lenguaje, desde la poesía y su fuego como juego. De momento yace, en estos días que ando metido en mudanza de vivienda, en alguna de las muchas cajas, es lo más que tengo, en las que andan mis libros y papeles.
Dice, en el mes de agosto, el diario Clarín, en un remarque, como ilustrador de artículos de don Fernando Savater, publicados en el mismo diario, uno de los grandes rotativos de Sudamérica:
Formado en Madrid, Gerardo Ramos Gucemas (Llerena - Badajoz, 1941) está radicado en Tucumán desde 1971. Pintor expresionista, colorista exaltado y riguroso dibujante, sus primeras obras son una desgarradora indagación sobre el dolor y la opresión. Las últimas, no pierden la tensión del lenguaje, pero valoran más la sugerencia. Entre sus múltiples muestras individuales se destaca Retrospectivas 1970-2004, en el Museo Eduardo Sívori.


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