29 de julio de 2006

EN EL HORNO

La revista Torre Túrdula hace ya dos días que está en ese limbo que llamo del horno. Entre el montaje de las placas para la impresión y la propia impresión y encuadernado, corte, etc.
Espero que para el lunes pueda poner una nota dando por nacido el número trece. Sinceramente creo que el mejor, como siempre decimos de lo último que hacemos. Y eso que la he hecho como con desgana, sin interés...
Destaco el breve artículo de Julián Ruiz Banderas, mi caro amigo, sobre la paisana Maite Cajaraville. Esa artista de los nuevos vuelos, esa nadadora cibernética, esa ninfa de los bits, de los choques eléctricos que producen belleza. Comprometida con todo lo humano, nada le es ajeno. Ya se encargaron de ella cuando expuso, creo que por marzo, en el MEIAC de Badajoz, y creo que dijeron poco, casi nada. Lo típico oficial y propagandístico castrado de los medios que se autotitulan informativos, y que suelen decir lo mismo que ayer con fecha de hoy.
También destaco otras cosillas. Y a lo que importa en este sitio, mi poeta en Llerena, que esta vez es Javier Trinidad Marín. Tiene el segundo apellido como el de mi madre. Ya traeré algo suyo a este lugar, de ese formidable poema llamado Muralla, su única obra en diversas ediciones... Hasta entonces a la espera de la salida de Torre Túrdula en su modesta cita. Ya como un lector más, aunque sepa casi de memoria cada línea de lo en ella impreso. Pero el autoengaño es un lujo y un disfrute, en ocasiones. Sobre todo hacernos niños, o como los niños.

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.